LA FRASE

"ME DICEN QUE ESTÁ VINIENDO PARA ACÁ EL MINISTRO CAPUTO, ASÍ QUE TRÁIGANME ESA REMERA QUE DICE "NO HAY PLATA"." (KRISTALINA GEORGIEVA)

miércoles, 6 de noviembre de 2019

LA LUNA DE MIEL TERMINÓ ANTES DE EMPEZAR


Salvo los que participen del mundo artificial creado por la propaganda del macrismo (que no son pocos), nadie puede ignorar que el futuro gobierno asumirá el mando de un país devastado, con todos sus indicadores económicos y sociales en rojo, y con un enorme cúmulo de demandas que resolver, desde el primer día.

En circunstancias normales, eso le daría al nuevo gobierno -máxime si fue electo democráticamente, con una clara mayoría- un margen de crédito social para comenzar a trabajar, lo que los politólogos suelen llamar la “luna de miel con la sociedad”. Sin embargo, está claro que en el caso de Alberto Fernández y el “Frente de Todos” eso no será así; al punto que si uno repasara rápidamente las tapas de los diarios de estos días pareciera que ya hubiera asumido, y que algunas de las medidas impopulares que está tomando en Macri en su retirada fueran de su autoría.

Del mismo mundo onírico del cual surgieron cosas como que las PASO no habían sucedido, o que Macri perdió la elección pero ganó o hubo un virtual empate técnico, viene la idea; y eso es por una razón muy sencilla: tributa a la misma lógica de esmerilar a la nueva administración, recortándole su margen de maniobra de modo tal que se vea forzado a adoptar un set de políticas que es el único que se presenta como racional; y que casualmente viene a ser el que venía ejecutando la fuerza política que perdió las elecciones en su gobierno.

En ese marco y frente al llamado del nuevo presidente al pacto social para concertar acuerdos que permitan salir de la crisis, las respuestas son ciertamente decepcionantes, y no es que uno abrigara demasiadas ilusiones al respecto: desde empresarios que aceleran sus planes de ajuste despidiendo empleados por las dudas se reponga la doble indemnización, hasta bancos, prepagas, petroleras y formadores de precios que (con la tolerancia, vista gorda o lisa y llana autorización del gobierno) remarcan sus productos como si la demanda estuviera recalentada y no por los suelos como está, intentando congelar una foto más regresiva aun de la distribución del ingreso, antes de que se pueda sellar alguna forma de acuerdo de precios y salarios.

Que decir del llamado de AF a enterrar el hacha a los grandes conglomerados de medios, que fueron parte fundamental del dispositivo político ampliado que sustentó al macrismo en salida: que lo han tomado como una rendición incondicional más que una oferta de paz, y le están mostrando los dientes para dejarle en claro que no se han tomado muy bien la derrota y salida de “su” gobierno, el que no solo votaron y apoyaron, sino que protagonizaron en más de un sentido.

Otro tanto con las movimientos más o menos soterrados que se vienen dando entre los productores agropecuarios de la franja central del país donde los votos adversaron al FDT, que conducidos por los referentes de las entidades patronales del sector de modo más o menos disimulado, advierten que si hay retoques en el esquema de retenciones, volverán a las rutas como en las jornadas del 2008, en abierta actitud sediciosa. Del afán de colaborar en el plan de la lucha contra el hambre ya poco se habla, como de la “emergencia alimentaria” sancionada por el Congreso, que ni siquiera se menciona.

Por el lado de la política, el macrismo social se parece cada día más a las oposiciones venezolana o boliviana, y lejos de metabolizar la derrota electoral, va desde ideas delirantes como la secesión de las provincias de la región centro para fundar otro país, hasta la promesa de ejercer una oposición intransigente e intolerante con el nuevo gobierno, desde el primer día y en todos los frentes. Lo cual sería motivo de risa o consumo irónico en las redes sociales, si no fuera que es a esos sectores a los que aspira a seguir representando Macri cuando manifiesta su deseo de seguir participando n política, y ejercer el liderazgo de la oposición.

Que lo consiga o no es una cuestión secundaria al hecho de que, en el intento, empiojará el panorama político en el que deberá desenvolverse la futura administración: basta para comprobarlo  el hecho de que hay funcionarios del actual gobierno como el ministro de Educación, que insólitamente espolean a la CGT para que incremente sus demandas al nuevo gobierno. Y esa radicalización discursiva del macrismo en el tramo final de su campaña amenaza prolongarse después de diciembre cuando ya no esté en el gobierno, tiñendo de conflictividad las sesiones del Congreso, al mejor estilo de los años más álgidos del kirchnerismo. 

Lo que se puede saber es que habrá y que no a partir de ahora, incluso antes de que Alberto Fernández asuma formalmente la presidencia: no habrá moderación opositora ni actitud colaborativa, ni nada parecido a un acto de contrición de los medios y grupos empresariales que apoyaron fervientemente al gobierno de Macri; como tampoco habrá nada parecido de parte de éste y los funcionarios que formaron parte de su gobierno: por ahí anda un paper elaborado por el Jefe de Gabinete Marcos Peña intentando convencer a los argentinos de que la Tierra no es redonda, o su equivalente en términos económicos y sociales: que el macrismo deja un país mejor que el que recibió de Cristina.

Habrá -y esto se puede saber desde ahora- comportamientos consecuentes con esa negación: escasa o ninguna predisposición a facilitarle al nuevo gobierno el tránsito de sus proyectos por el Congreso, guerra mediática sin cuartel desde el primer día y aun antes (ya, hoy), dejando atrás ese breve intento de “garrochazo” dialéctico que algunos ensayaron tras la abultada derrota del macrismo en las PASO. Y habrá (está pasando) actitudes cerriles de los grupos más importantes del empresariado, renuentes a ceder posiciones y rentabilidad (que de eso se trata, en definitiva) en aras a un acuerdo social que permita estabilizar la economía y volver a crecer.

¿Cómo no las habría si, luego de los más de 16 puntos y cuatro millones de votos que separaron en las PASO a la fórmula FF de Macri-Pichetto la AEA y el Foro de Convergencia Empresarial con toda naturalidad le plantearon a los ganadores en el coloquio de IDEA que mantuvieran en sus puestos a funcionarios claves del macrismo? 

En este marco no se trata de pedir que el nuevo gobierno y el nuevo presidente la emprendan a los garrotazos contra todos los que desafíen su autoridad o cuestionen las medidas que vaya tomando, desde el primer día; sino de que se entienda que toda concesión que se haga respondiendo a las presiones será tomada como una muestra de debilidad, más que como un intento por ampliar las bases sociales de sustentación más allá de los apoyos electorales recibidos.

Vienen cuatro años de paciencia, templanza, prudencia no entendida como resignación de posiciones legitimadas por el voto ciudadano y muñeca política; y con -en nuestro entender- una necesaria apelación a la movilización popular, que debe ser correspondida con medidas desde el gobierno que hagan que las mayorías que lo votaron, se apropien de él y lo defiendan de los embates que sin dudas recibirá; como ya está pasando ahora, antes de asumir. De nosotros depende (más que de ellos, aunque juegan y como) que esos cuatro años no pasen en vano, y al final del mandato que aun no se ha iniciado podamos legarle al gobierno que nos suceda, un país mejor que el que recibimos.

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