LA FRASE

"AEROLÍNEAS ARGENTINAS NO DEPENDE DE MI CARTERA, ASÍ QUE NO VEO POR QUÉ MOTIVO ME VESTIRÍA DE AZAFATA." (LUIS PETRI)

lunes, 15 de octubre de 2018

NO HAY QUE INTERRUMPIRLOS


Por supuesto que el grueso de los argentinos tiene preocupaciones mucho más acuciantes que los movimientos políticos de cara a las elecciones del año que viene, y que en el actual contexto socio-económico las mismas elecciones parecen a un siglo de distancia. Sin embargo, son esos movimientos los que permiten ver por donde anda o puede andar la cosa en términos de impacto sobre la opinión pública, la imagen del gobierno, y sus políticas.

La tapa de Clarín de ayer que muestra la imagen de apertura refleja dos hechos principales, que para algunos podrían llamar la atención: por un lado el intento de instalar la figura de Vidal como posible recambio de un desgastado Macri, y por el otro la amplificación de los brulotes de Carrió contra el presidente, su gabinete y sus operadores judiciales.

Ambas cuestiones obedecen a decisiones editoriales del diario del mayor grupo de medios del país, el mismo que con sus medios audiovisuales viene dándole amplisima repercusión a la ofensiva de la pitonisa hacia el interior de la coalición de gobierno, más precisamente hacia el corazón de su mesa chica de toma de decisiones, o sea, Macri. 

Una (Vidal) se nos presenta como la cara sensible del régimen, preocupada por el impacto social de algunas de las políticas del gobierno, tratando de llevar "la voz de la calle y la gente común" al seno del gobierno para suavizarlas, infructuosamente; de allí que "tome distancia", "concentrándose en la gestión" de la provincia a su mando. La otra (Carrió) encarna los presuntos valores morales caros al sentimiento del votante promedio de "Cambiemos", y una apelación a sostenerlos, en una cruzada contra la corrupción que no debe ceder, aunque caigan figuras del propio gobierno, o ligadas al presidente, como Calcaterra.

Está bastante claro que, a diferencia de otras oportunidades, los dos movimientos son gestados desde el Grupo, por fuera de la estrategia comunicacional que intentan instalar Marcos Peña y Durán Barba, de mostrarnos a Macri como el hábil piloto de tormentas que nos llevará a buen puerto en medio de la tempestad de la crisis...generada por él mismo y su gobierno: con lo finito que viene el gobierno en términos de caída de su imagen, con lo profunda que viene siendo la crisis y lo extendida que será, y con la posibilidad de un estallido terminal del modelo de valorización financiera a la vuelta de la esquina, pensar que estas disputas de conventillo fueran alentadas desde el interior del propio poder político institucional del país, sería para alarmarse más aun por el grado de irresponsabilidad.

Las razones por las cuáles Clarín alienta estas maniobras pueden ser variadas, e ir desde cuestiones de negocios pendientes por las que está presionando al gobierno (como conseguir la aprobación de la Comisión Nacional de Valores a la transferencia de las acciones de Telecom a Cablevisión en el marco de la fusión), hasta el ingreso en otra fase del famoso teorema de Magnetto del que hablaba (por boca del propio CEO del grupo) José Pirillo, el ex dueño de "La Razón": ese momento en el que Clarín advierte que un gobierno o un dirigente (en este caso Macri) ya se ha convertido en un estorbo, y es conveniente abandonarlo y soltarle la mano. O acaso en calle Piedras están leyendo lo que la mayoría: el deterioro del gobierno y de Macri son irreversibles, y no tiene sentido atar su suerte a un proyecto político que está en fase de salida.

Como fuere, más interesante que escudriñar los motivos, es analizar las consecuencias, que no serán inocuas; teniendo en claro que estas cuestiones carecen de impacto entre los electores que ya adversan con el gobierno desde sus comienzos, y tienen muy poca influencia entre quienes, habiendo votado por Macri en el balotaje, hoy están decepcionados con su gestión, y exploran otras alternativas, acaso convencidos de que "la campaña del miedo" no era tan exagerada.

Mientras la figura de Vidal como recambio puede seducir a algún votante de "Cambiemos" que no volvería a votar a Macri, en el caso de Carrió se trata de votos del núcleo duro original de la coalición gobernante, y si la ex chaqueña decidiera tensar las cosas al extremo de romper la alianza e ir con una candidatura propia, restaría votos a la coalición que llegó al poder en 2015, favoreciendo las chances de la oposición.

Lo real es que, movidas de Clarín aparte, restan meses de recesión y crisis económica por delante de acá a las elecciones, con un proceso de dinámica imprevisible para determinar en que condiciones se llega a ese punto, pero nada parece indicar -hoy por hoy- que el gobierno consiga recomponer su imagen. Como tampoco nada indica que las piezas jugadas en la maniobra (Vidal y Carrió) tengan realmente intenciones de tener vuelo propio por fuera del actual dispositivo político oficialista, como parecen sugerirlo los encabezados del gran diario argentino; a lo que hay que sumar un dato no menor: más allá de la alianza de clase que lo sustenta, el PRO (socio controlante de "Cambiemos") es en buena medida un proyecto personal de Mauricio Macri (biológico, diría Pagni), de modo que ¿quién sería el encargado de convencerlo de que acepte dar un paso al costado para ser reemplazado como candidato?

Pero aun así -y sobre todo así- el daño que genera al interior del oficialismo todo este cotolengo, estaría hecho, y entre sus propios votantes: supongamos (como es lo más probable) que Vidal vuelva a ir por la gobernación de Buenos Aires, y que Carrió (como también es más probable) no saque los pies del plato de "Cambiemos", ¿cómo quedarían sus respectivas imágenes, las de Macri y las del gobierno si nada cambia en las políticas de fondo respecto de las que la gobernadora presuntamente tomó distancia, o en el manejo de las causas judiciales que denunció Carrió?

Porque si algo está claro ya ahora, es que Macri no retrocederá en ninguno de los dos aspectos, y no precisamente por su firmeza de carácter: la política económica es la que le exigen sus compromisos con el FMI que es su único salvavidas, y al mismo tiempo es la que responde a sus más íntimas convicciones, desde el primer día, y a los intereses que tutela y expresa; y la "cruzada contra la corrupción" es en realidad un mecanismo para sacar de la cancha opositores políticos (como Cristina) o sociales (como los Moyano): nadie en su sano juicio puede suponer que va en serio, y que incluso interfiriría con sus negocios, o los de sus socios y familiares. Eso es desconocer la esencia misma del presidente.

Vistas así las cosas, la tapa de Clarín de ayer y lo que representan pueden ser leídas de dos modos, complementarios entre sí: son tanto el reflejo de una situación de ostensible deterioro político de Macri, el gobierno y "Cambiemos" (al que por cierto, Vidal no es ajena, y por eso nos quieren hacer creer lo contrario, despegándola), como una respuesta torpe para enfrentar una situación complicada, porque si algo no requiere la coyuntura para el oficialismo, son este tipo de cosas que sólo suman desgaste a una gestión ya deteriorada. Tuits relacionados:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saben que el votante promedio de cambiemos es un estúpido irreductible. Saben que con zócalos de TN y tapas de Clarín es suficiente para direccionar el voto de éstos imbéciles.
Pero también saben que los cabezas de termo no superan el 30%. Y que no les alcanza.
Necesitan fragmentar aún más a la oposición y evitar como sea que Cristina siga creciendo como referencia del enorme descontento social.
La destrucción de Cristina -por cualquier medio- es el único objetivo de la mafia de saqueadores.
El Colo.