LA FRASE

"ELCOMITÉ DE CRISIS POR LA GUERRA EN MEDIO ORIENTE LO DISOLVÍ AL DÍA SIGUIENTE DE CREARLO PARA QUE VEAN QUE VOY EN SERIO CON LO DE ACHICAR EL ESTADO." (JAVIER MILEI)

miércoles, 7 de marzo de 2018

NADIE ESTÁ EXENTO



Se pelean con la UIA, porque salieron a plantear su preocupación por la apertura indiscriminada de las importaciones, el aumento de las tarifas y la caída del consumo; y la respuesta fue tildarlos de llorones, chicanearlos con Moreno y hacerlo meter preso a Lascuraín bajo el cargo de... haber bancado algunas políticas del kirchnerismo.

Se pelean con Moyano porque no acepta negociar a la baja el convenio de Camioneros, lo carpetean por intermedio de la hormiga Ocaña y le hacen allanar con la cana la obra social del sindicato.

Quieren sancionar a Central porque los hinchas entraron un ataúd con el nombre de Macri a la cancha, y el chupaculos rompe huelga de Marconi quería suspender los partidos donde las hinchadas canten el hit del verano.

Eligieron como blanco predilecto a los docentes para escarmentar en ellos todos los reclamos salariales y laborales que se originan en no aceptar ni la flexibilidad laboral, ni el cepo a las paritarias; les rompieron la paritaria nacional y fogonean desde el ejército de trolls campañas de desprestigio contra Baradel o Sonia Alesso.

Siguen buscando provocar a Cristina para sacarla de las casillas y subirla al centro del ring, para que se hable de ella y de su gobierno, y no de lo que está pasando en el país.

Antes se habían peleado con el Papa, los mapuches y los familiares de las víctimas del ARA San Juan.

Y ahora la rematan peleándose con Calabrese y “Cocineros Argentinos” por haber pasado en el programa el hit del verano, aun sin cantarlo; con lo cual no hicieron más que confirmar que el tema les jode, porque visibiliza el descontento de -al menos- una buena parte de la sociedad con sus políticas.

Si la economía anduviera realmente también como dicen y tuvieran el control total de la agenda, evitarían todos estos conflictos o tenderían a encapsularlos; pero la realidad es que la cosa no camina, y a eso hay que sumarle su tolerancia cero visceral a toda forma de disidencia, crítica, oposición o protesta.

No importa si esta se traduce o no en paros, movilizaciones u obstáculos puestos a sus iniciativas, y no vacilan en apelar a todos los medios represivos a su alcance, por derecha o por izquierda, por los canales formales o por las vías del apriete.

Tampoco interesa si la crítica es pública, o intramuros; y hasta les molesta que no haya apoyos totales e irrestrictos a cada iniciativa que plantean.

Todo lo señalado no es una muestra de la fortaleza del gobierno, sino exactamente de lo contrario: de su debilidad, de su profunda incapacidad política para encauzar las cosas; que es consecuencia a su vez de la total falta de alternativas viables a un proyecto que fracasó en el país cada vez que se ensayó, y todo indica que volverá a fracasar en este nuevo intento.

Todo esto, claro está, no implica que la oposición capitalice el descontento social y el desconcierto del gobierno; ni que el gobierno deje de tener disponibles todas las herramientas para perseguir y reprimir al que se le cante, en tanto se oponga a sus deseos, pero precisamente allí radica el problema: si algo está claro en éste contexto es que nadie (sea cocinero, sindicalista, empresario o Papa) está exento de caer en la mira, el carpetazo judicial y el anatema presidencial.

Y un plan económico inviable en un contexto creciente de descontento social al que desde el Estado se le responde con autoritarismo político, no puede tener buen final.

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