LA FRASE

"DE MI ASCENSO A SECRETARIO DE ESTADO SOLO DIRÉ QUE SI UNO ES BUENO EN LO SUYO, EL RECONOCIMIENTO SIEMPRE LLEGA." (MANUEL ADORNI)

sábado, 12 de julio de 2014

¿VOS DECÍS ENTONCES QUE LA FOTO NO EXISTE?


Leemos la habitual columna de Lanata en Clarín de los sábados, intentando aproximarse al fenómeno Mascherano, en el contexto de este tro fenómeno que es el fútbol.

Y más allá del brutal fallido que destaca el título del post (al fin y al cabo, la imaginación popular pone en el cinco de la selección el logro de los imposibles), es interesante como el hoy devenido sociólogo de ocasión sigue sin entender un pomo; o sin poder desviarse de su idea matriz de que éste es un país de mierda, con todos nosotros adentro incluido en la calificación.

Salvo el mismo claro, que dicho sea de paso, tiene menos fútbol que la revista Para Tí.

Dice Lanata:"El jugador de la Selección Javier Mascherano se convirtió en una especie de héroe nacional instantáneo. El vértigo con el que creció la figura del deportista hablaba con absoluta claridad de las necesidades que su figura evocaba. Ahí estaba un jugador de bajo perfil, que siempre utiliza el plural al hablar y que se mantuvo como líder natural de su grupo aunque formalmente hace meses que dejó de ser el capitán del equipo.

Es exactamente lo contrario a lo que somos, me decía Marcelo Longobardi en la radio, ayer a la mañana. ¿Es Mascherano lo que somos o lo que queremos ser? ¿El reguero de pólvora de chistes, el centimil, las miles de menciones a Mascherano en las redes sociales evocan una necesidad, o la melancólica ausencia de lo que no seremos jamás?
De pronto los argentinos, inventores de la cultura de “salvarse” con un batacazo individual, sentimos la necesidad de un equipo, del trabajo y del tiempo que se tarda en realizarlo.
Es probable que ni Mascherano sepa lo que despertó. Nos mostró lo que queremos ser. Nos enseñó que la humildad, el trabajo y el sacrificio pueden ser “negocio”. Hay demasiadas uñas mordidas como para intentar algún equilibrio: esta semana la Argentina se reconoció en un héroe poco convencional si analizamos nuestra historia.
Todos los chistes –que siguen y siguen apareciendo– nos muestran, como incorregibles que somos, pidiéndole imposibles. Pero también sintiéndolo cerca nuestro. ¿Estaremos, colectivamente, intuyendo el futuro? ¿Podremos pensar alguna vez en una Argentina de bajo perfil, con trabajo y compromiso, sin grietas y tan normal como Mascherano?".

Hace poco decía Gerardo en éste post: "Está bueno que los sueños argentos se hayan depositado en Mascherano, porque Masche no es el habilidoso que resuelve a puro ingenio una jugada; Mascherano no podría jamás realizar el gol con la mano con la artística del Diego. Pero Mascherano logra objetivos en base a una muy fina lectura estratégica del juego y una utilización exquisita de recursos físicos para llegar a tapar en todos lados. El mismo esfuerzo del docente que sale del turno mañana y en el bondi se toma un yogurt mientras viaja a la otra escuela; el mismo laburo de la flaca que llega 5 minutos tarde a retirar a los pibes de la escuela, pasa por el chino a comprar lo justo y necesario para la cena y se pone a hacer las camas antes de ponerse a descansar un rato viendo Bendita...

No es casual que los argentinos hayamos puesto en Mascherano todo lo que queremos que nos pase. En una de esas estamos aprendiendo que los objetivos no se logran sólo con genialidades y destrezas individuales sino con mucho esfuerzo personal y laburo colectivo.".

A simple vista, los dos estarían diciendo lo mismo, y sin embargo si se profundiza en la lectura no.

Porque así como Gerardo detecta en el devenir diario los miles de Mascheranos que nos rodean, Lanata plantea lo que expresa el jugador de la selección como algo tan extraño a nuestra propia forma de ser, a nuestra idiosincracia como pueblo, que casi ni parece que Masche fuera argentino.

O que es prácticamente imposible que nosotros -como pueblo, como país- logremos alguna vez ser como Mascherano. Es la pedagogía de la derrota, de la que hablábamos el otro día acá con la cita de Jauretche, del que tomamos el concepto.

Es la misma idea con la que nos enseñaron nuestra historia, con héroes inalcanzables y descarnados, que nunca podríamos imitar porque no se parecen en nada a nosotros.

La diferencia entre ambas -al menos en nuestra opinión- no es menor, porque en el otro caso la idolatría parte de la identificación de la gente común, con el personaje notorio; que demuestra en lo suyo (expuesto y replicado en todo el mundo, por lo que significa el fútbol) de lo que podemos ser capaces los argentinos.

Y la conclusión en términos de esperanza a futuro de realizaciones colectivas es diametralmente opuesta.

2 comentarios:

Norberto dijo...

El trabajo de destrucción que ahora intentan borrar, y que también abarcó a la selección, ha sido tal, que hoy todo el mundo está conforme con el segundo puesto, salvo por supuesto la selección y quienes siempre apostamos y nos conformamos con un cuartos de final, y también queremos el país que estamos construyendo, ese que se hace con mierda y barro, mierda que sabemos quienes aportan.
Nunca menos y abrazos

Tilo, 73 años dijo...

Mascherano logra que se conozca el origen real de los hijos de Ernestina, que se saque del cajón de una buena vez la causa de Papel Prensa y que el negociado del pequeño pasquín argento con sus acciones compradas por las ex-AFJP se exponga y se castigue a los que cometieron semejantes delitos.

Saludos