LA FRASE

"DE MI ASCENSO A SECRETARIO DE ESTADO SOLO DIRÉ QUE SI UNO ES BUENO EN LO SUYO, EL RECONOCIMIENTO SIEMPRE LLEGA." (MANUEL ADORNI)

sábado, 11 de agosto de 2018

CUADERNOS DE LA CRISIS


Pasó el debate por el aborto, y aun en medio de la saga de los cuadernos, la realidad -impiadosa- se abre paso: la economía no se va a la mierda sino ya está allí, el dólar sube aun con las tasas por las nubes, se acelera la fuga de capitales y la "lluvia de inversiones" se transforma en un torrente indetenible de guita que se fuga, buscando escapar del naufragio del Titanic macrista. 646 palos verdes de las reservas menos, en un día en el que el dólar rozó los 30 pesos, y el "riesgo país" trepó a los 711 puntos cuando al irse Cristina (y sin que nos prestaran) era de 480. 

El FMI le cierra al gobierno el camino a un "repo" con los bancos para refinanciar vencimientos de deuda y recomponer las reservas del Banco Central, mientras le pide que suelte el dólar para que vuele hasta donde deba llegar; sin reparar en los costos que eso trae aparejados. Tampoco es que el gobierno (en este esquema) contara con muchas herramientas a la mano para contenerlo, sin destrozar todo en el intento. 

Las variables socioeconómicas se deterioran aceleradamente, y con ellas las condiciones de vida de millones de argentinos: los ¿aumentos? del Salario Mínimo Vital y Móvil y las jubilaciones corren de atrás a la inflación, resignando poder adquisitivo y capacidad de consumo, y las paritarias de los trabajadores convencionados siguen el mismo camino, aun las de aquellos que lograron sortear el "cepo" oficial. Las siderales tasas de interés incrementan las rupturas de la cadena de pagos, complican el financiamiento de las empresas y hacen subir (junto a la recesión) los pedidos de concursos preventivos, con su secuela de destrucción de capital de trabajo y empleos. 

La crisis económica se acelera, y al ritmo de ésta, la institucional; tanto es así que la operación "Cuadernos" tiene por objeto destruir a Cristina y al kirchnerismo como únicas salidas viables, y colocar al país en la misma situación que estaba en 1989 (con un candidato a presidente que mandaba en las encuestas y luego ganó, al que "disciplinaron" con la hiperinflación para obligarlo a adoptar el programa de los grandes grupos económicos), y en el 2001 (con un vacío de poder que llenaron con un presidente de transición, dispuesto a aplicar ese mismo programa, o sin la fuerza de los votos para oponerse); pero sin correr el riesgo de "sorpresas" como la que significó Néstor Kirchner en la salida de esa última crisis.

Por eso no es extraño que el "Lava Jato" argentino esté direccionado a demoler el capital simbólico del kirchnerismo tanto como las posibilidades electorales de Cristina, aun cuando parezca que caen en el barro algunos empresarios (como los cercanos a Techint, o el club de constructores de la obra pública): ese es un aspecto colateral de la maniobra, con el que el club de los dolarizadores trata de dirimir su interna con el de los devaluadores, a ver cual impone su programa sobre las cenizas del país que dejará Macri; pero el revoleo de mierda se les fue de las manos, y nadie puede predecir en que terminará. El propósito real lo blanqueó Marcos Galperín, el de "Mercado Libre": incinerar al kirchnerismo como expresión política (bajo el eufemismo de "terminar con la corrupción"), aun al riesgo de agravar una crisis que por supuesto, a él no lo afectará.

Claro que esas son todas especulaciones abstractas en medio de una crisis que -como muchos vienen advirtiendo- combina elementos de las dos anteriores: proceso inflacionario desbordado, crisis del sector externo y hasta un posible default; alternativas todas que no pueden ser descartadas, y son altamente probables en el actual contexto.

Por eso los verdaderos dueños del país, los que medraron siempre con las situaciones de excepcionalidad económica (que contribuyen a crear) e institucional (que aprovecharon invariablemente) tratan de crear un clima de anomia social, de descrédito y repulsa generalizada a la política, que impida una transición normal, con una salida electoral y -peor aun- con una alternativa política "populista" que pueda amenazar sus intereses; tomando (de llegar al poder) las medidas indispensables para salir del pantano en el que nos colocó el macrismo: controles de capitales, administración del mercado cambiario, controles al comercio exterior, desdolarización de las tarifas y del precio de los alimentos reimplantando las retenciones, apenas para empezar.

Y como lo reveló el debate por el aborto legal, cuentan en la tarea con la inestimable ayuda de los liliputienses de la política, que miran siempre su propio ombligo, cuidando sus quiosquitos: fue muy patético ver a referentes de la izquierda y el progresismo más preocupados por remarcarle a Cristina (que votó a favor de la IVE) que ella no impulsó el tema durante su gobierno, que en ver como lograban sumar más voluntades para que el proyecto terminara sancionado. La "sororidad" dio paso al viejo y querido gorilismo, de gente que exacerba el narcicismo de las pequeñas diferencias, para no coincidir jamás con el peronismo, en  especial cuando éste puede disputarles clientela electoral, tomando sus banderas y haciéndolas realidad, como pasó entre el 2003 y el 2015.

Creen que el país se aproxima hacia un proceso electoral "normal", en el que la gente podrá decidir tranquila y sin la angustia de saber si podrá llegar a fin de mes, tanto como para ver ciertos "matices", y distinguirlos en medio del humo de un país que se incendia. Allá ellos con sus pelusas en el ombligo, los problemas del país son muchos más serios, y la responsabilidad de ofrecer una salida a la crisis parece recaer exclusivamente sobre los hombros del peronismo, y dentro de él, sobre Cristina y el kirchnerismo.

No estamos para experimentos, ni alquimias extrañas, y el próximo gobierno (que encontrará un país desvastado) deberá ser todo lo fuerte que pueda, en un contexto de licuación de la autoridad presidencial y corrosión de la capacidad arbitral del Estado, por su desguace sistemático, su colonización por los "conflictos de intereses", y la resignación deliberada de sus capacidades regulatorias y arbitrales. El sueño del poder económico, para poder imponerle condiciones a la política, más allá de las azarosas contingencias electorales a las que ellos son ajenos.

Y como el país no está para experimentos, tampoco está para improvisados, que o bien no se animan a dar el paso al frente para ponerse al hombro la expresión opositora, o hasta ayer nomás (por que no todavía hoy) creían y creen que de esto se sale haciendo "macrismo mejorado y con sensibilidad social".

Pero esto no lo decimos nosotros, sino que lo viene percibiendo un número cada día más creciente de argentinos; y de allí el crecimiento de Cristina en las encuestas. De allí también el cuadernazo, la bala de plata que tuvo que gastar el régimen (por el fracaso de su experimento) un año antes de las elecciones, apuro que acaso explique algunas desprolijidades burdas que estamos viendo. Tuit relacionado:

1 comentario:

manulo dijo...

Gracias por la claridad y la lucidez de siempre. Agrego alguito: el Lava Jato en Brasil encanó a Lula pero no quebró su liderazgo popular. Sospecho que tampoco podrán hacerlo con Cristina.