sábado, 9 de abril de 2011

PAISAJE SANTAFESINO: EL PERONISMO


Por Raúl Degrossi

El proceso electoral en Santa Fe avanza hacia las internas del 22 de mayo en medio de un panorama  que a algunos podría parecerles extraño: la competencia al interior del peronismo transcurre civilizadamente, mientras la puja en el Frente Progresista se recalienta día a día, pero lo apuntado tiene poco de extraño: se corresponde con los tiempos políticos de consolidación del oficialismo nacional y de la figura de Cristina, y el estallido del espectro opositor; al que los pasos al costado de Sanz y Cobos no hacen más que agregarle confusión y pánico.

Sin embargo, eso no implica que en el distrito se pueda hablar así como así del "efecto Cristina" y  de que el camino a la gobernación esté allanado para el vencedor de la interna peronista (hoy por hoy, claramente Agustín Rossi), aunque la situación tiene similitudes con Catamarca: meses atrás, la ventaja del oficialismo provincial -aun sin definir candidatos- era clara, y el horizonte de fractura del PJ en la provincia (entre los "federales" y el FPV) lo ponía muy lejos de las chances de reconquistar el gobierno provincial perdido en 2007 a manos de Frente Progresista Cívico y Social.

Por el contrario, de cara a las elecciones presidenciales de octubre, todo parece indicar que en Santa Fe se replica el panorama que se visualiza en todo el país: Cristina encabeza cómoda los sondeos, y quiénes estén dispuestos en nuestra provincia a votar a una alternativa opositora lo tienen difícil, porque han perdido al menos dos candidatos potenciales (Reutemann y Cobos), y tienen otros dos con dudas sobre su efectivo lanzamiento (Macri), o sus posibilidades concretas de llegar a una segunda vuelta (Carrió, que siempre hizo en Santa Fe buenas elecciones), de modo que el voto opositor sea "útil", y no testimonial. Probablemente ese panorama cambie algo si Hermes Biner se suma a alguna de las fórmulas opositoras, lo que dependerá del resultado de la interna del Frente Progresista.

Pero volviendo a las elecciones provinciales, la tranquilidad con que se desarrolla la campaña interna entre los candidatos del peronismo tiene que ver con que el eje central de conflicto entre el peronismo federal y el FPV en el distrito (amén de la centralidad de la figura de Néstor Kirchner, que daba sustento a la existencia del peronismo "disidente"), que fue las diferentes posturas que ambos adoptaron frente al conflicto con las patronales del campo, hoy está en un segundo plano en la agenda social -con el descrédito creciente de la Mesa de Enlace-; y por ende no puede constituirse en factor determinante del discurso y la acumulación política, para ninguno de los sectores.

A eso se suma que ninguno de lo candidatos (con la excepción del irrelevante Mercier) asume una postura contraria a la del gobierno nacional: por el contrario todos tratan de parecer si no oficialistas en ese plano (como Rossi y Bielsa), al menos no abiertamente confrontativos, como Perotti. De modo que el eje "Cristina sí-Cristina no" (con el que se llegó al Congreso del PJ donde el Frente Para la Victoria decidió jugar por adentro en la interna) hoy no existe como tensionante, y nada indica que vaya a cambiar de cara a octubre.

El peronismo provincial afrontará las elecciones generales de julio sin la candidatura ni la participación activa de Carlos Reutemann y Jorge Obeid, quienes gobernaron la provincia durante 16 años, y manejaron el aparato partidario por más; en ambos casos por decisiones propias que -en diferentes momentos-  expresaron una lectura del escenario que se avecinaba: consolidación de Cristina e implosión del peronismo federal, en él que no tenían precisamente un lugar estelar. Sus referentes territoriales han buscado cobijo en las listas de Bielsa y Perotti, y no pocos apuestan a la candidatura de Miguel Del Sel.

Amén de la tracción personal de votos que podrían haber aportado (sobre todo en el caso de Reutemann) si se hubieran involucrado  en el proceso electoral, dejan tras de sí un aparato partidario vaciado de contenido y de militancia y despliegue territortial, hándicap fundamental que juega en contra de quien venza en la interna del 22 de mayo y encarne la candidatura del PJ, sobre todo cuando se carece de la estructura del Estado provincial desde el 2007.

Como flecha del parto contribuyeron a generar el engendro de la boleta única (si no por acción, por clara omisión de directivas a quienes les respondían en la Legislatura provincial), en la creencia -allá por diciembre del año pasado- que la provincia se perdía irremediablemente a manos del Frente Progresista, y que la estrategia de supervivencia era "salvar la ropa" del naufragio electoral, en los cargos legislativos, municipales y comunales.

A más de tres meses vista, cuando el "efecto Cristina" y el desflecamiento opositor ponen las cosas más pareja de cara a las elecciones generales de julio, probablemente (repito: sólo probablemente) estén arrepentidos, sobre todo Obeid. Reutemann -abandonado su eterno sueño presidencial- parece casi un hombre que está dejando la política, y se ve claramente que el "ismo" tras su apellido, era más una creación ficcional de la prensa adicta, que una construcción política con anclaje en la realidad.

Y esa salida de escena de Reutemann (¿dónde quedaron aquéllos años en que proponía "alambrar la provincia" para resistir ingerencias externas en la política santafesina?) es el factor que suma el mayor interrogante respecto de las chances del PJ provincial en julio, porque el liderazgo electoral del ex piloto se construyó (entre otros factores) en la captación de parte del voto tradicionalmente anti-peronista (lo que le permitió por ejemplo obtener el 52 % en 1999 en su segunda elección como gobernador), en especial en el interior de la provincia.

Ese electorado hoy por hoy no parece seducido por ninguno de los candidatos a gobernador del PJ con chances de ganar la interna (Rossi, Bielsa y Perotti, en estricto orden de probabilidades), y, si bien podría inclinarse por la candidatura de Mercier, no tiene la entidad para influir en la nominación del candidato peronista, y se encuentra con otra opción atrayente por fuera del PJ: la candidatura de Miguel Del Sel por el PRO.

El interrogante primordial post internas para el PJ es en que medida quien las gane podrá alinear tras su candidatura al conjunto del electorado que tradicionalmente vota al  peronismo en las elecciones provinciales, o de lo contrario, quien está en condiciones de captar otros sectores, como algunos segmentos de clase media urbana con visión progresista que votaron por Binner y Cristina en 2007.

A esta alternativa apunta la estrategia electoral de Agustín Rossi (en ese contexto debe leerse la elección de Jorge Hofmann como compañero de fórmula), pero si se revela efectiva para sortear la interna sin mayores inconvenientes (sumada al oportuno arreglo con algunos intendentes del sur provincial que se desgranaron del sector de Bielsa, y rompieron el cerco de la Liga de Intendentes que venía armando el "Chueco" Mazzón), puede no serlo para la general: se diga lo que se diga, Santa Fe es una provincia conservadora, y el "voto Reutemann" (por decirlo de algún modo) que queda vacante con su ausencia, es cuantitativamente mayor que el voto "progre", que además casi no existe en el interior rural.

Claro que no es ésta la única variable a considerar para especular con el probable resultado de las elecciones generales de julio, y resta además analizar los factores específicamente provinciales del caso, es decir el juicio de valor que merezca a los votantes la gestión de gobierno de Hermes Binner; aspecto sobre el cual por cierto los candidatos del PJ (con la sóla excepción de algunas menciones de Bielsa y su compañero de fórmula "Cachi" Martìnez) poco y nada han dicho hasta aquí, probablemente privilegiando como eje de discurso el alineamiento al gobierno nacional (en lo que Rossi lleva clara ventaja, porque genera credibilidad al respecto por su conducta consecuente), guardando munición gruesa para la elección general.

En mi opinión, esa estrategia tiene una falencia: quien aspira a gobernar la provincia, debe demostrar que está en condiciones de hacerlo por desarrollo político y propuestas concretas, y debe suscitar confianza en el electorado al punto de querer cambiar de responsable de la gestión provincial. No debe olvidarse que por primera vez desde el retorno de la democracia, el peronismo "corre desde atrás" en ese aspecto.

Clásico partido de poder y habituado a ejercerlo en la provincia por 24 años en forma ininterrumpida, el peronismo y sus dirigentes han sufrido en carne propia en los últimos 3 las consecuencias de la derrota electoral del 2007: la asistencia financiera del gobierno provincial para obra pública (algo clave por ejemplo en las comunas que renuevan su mandato cada dos años) o para resolver urgencias ha llegado en goteo, y no ha ido más allá de los compromisos que establece el régimen de coparticipación, el que por cierto en el caso de los impuestos provinciales no es para nada generoso, sin que esto sea responsabilidad del actual gobierno provincial.

Los ATN (aportes del Tesoro nacional) se constituyeron en una fuente adicional de recursos que llegaban desde la Nación a los municipios y comunas, cegada a partir del 2008 cuando el gobierno de Binner (en una controvertida decisión) resolvió meter mano en su distribución, contrariando el reparto establecido por el gobierno nacional a través del Ministerio del Interior.

La aparición en escena del Fondo Solidario Federal (vulgarmente llamado Fondo Soja) a partir de 2009 y como consecuencia de la decisión de Cristina de transferir a las provincias el 30 % del producido de las retenciones a las exportaciones de soja (decisión crucial que debió haberse adoptado antes, en pleno conflicto agropecuario) sumó un nuevo elemento al panorama: es hoy por hoy el principal (si no único) recurso con que cuentan municipios y comunas para ejecutar obra pública, y la mayor parte de la que ejecuta el Estado provincial, se solventa con esos recursos.

En paralelo, el llamado Fondo de Obras Menores (creado en 2004 con el 1 % del producido de los impuestos provinciales) fue redireccionado en medio de la crisis del 2009 hacia los gastos corrientes de los gobiernos municipales y comunales, pero el gobierno provincial lo administra con una exasperante morosidad (que contrasta con la automaticidad del Fondo Soja), vinculada al cierre de sus propias cuentas y a la generalizada ineficacia de la administración socialista; todo lo cual hace que no sea una herramienta útil de gestión para los gobiernos locales.

Estos elementos (y otros análogos que exceden este análisis, como las obras públicas de envergadura que sólo puede financiar la Nación) permiten comprender cuan importante sería para la dirigencia territorial del peronismo (intendentes y presidentes comunales) recuperar el gobierno de la provincia en 2011, y si es posible manteniendo al mismo tiempo un gobierno nacional de signo afín.

Aun aquellos referentes territoriales que son fuertes en sus distritos, y pueden garantizar el triunfo en ese plano con su propio volumen político, necesitan de ese contexto político favorable para luego desplegar su gestión de gobierno; y eso puede contrapesar el efecto fragmentador que genera la boleta única, y decidirlos a involucrarse activamente en la campaña provincial por la gobernación.

Y otro factor sin dudas decisivo en esa línea, es un efectivo despliegue territorial del accionar de las diferentes áreas del gobierno nacional en el territorio de la provincia (en especial Desarrollo Social, PAMI, y ANSES sin excluir otras), algo que los referentes locales del kirchnerismo parecen haber comprendido recientemente. Ni hablar de un protagonismo personal de Cristina en la campaña como sucedió en Chubut y Catamarca, algo que obviamente sólo se producirá cuando se haya resuelto la interna. 

Esto es clave porque cualquier sea el ángulo desde el que se enfoquen las políticas públicas (las obras de infraestructura, la contención e inclusión de los sectores más vulnerables, el apoyo a los sectores productivos), el aporte concreto y efectivo, con recursos y medios disponibles y desplegados, que efectúa el gobierno nacional en Santa Fe (pese a las protestas mediáticas a coro de los funcionarios provinciales empezando por el mismísimo Binner) es infinitamente superior al pobrísimo desempeño de sus áreas equivalentes del Estado provincial conducido por el Frente Progresista.

Algo que el aceitado aparato publicitario diseñado por el socialismo se encarga concienzudamente de disimular, sin que muchas veces se oponga desde los sectores kirchneristas santafesinos una práctica militante (en especial orientada a los sectores más pauperizados, destinatarios de políticas como la AUH) que permita  a vastas porciones del electorado vincular las mejoras en los indicadores sociales, con las políticas desplegadas al efecto por el gobierno nacional. 

Algo que por supuesto no se les puede pedir a recién llegados al espacio (como muchos de los que conforman el soporte político de la candidatura de Bielsa), o a los que se jactan de decir que no pertenecen a él, como Mercier; pero que permitiría llenar otro hueco dejado por la salida de escena de Reutemann, a quien sorprendentemente no le iba mal en algunos de esos sectores.    

En otra entrada analizaremos que sucede con la interna del Frente Progresista.

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