Todo proceso de cambio social y económico tiene sus avances y retrocesos, sus marchas y contramarchas. Ninguna etapa de cambio es lineal en el sentido del progreso o de conquistas permanentes, por la sencilla razón que del otro lado hay intereses para que los cambios no se produzcan, o al menos, se minimicen. Y esos intereses son muy fuertes y recurren a cualquier tipo de recursos, a cualquier tipo, para impedir que se afecten lo que consideran natural: sus privilegios.
Durante diez años, en un país periférico, un Gobierno defiende y promueve la producción, la industrialización, los puestos de trabajo, el salario y el consumo interno, preservando como herramienta para esos objetivos la moneda nacional. Y más allá de haber logrado un desendeudamiento extraordinario y de no recurrir a préstamos externos, genera un crecimiento sostenido de la economía y redistribuye los ingresos nacionales en un porcentaje histórico a favor de los asalariados.
Es lógico entonces, que en ese marco tenga que resistir las reiteradas ofensivas de los sectores financieros y exportadores, maniobras destinadas a conseguir una fuerte devaluación del peso, de manera de transferir esos recursos que hoy van al salario, a un grupo concentrado de la economía. En nombre del “libre mercado” buscan pulverizar esa más justa distribución de ingresos, para que la riqueza nacional, generada por todos, se direccione solo a los bolsillos de una minoría.
Las cartas están sobre la mesa, y por eso la reciente maniobra devaluatoria del “mercado” forzando un dólar de $8, es solo una batalla más de las tantas que dio éste Gobierno en una década. Con muchas ganadas, y en éste caso, una batalla que se perdió, pero la guerra continúa, y por eso no es conveniente quedarse llorando por el ataque especulativo y sus posibles efectos. Tampoco es posible esperar sentado que ciertas cosas sucedan magicamente.
¿Por qué vamos a esperar que mientras fuerzan al Gobierno a vender reservas para evitar la suba del dólar, las cerealeras van a liquidar las exportaciones que tienen pendientes, para que así le ingresen dólares a las reservas del Gobierno, a las que están atacando a través del mercado cambiario? ¿Por qué?
A $6,50 retenían la producción y no vendían, pero resulta que a $8 tampoco venden. En la única forma que venderían, es si el dólar oficial llegara al precio que ellos aspiran, $12 ó $14, no importa el monto, pero lo único claro es que ellos pretenden (como ha sido durante mucho tiempo hasta el año 2003) tomar las decisiones económicas y determinar la política exportadora y cambiaria del país. Y éste Gobierno se resiste, porque sabe que eso destruye la actividad industrial y el empleo.
¿Por qué nos quejamos si el mucamo de una petrolera internacional en complicidad con el sistema bancario, aprovechan la distracción, el desgaste, y cuando encuentran un momento como el que están esperando hace mucho tiempo, le generan daños a la economía del país? ¿Por qué esperamos que quienes tienen un capital inconmensurable, consideren un mal negocio comprar algunos dólares a un precio mayor al de la cotización, con tal de conseguir su objetivo devaluatorio ? No es un mal negocio para ellos, fue una inversión, y muy pequeña, porque para Shell 5 o 6 millones de dólares es una cifra insignificante. Y consiguieron lo que buscaban. Al menos en parte, intentando marcar el camino.
Con el salto del dólar de $6,50 a $8, ¿Por qué vamos a esperar que cierto empresariado o las cadenas de supermercados, adopten una posición responsable y no trasladen inmediatamente a los precios el porcentaje de diferencia cambiaria ? ¿Por qué? ¿Porque hay productos que no tienen componentes importados, o si los tienen, su incidencia es mínima? ¿Porque tienen las tarifas de energía subsidiadas? ¿Porque tienen planes de créditos blandos? ¿Porque facturaron y tuvieron ganancias como nunca en los últimos años, gracias al crecimiento del mercado interno? No importa, los precios se levantan igual.
Estas circunstancias demuestran que habrá que replantearse algunos conceptos, si es que en éste mercado mundial globalizado, todavía existen categorías como “burguesia nacional” o “empresariado argentino”. ¿Hay mucha diferencia entre el Presidente de Arcor, Luis Pagani, y el Sr. Aranguren, cuando se trata de maximizar ganancias ?
Un sector que fue favorecido de una manera sin precedentes por el Gobierno Nacional, el sector industrial, tiene entre sus componentes, algunos representantes de grandes industrias que invirtieron las utilidades de éstos años principalmente en el sistema financiero o en participaciones en los grandes pooles sojeros, ¿Por qué esperamos entonces que tengan una actitud de defensa de la política de industrialización? ¿Por qué vamos a esperar que en las asociaciones que conducen las grandes empresas, como en la UIA, prevalezca el interés de un pequeño empresario del interior ?
Con adversarios de tanto poder económico y mediático ¿Por qué quejarnos cuando ese adversario ataca? ¿Cuál sería la causa para que no agredan a un Gobierno que afecta sus intereses económicos? Sería infantil pretender que ciertos grupos, como el cerealero exportador, cedan amablemente posiciones y acepten pacíficamente la regulación económica de un Gobierno que grava su rentabilidad extraordinaria. O que las empresas extranjeras se resignen a no poder fugar divisas a través del envío de sus ganancias a las casas matrices.
Los poderosos enemigos que éste Gobierno tiene, son la prueba más clara que durante diez años en Argentina, se gobernó privilegiando el interés de la gran mayoría de la población. Esto algo tiene que ver con la justicia social. Y por eso éstos grupos económicos conspiran contra un gobierno constitucional, y son los mismos de siempre.
Los mismos grupos –y en algunos casos hasta las mismas caras- que a partir del año 76 financiaron el baño de sangre que hubo en el país. Con coincidencias ideológicas con sus ejecutores, por supuesto. Pero a cambio de ese financiamiento, muchos tuvieron bandera verde para apoderarse de empresas y bienes ajenos. Después, se travistieron a demócratas, y son los mismos que hoy se quejan de la falta de diálogo y consenso, mientras preparan golpes de mercado.
El Gobierno tiene que luchar en muchas trincheras. Y ya no hay un funcionario como Moreno, que observaba y controlaba obsesivamente y a tiempo completo, no solo la cadena de comercialización, sino también importaciones, exportaciones ,combustibles y mercado cambiario. Claro que es obligación del Gobierno atender estas cuestiones, porque para eso lo votó el 54% de la población. Pero cuando las ofensivas en los distintos frentes son tantas y simultáneas, y además alimentadas, fogoneadas y agigantadas al infinito por los medios de comunicación, se corre el riesgo de caer en el desánimo y la desesperanza generalizada. Ese es justamente el objetivo de los enemigos del país. Los mismos de siempre.
Después de la escalada inflacionaria generada deliberada y artificialmente, si no hay reacción, el próximo paso será el desabastecimiento. Luego la situación de descontento social que esto genera, el supuesto caos, la ingobernabilidad, todo para forzar el fin anticipado de un mandato constitucional, y colocar, por fin, después de diez años, un gobierno que como lo marca la naturaleza de las cosas según ellos, responda a las instrucciones de los grupos económicos concentrados.
Por eso sería suicida bajar los brazos. El Gobierno tomó una serie de medidas por estos días a causa de la escalada de precios, y hace advertencias públicas a las empresas y comercializadores, de aplicar sanciones en base a leyes como la de abastecimiento y defensa de la competencia.
Pero las medidas de un Gobierno que está solo frente a los poderes económicos, necesitan tener el respaldo de un importante sector la población para que sean efectivas, única forma de evitar que los de siempre se lleven puesto un gobierno constitucional, y vuelvan a instalar las fábricas de pobreza y marginalidad.
Es necesario que las organizaciones políticas y sociales tengan una participación activa en defensa de las medidas del Gobierno, que se toman a favor de los intereses de la enorme mayoría de la población. Y si no se encuentran canales de participación, habrá que exigir que se abran, porque al Gobierno elegido por el pueblo, le quedan casi dos años de mandato, y no hay ninguna razón para esperar que los grupos económicos concentrados cambien su agresiva estrategia desestabilizadora. Por eso, no hay que bajar los brazos.
pero lo único claro es que ellos pretenden (como ha sido durante mucho tiempo hasta el año 2003) tomar las decisiones económicas y determinar la política exportadora y cambiaria del país...
ResponderEliminarmas claro que el agua clara
¿Hasta cuando habrá que aguantar el enriquecimiento y la especulación de quinientos tipos que joden a 40 millones?
ResponderEliminarSe viene la Junta Nacional de Granos, aunque venga ahora con otro nombre.
La oficina para inscribirse como agente en quema de silos bolsa ¿en que horario funciona?
ResponderEliminargracias nestornautas, siempre son un gps para mi.
ResponderEliminar