LA FRASE

"AEROLÍNEAS ARGENTINAS NO DEPENDE DE MI CARTERA, ASÍ QUE NO VEO POR QUÉ MOTIVO ME VESTIRÍA DE AZAFATA." (LUIS PETRI)

viernes, 18 de octubre de 2019

EL PRÓXIMO 17


El peronismo conmemoró ayer el Día de la Lealtad con una muestra de unidad "de lo que debía unirse" de cara a las trascendentales elecciones de éste año; y a pocos días de lo que será sin dudas un contundente triunfo electoral que le pondrá punto final al tercer experimento neoliberal que depreda la Argentina en los últimos cuarenta y pico de años.

Con algo más de una semana por delante hasta las elecciones, el acto de La Pampa (la ex "Provincia Eva Perón") obró como virtual clausura de una campaña que es la más parecida a aquella del 45'/46' que se recuerde: impresiona el paralelismo que existe entre las coaliciones sociales que confrontaron entonces y las que lo hacen hoy, y sus correspondientes expresiones políticas.


Si hasta hubo muestras de bradenismo explícito, con el embajador yanqui explicándole al candidato del "Frente de Todos" que cosas su gobierno no está dispuesto a tolerar por su posición sobre Venezuela; y el FMI funcionó como financista de la campaña de reelección del candidato de la Argentina gorila.

En aquel 17 el pueblo rescató a Perón para defender sus conquistas, en este octubre el peronismo fue capaz de sobreponerse a las divisiones, y convertirse en el eje articulador de una propuesta política que le diera esperanzas al pueblo argentino, de ser rescatado del marasmo macrista.

Bien decía el propio Perón (que lo pudo comprobar en carne propia aquel 17, el primero) que el pueblo no olvida al que no lo traiciona. Por eso Perón siguió siendo Perón aun derrocado, en el exilio, proscripto y con la pretensión absurda de ser desterrado por decreto de la memoria de los argentinos: porque no traicionó a su pueblo.

Y si se nos permite la comparación, por eso Cristina (la gran protagonista de la unidad que nos condujo a las puertas de la victoria), sigue siendo Cristina: porque no traicionó al pueblo que confió en ella. Recordatorio necesario en tiempos que se le exige a Alberto Fernández que de muestras de "independencia" de ella, o que garantice que no tendrá ninguna injerencia en su gobierno.


Se lo pide el gorilismo nucleado en los sellos del establishment que hasta ayer apoyaba sin reparos la reelección de Macri, y que tras el sopapo electoral de las PASO viene intentando hacer entrismo en el "Frente de Todos", condicionando a su futuro gobierno, como los chantas del Coloquio de IDEA, la AEA y el "Foro de Convergencia Empresarial" que le quieren armar el gabinete.

La hora es difícil, y los años venideros estarán plagados de dificultades. Por eso no son para tibios, ni oportunistas que se bajan del tren a la primera de cambio, ni para arribistas de la última encuesta: por el contrario requiere de los leales, los francos y los decididos.

E incluso requiere que se marquen las diferencias cuando sea necesario: el propio Alberto viene diciendo que si pierde el rumbo o se equivoca, salgamos a la calle para hacérselo saber. Lo dijo en el Nacional Buenos Aires, y lo repitió en el Congreso de la CTA que planteó su retorno a la CGT, y en el acto de homenaje a Perón en el Consejo Nacional del PJ.

Porque como decía Dardo Cabo, los leales a veces disienten, pero los obsecuentes traicionan siempre; y -esto lo agregamos nosotros- el pueblo reconoce las dificultades y sabe que las cosas no cambiarán como por arte de magia por el mero cambio de gobierno; pero no tolera las traiciones: si estuvimos a la altura de sus demandas siendo capaces de unirnos y organizarnos para ganar, sigamos haciéndolo cuando tengamos la responsabilidad de gobernar.

Ese era en el fondo el sentido de las conmemoraciones del 17 de octubre en el primer peronismo, y en los 18 años de la proscripción: la revalidación de la lealtad a aquel con quien fueron felices, y la revalidación del compromiso de Perón, de hacerlos felices; porque como dicen, la lealtad es un camino de doble vía

El pueblo fue leal a Perón aquel 17, y por ser leal fue feliz 10 años. Seamos leales a nosotros mismos, a nuestra historia, a aquellas banderas históricas que hoy siguen estando más vigentes que nunca, al mandato popular y seremos felices y -mucho más importante aun- volveremos a hacer felices a los argentinos. 

Hagamos realidad aquello tan sencillo y tan potente de luchar por la grandeza de la patria, y la felicidad del pueblo: nada más, y nada menos. Y dentro en un año volvamos a festejar la lealtad, siendo felices, por haber sido leales. Tuit relacionado: 

No hay comentarios: