La resistencia a los usurpadores del poder, después de 1955, fue encabezada con denuedo por los trabajadores y los estudiantes. Una de las formas que adquirió contra la Revolución Argentina fue la pueblada. Córdoba, Rosario y Mendoza fueron las ciudades en las que se puso en jaque a Onganía y Lanusse, derivando en sus caídas y el reintegro del poder político al pueblo.
El Cordobazo comenzó a gestarse en los primeros días de mayo de 1969, con la tarea coordinada por la CGT de los Argentinos Delegación Córdoba. Tosco, Salamanca, Flores, entre otros, representaron fielmente el sentir de los trabajadores y promovieron las distintas asambleas que reclamaban la eliminación del “sábado inglés”, mejoras en las condiciones de trabajo y salarios, etc., pero que, además, se inspiraban en el fin de la dictadura, la vuelta a las instituciones y la pelea contra las hegemonías económicas que el régimen abyecto custodiaba.
Ya el 16 de mayo se formalizó una huelga general y al mediodía del 29, muere el trabajador mecánico Máximo Mena. Instantáneamente se produce la salida masiva a las calles ante la represión del ejército y la policía. Y así como esos nombres dirigenciales deben ser homenajeados permanentemente, lo deben ser también los anónimos, los delegados de fábrica, los vecinalistas y todos y cada uno de los trabajadores quienes fueron acompañados por los estudiantes en aquellos actos resistentes, que posibilitaron la vuelta de Perón y la democracia. No debemos olvidar que el poder real aprendió la lección y fue por más.
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