viernes, 1 de abril de 2011

DE OCTUBRE A OCTUBRE



La muerte de Néstor Kirchner sacudió el tablero político argentino. Las escenas de dolor popular, que se exteriorizaron en las plazas y calles de todo el país, demostraron un sentimiento visceral de vastos sectores de la sociedad argentina, que expresaba no solo la gratitud -infrecuente en la política-, sino el abroquelamiento en torno a la figura de Cristina, a la que se percibía afectada en lo personal y amenazada en lo político.

Fue como si ese hecho hubiese evidenciado, en un instante, los límites y precariedades de la construcción política que sustentaba el proceso de cambios abierto en la Argentina a partir del 25 de mayo del 2003, y la necesidad de estrechar filas junto a la presidenta, para defender lo conquistado de las previsibles acechanzas de los poderes visibles e invisibles.

El “Nunca menos” fue más que una canción o una consigna feliz. Fue la síntesis que expresó un convencimiento colectivo -más extendido de lo que muchos suponían-: las transformaciones impulsadas por el kirchnerismo habían elevado -en más de un aspecto- el “piso” de la democracia argentina en dignidad y en derechos tangibles, tanto como en potentes reconfiguraciones del entramado simbólico que forma parte del bagaje cultural de las mayorías nacionales, que no estaban dispuestas a renunciar a ese piso.

En los meses transcurridos, desde entonces, y casi a mitad de camino de otro octubre (el de las elecciones presidenciales), el panorama es otro. La imagen de Cristina y del gobierno se consolidan en una tendencia constante, en paralelo con el creciente deterioro de una oposición patética, por insolvente y vulnerable, que ha renunciado a hacer política para apuntarse como vocera y gestora del poder corporativo (que también utiliza algunos personajes y personajitos de “el cuarto poder”).  El episodio del “bloqueo” a la planta impresora de Clarín es el último -sólo por ahora- de una bochornosa saga.

Las encuestas de todo origen traducen un clima social favorable al oficialismo, que se corresponde con la percepción cotidiana que todos tenemos; clima que despeja la incertidumbre electoral pero alienta un triunfalismo excesivo, que tiende a provocar una simplificación de la lectura de la realidad política, al par que se verifica el desplazamiento de los conflictos políticos al interior de la coalición oficialista. El debate (falso) peronismo versus progresismo, el rol de Moyano y del sindicalismo, los realineamientos del aparato del PJ que, en muchos casos, tensan la coherencia del proceso, son algunos ejemplos. Además está por verse si Cristina reemplazará, en su totalidad, el rol que cumplía Néstor Kirchner como eje articulador del dispositivo político oficial y, en tal caso, si lo hará con las mismas características.

Parte sustancial de ese triunfalismo simplificador pasa por creer que el “efecto Cristina” -verificado de un modo palpable en las elecciones de Catamarca y Chubut- reemplazará el trabajo militante, o la necesidad de explicar a todos los que tenemos a mano, algunas cuestiones trascendentales.

Explicar por ejemplo cómo se llegó a ese “piso” del que muchos no están dispuestos a retroceder (y del cual otros tantos toman conciencia ahora): por políticas públicas desarrolladas por el gobierno nacional y no por el mero aprovechamiento de una coyuntura favorable, el famoso “viento de cola” del que tanto hemos oído hablar. Políticas públicas hoy revalorizadas pero que no estuvieron exentas de críticas despiadadas, “instaladas” dolosamente o nacidas de la incomprensión o ignorancia acerca de la gestión y administración del Estado. El caso más emblemático de ello (pero no el único) es, sin dudas, el enfrentamiento con las patronales agropecuarias en los albores del gobierno de Cristina.

Explicar también que el “Nunca menos” tampoco es asunto cerrado, ni un destino inevitable de la sociedad argentina: el camino al próximo octubre estará plagado de agresiones del “poder real”, sea para defender sus intereses amenazados, o para condicionar al próximo gobierno para que no pueda avanzar en las transformaciones pendientes.

Ese “poder real” estará en la búsqueda permanente de un sujeto social en el que encarnar sus reclamos corporativos (como lo logró en el conflicto del campo), en lo que no cejará aunque, desde entonces, haya fracasado una y otra vez, como sucedió con la estatización de los fondos de las AFJP –así recuperados- o la disputa por la ley de medios, por citar solo dos de una multiplicidad de casos.

Mientras tanto convergerán de nuestro lado dos vectores que deben alinearse correctamente: las tácticas de cara a la coyuntura electoral de octubre, y la estrategia de acumulación política a largo plazo, para la construcción de mayorías sólidas cuantitativamente, y consolidadas cualitativamente.

Vectores que no están exentos de tensiones, porque frente a la realidad que hoy marcan las encuestas, resulta difícil resistir la tentación de “hacer la plancha” esquivando el bulto a toda forma de conflicto (lo que no implica que deban crearse algunos innecesariamente), u orientar la gestión de gobierno más a la administración de lo logrado, que a la concreción de lo que falta.

El problema con esa idea (que forma parte de la genética de no pocos sectores del peronismo que lo asumen como partido puro de poder, por el poder mismo) es que implica renunciar a asumir a la política como conflicto, algo con lo que nosotros al menos -si nos decimos herederos del legado de Néstor Kirchner y lo reivindicamos- no podemos acordar. Por no mencionar que genera una masa de adhesiones sociales fluctuantes que estalla en pedazos a la primera contrariedad que plantea la realidad, y si no recordemos el fracaso de la Alianza y el gobierno de De La Rúa.

La de octubre no es una elección más, ni se trata de ganarla por ganar: hay que hacerlo para profundizar el modelo, y eso exige inevitablemente confrontar -la experiencia del primer peronismo es aleccionadora al respecto-, tanto como promover el debate sobre el “después” de octubre, a ver si todos pensamos más o menos lo mismo sobre los temas pendientes, y sobre que implica justamente “profundizar el modelo”.

Profundización que exigirá enfrentar fuertes resistencias, tantas como las que implicó alcanzar el “piso” que hoy reivindicamos, aspecto que muchos pierden de vista o no aciertan a comprender cabalmente.

La enorme ampliación de la protección social de los sectores más vulnerables, el corte a la impunidad por los horrores del pasado, el regreso del rol protagónico del Estado y su decisión de disciplinar a los grupos económicos concentrados, la persistencia en los mecanismos de redistribución de la riqueza como la negociación colectiva, el aumento del salario mínimo o la movilidad jubilatoria, la decisión de no reprimir la protesta social, la orientación de los recursos del Estado hacia la educación, la ciencia la tecnología y obras de infraestructura vitales y largamente postergadas, la democratización de la comunicación o la construcción de un país industrial y con desarrollo integral y equilibrado, son cosas que no se consiguen ni se sostienen sin conflicto, y sin estar preparados organizativa y políticamente para afrontarlo.

Somos un grupo de militantes que, desde la “Corriente Kirchnerista”, continuaremos trabajando por el objetivo fundamental: Cristina 2011.

La defensa del proyecto iniciado en 2003 por Néstor Kirchner, Cristina Fernández y los compañeros que conformaron ese espacio político y que consiguió en el país profundas transformaciones, como las mencionadas, es lo que nos impulsa a continuar en ese camino.

Brindaremos nuestro aporte en todo tipo de actividades de información, debate, difusión y formación política, convencidos que es necesario ponerle el hombro a este proyecto -hecho realidad-, de crecimiento nacional con justicia social.

Sabemos que el adversario no es débil y está dispuesto a todo para intentar detener las transformaciones.

Por eso, y desde nuestro lugar, direccionaremos el esfuerzo, ya que hay en la defensa de lo logrado y en la construcción de lo que falta, un amplísimo campo para la tarea militante en pos de la herramienta primordial: Cristina 2011.

4 comentarios:

  1. Bienvenidos pero, quiénes son ustdes? Dónde se juntan?

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  2. Mika: Les mando un saludo. Me parece muy bien el objetivo que se plantearon.

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  3. Por tiodo lo que se hizo y por todo lo por hacer, ni un paso atrás... NUNCA MENOS de lo logrado. Fuerza... el encuentro de los militantes es siempre auspicioso... los sigo con una entrada diaria... A los que administran el blog: ¿a que hora, por lo general, cargan el último material -cosa de leer lo de todo el día-? Un abrazo

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