LA FRASE

"NO ES TAN DIFÍCIL DE ENTENDER: ESTELA DE CARLOTTO ES GOLPISTA Y EL GENERAL VIDELA LO ÚNICO QUE HIZO FUE COMBATIR AL TERRORISMO." (VICTORIA VILLARRUEL)

miércoles, 21 de octubre de 2020

AHORA NADIE FUE

 


Por más que la quieran rodear de misterios y discusiones pseudocientíficas, la cosa -al menos en nuestra opinión- es muy sencilla: cuando la cuarentena era más o menos estricta y solo circulaba la gente necesaria para las actividades esenciales, los contagios eran pocos y las muertes por el virus, también. Cuando se empezaron a habilitar más actividades, y comenzó a circular más gente, crecieron exponencialmente las cifras: pasó en Santa Fe, y pasó -y pasa- en el país.

En el arranque de la pandemia, nuestra provincia estaba entre las que podía exhibir mejores números, tanto así que cuando en junio arrancó el "distanciamiento social" como relajación de la cuarentena dura del "aislamiento", pasó a tener todo su territorio en el nuevo marco, y así estuvo hasta el pasado 12 de octubre, en que 8 de sus 19 Departamentos volvieron al "ASPO".

En ese tiempo desde la oposición al gobierno provincial se apresuraron a atribuirle el mérito de las buenas cifras al sistema de salud legado por el socialismo, cuando lo cierto es que más del 65 % de los casos comprobados de COVID se detectaron a través de la línea 0800 habilitada por el gobierno de Perotti, es decir sin comprometer ni utilizar la infraestructura hospitalaria.

Y por el contrario, cuando los casos crecieron, el sistema no colapsó -aunque hoy esté tensionado al punto de hacerlo si no se detiene el crecimiento de los contagios- por la ampliación al doble de las camas críticas disponibles, mérito exclusivo de la nueva gestión; sea en los hospitales modulares que se construyeron con apoyo del gobierno nacional (como en Granadero Baigorria o Villa Constitución), sea ampliando las camas de UTI con respirador en los hospitales existentes, como el nuevo de Venado Tuerto inaugurado por Lifschitz en el último año de su gobierno. Hace poco se incorporaron más camas críticas en el viejo hospital Iturraspe de Santa Fe, recuperado por el gobierno provincial con el trabajo de las organizaciones sociales, luego de ser abandonado por el socialismo al construirse el nuevo edificio.

Dicho esto, el punto actual de la evolución de la emergencia sanitaria encuentra a Santa Fe en el ojo de la tormenta, convertida en el epicentro de la pandemia: ayer fue el día récord de casos totales, en las dos grandes ciudades (Santa Fe y Rosario) y de fallecimientos, en un solo día. Pero basta leer los diarios provinciales para advertir que en medio de eso, y pese a eso, todo el mundo sigue piiendo que se habiliten actividades (como la pesca o la navegación, los hipódromos o los bares y restaurantes en los shoppings), como si nada hubiera pasado.

Y hay actividades habilitadas con protocolos que no se cumplen, ni nadie se encarga de hacer cumplir; como los bares y restaurantes. Lo mismo pasa con otros sectores que se cansaron de hacer marchas y caravanas a la Casa de Gobierno pidiendo que los habiliten. Volvieron las clases en forma progresiva y limitada, en distritos rurales, y ya hay gente pidiendo que vuelvan los jardines maternales.

El panorama descripto habla de un punto de quiebre social e institucional en los cuidados en la pandemia, para prevenir los contagios: en un punto no determinado del recorrido se perdió el hilo, y nadie se preocupó demasiado por encontrarlo. El sistema de salud sigue dando respuestas, como dijimos, en situación crítica; pero ningún sector social parece dispuesto a resignar nada para contribuir a mejorar la situación, y no hubo demanda de "vuelta a la normalidad" clasemediera que no permeara: bares, gimnasios, shoppings, navegación, running, y podríamos seguir. 

Si alguna levantaban la mirada más allá del ombligo de su situación de clase para proyectarse a otra, fue porque esa otra les prestaba algún servicio; como el personal de casas particulares: nadie pidió por los que viven de changa, o los mil y un sectores de la economía informal. Que vuelvan los vuelos de cabotaje y el turismo, el cuarto IFE lo vamos viendo, a ver si hace falta todavía.

Desde los diferentes niveles del Estado se tomó nota de la relajación de la conducta social, y tampoco el poder público parece dispuesto a endurecer las restricciones, o sancionar conductas violatorias de las normas de prevención: no es un juicio de valor, sino una simple constatación.

Y nadie asume tener parte de responsabilidad en el crecimiento de las cifras: todos parecen asumir que los que contagian son los otros, no ellos. "El contagio es el otro", sería. Estamos en el punto en el que nadie fue, nadie pidió que se abran cosas, nadie (intendentes, presidentes comunales, legisladores, funcionarios) alentó los reclamos y se comprometió a apoyarlos nadie violó los protocolos, nadie hizo la vista gorda dejando de controlar, y las cosas solas salieron de cauce; como por arte de magia.

Nadie hizo marchas contra la cuarentena, ni clases abiertas pidiendo que reabran las escuelas, nadie cuestionó a los epidemiólogos, ni habló de la "inmunidad en el rebaño". Nadie. Todos tiramos para el mismo lado siempre, desde el principio y hasta ahora. Usamos los barbijos, nos cuidamos y cuidamos a los demás, respetamos estrictamente las normas y protocolos. Impecables estuvimos, imposible adivinar como pudimos llegar a éste punto.  

Podemos jugar todos -si nos ponemos implícitamente de acuerdo- a la hipocresía social de hacer como si todo estuviera normal. Lo que no podemos es ignorar las consecuencias de hacerlo. Y lo que vale para Santa Fe, vale para el país. Tuits relacionados: 

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