LA FRASE

"ME DICEN QUE ESTÁ VINIENDO PARA ACÁ EL MINISTRO CAPUTO, ASÍ QUE TRÁIGANME ESA REMERA QUE DICE "NO HAY PLATA"." (KRISTALINA GEORGIEVA)

viernes, 17 de enero de 2020

¿USTEDES DICEN QUE CON MENOS MEJORA?


Durante los cuatro años de desgobierno macrista, el gobierno justificaba sus fracasos protestando contra el país que le tocaba gobernar, y su gente. Lejos de las promesas de campaña de resolver rápida y fácilmente los principales problemas del país como la pobreza o la inflación, empezaban a buscar excusas frente a una realidad que no se avenía a los deseos "del mejor equipo de los últimos 50 años".

Eran los famosos "70 años de peronismo" que se alzaban como una maldición para condenarnos al fracaso como sociedad, o que les impedían cumplir con sus promesas, y por eso nos pedía paciencia: esperar el segundo semestre, los brotes verdes, la luz al final del túnel.

Una vez desalojado el macrismo del poder por el urnazo del 27 de octubre, y conforme las propias cifras oficiales van poniéndole datos concretos al estrepitoso fracaso del nuevo ensayo neoliberal en el país en casi todos los planos (salvo en el abaratamiento de la fuerza de trabajo, y la facilitación de la valorización financiera y fuga), el discurso tiene una vuelta de tuerca, esta vez en manos del dispositivo de medios que es la verdadera oposición al nuevo gobierno.

Ahora se trata de "promediar" los desastrosos años macristas con los de los gobiernos kirchneristas, para decir que el país "hace 10 años" no logra tal cosa, o "hace 15 años" que fracasa en tal otra, borrando así las diferencias objetivas y comparables entre ambos períodos políticos.

Es en ese contexto que se pueden leer notas como esta publicada en El Litoral sobre la evolución de la inversión pública en educación, y si nos atenemos a lo que allí se cuenta, el país no tuvo distintos gobiernos, con distintas políticas, en ese campo como los demás: simplemente pasaron cosas; y haciendo lo mismo, se lograron resultados distintos.

En este caso la idea es que la Ley 26075 de financiamiento educativo, sancionada en el año 2005 durante la presidencia de Néstor Kirchner, fue un completo fracaso porque el Estado (la nación y las provincias, incluso algunos municipios) invirtieron más dinero en educación, y los resultados fueron desastrosos; lo cual daría la idea de que el camino correcto sería invertir menos.

Pero si así fuere, la misma nota se desmiente a sí misma, al señalar que entre 2015 y 2018 (último año relevado) las provincias o la mayoría de ellas, invirtieron menos en términos reales en educación, ciencia y tecnología; aunque recibían más recursos con ese fin. Lo de la merma en la inversión es cierto, al menos en algunos casos: la CABA, la provincia de Buenos Aires, Jujuy, Santa Fe y Santiago del Estero son las provincias donde los recursos coparticipables crecieron más que la inversión en educación.

Lo de Santa Fe no nos sorprende, porque lo hemos dicho muchas veces acá, con los propios números oficiales que arrojan las Cuentas de Inversión anuales: en ésta entrada exponíamos los del año 2018 (últimos disponibles), que ratifican la tendencia observada desde el 2007 (o sea, todo el período de los gobiernos del Frente Progresista), en cuanto a que Educación pierda participación porcentual relativo en el conjunto de los gastos del Estado provincial. 

Sin embargo, en éste caso el fracaso del "progresismo" socialista se disimula, haciendo apenas una mención al pasar, dentro del grupo de las provincias de peor perfomance en la materia; pese a que la abundante propaganda oficial se pasó 12 años vendiéndonos lo contrario, y hace poco la caradura de la ex ministra Balagué defendía su gestión diciendo que habían invertido fuertemente en Educación, y acusando a Perotti de tener una visión neoliberal y de ajuste en el área, por tumbarle algunas designaciones puestas a dedo.

El mismo artículo reconoce que hay otras provincias en las que se dio la situación inversa, o sea, la inversión en educación creció por encima del crecimiento de los recursos coparticipables: Santa Cruz, Misiones, Salta, San Juan, La Pampa y San Luis. Que la mayoría de las que decrecieron la inversión en educación en términos reales hayan sido gobernadas por "Cambiemos", y a la inversa, las que aumentaron el gasto educativo por el peronismo, no le llama la atención al cronista: Dios no permita desarmar con datos el lugar común gorila de que el peronismo prefiere mantener ignorante a la población, para manipularla políticamente.  

Porque ahí está la trampa del asunto de "promediar" los ciclos históricos, y descontextualizar las cifras de las políticas concretas que le dieron origen: hacer creer que fueron lo mismo los gobiernos que sancionaron la Ley 26075 de financiamiento educativo con la meta de llegar al 6 % del PBI invertido en educación, ciencia y tecnología (superado con creces para el 2015, cuando orillaba el 6,51 %), que los que la incumplieron haciendo retroceder la inversión en educación al 5 % de un PBI sustancialmente achicado por políticas de recesión, ajuste y pobreza.

Como si fuera lo mismo haber creado la paritaria nacional docente (como hizo Kirchner) que desmantelarla (como hizo Macri), y con ella, el programa de compensación salarial por el cual la nación asistía financieramente a las provincias para que pudieran pagar los salarios pactados en ella. O si fuera igual haber lanzado Conectar Igualdad (como hizo Cristina) que discontinuarlo (como hizo Macri).

O haber construido más de 2000 escuelas nuevas en todo el país o repatrtiar científicos (como hizo el kirchnerismo), que prometer construir 3000 jardines de infantes con la plata del "Fútbol Para Todos" y no haber hecho ni el 1 % de esa cifra, o volver a mandar a los científicos al exilio o a lavar los platos al desfinanciar al Conicet y cortar las becas, como hizo Macri.

Ni hablar del decrecimiento de la inversión en el sistema universitario nacional, acometida por un gobierno que pensaba que sobraban univerisdades, o que estaban al pedo las del conurbano bonaerenses porque los pobres jamás llegan a la universidad. Desde la nada conceptual, la nota habla del crecimiento de la deserción escolar sin conectar el dato con la lacerante realidad social, cuyos indicadores empeoraron sistemáticamente durante el macrismo.

En fin, otro intento por disfrazar el fracaso del gobierno que bancaron (que llegaba también con la promesa de mejorar la calidad de la educación, y se fue como sabemos), trasladando sus culpas a toda la sociedad, a los docentes que faltan mucho, a los padres que no acompañan a sus hijos, o a la persistencia argentina en el fracaso; que al parecer es algo genético y está en nuestra naturaleza, y no depende de las decisiones políticas que toman los gobiernos, o las prioridades que se fijan. 

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