Por Raúl Degrossi
Apenas conocida la muerte de Bin Laden, la UCR se sumó al coro de papagayos -en el que desfilaron desde "Pepe" Mujica hasta el impresentable Alan García, pasando por Scioli- desesperados por "felicitar" a Barack Obama por el logro alcanzado. Gerardo Morales -un hombre desde ya ajeno a las labores de inteligencia-, en nombre del partido centenario, pidió al gobierno de Cristina que expresara su felicitación a los EEUU, como se ve en la captura de la noticia en Infobae.
El derrape es conocido en el momento en que la UCR se embarca detrás de la candidatura de Ricardo Alfonsín (la esperanza blanca para vencer a Cristina de hoy, jueves 4 de mayo, por la mañana, a eso de las siete de la mañana), quien va derribando límites -que sólo el veía, o decía que veía- en la construcción de alianzas electorales, tendiendo puentes a Mauricio Macri y a Francisco De Narváez; con los que seguramente deberá haberse comunicado a través del sub comandante Marcos, en medio de la selva lacandona donde se hallan refugiados.
Una cosa tiene que ver con la otra, claro: la dirigencia del radicalismo va en busca de sus votantes, y encuentra además de un reservorio de electorado balbinista -si cabe la expresión-, muchas huérfanos que ha dejado la implosión del peronismo federal, o el escaso despliegue territorial nacional del PRO. No sin astucia -aun estando Morales en el asunto- los radicales han advertido que hacia la centroizquierda del mapa electoral, poco podrán cosechar, y menos si siembran semillas Stolbizer.
Pero volvamos al reclamo de Morales, para preguntarnos que ha quedado del radicalismo; cuya dirigencia repite siempre que su destino es ser el eje vertebrador de un "frente progresista", idea difusa si las hay, y que aquí en Santa Fe conocemos bien.
¿Cuán lejos está el planteo de Morales de aquél Hipólito Yrigoyen que en 1919, cuando un barco de la Marina argentina trasladaba los restos de Amado Nervo a su México natal, hizo saludar en Santo Domingo el pabellón de la República Dominicana mientras estaba ocupada por el ejército yanqui, y ondeaba en sus edificios la bandera de las barras y las estrellas?
Viniendo más cerca en el tiempo, ¿qué se puede encontrar en el planteo del jujeño de aquélla digna actitud de Alfonsín en 1985, reprochándole a Ronald Reagan en los jardines de la Casa Blanca su intervención en Nicaragua?
Y detengámonos un poco en el hecho específico que movió al senador radical a pronunciarse: la muerte de Bin Laden a manos de comandos norteamericanos.
Hace pocos días murió Ernesto Sábato, casi un filósofo oficial del alfonsinismo, y nada menos que el redactor del tristemente célebre prólogo del "Nunca más" que encabezaba el informe de la CONADEP, que instauró la teoría de los dos demonios; hipótesis que aun hoy sostiene el radicalismo como lectura política de la realidad argentina de la década del 70'.
En ese marco -una teorización del intento de la clase media argentina por exorcizar sus propios demonios, sobreactuando ajenidad ante un tema del cual fue protagonista, por acción u omisión- la violencia estatal destada sin freno, el terrorismo de Estado era equiparado con la violencia de las organizaciones armadas, y -si bien puestas en un plano de igualdad-, condenado éticamente desde la superioridad del Estado como persona moral, que como tal no puede recurrir a cualquier método para obtener sus fines.
Cabría preguntarse entonces ¿qué otra cosa entonces fue la operación que concluyó con la muerte del líder de Al Qaeda, sino un despliegue en acto de la teoría de los dos demonios?: un acto terrorista, de un Estado terrorista, que desconoce las principales convenciones internacionales en materia de derechos humanos, ejecutado con el pretexto de poner fin a un peligroso terrorista, entrometiéndose para ello en el territorio de otro Estado, pasando por encima de los organismos internacionales y ejerciendo la justicia por mano propia con métodos de sheriff del lejano Oeste, utilizando las pistas obtenidas mediante torturas a los prisioneros de uantánamo, la cárcel que Obama prometió cerrar.
¿Por cual de todas esas cosas hay que felicitarlo?
Su conviniéramos en que la perversa equiparación de Sábato cede, y uno de los demonios (el estatal) pasa a estar plenamente justificado por la ideología del otro (no ya por sus metodologías de acción política, que definen al terrorismo como práctica con prescindencia de sus motivaciones), como parece inferirse del pedido de "felicitaciones" de Morales, el corto paso que va del prólogo del "Nunca más" al "algo habrán hecho", ya está dado, y no en el sentido correcto.
Y no me vengan con que Bin Laden tiró las torres gemelas, porque con ese rasero los primeros que pierden son los norteamericanos, y cabría además preguntarse donde queda entonces la supuesta superioridad cultural del Occidente civilizado sobre el fundamentalismo islámico medieval. A menos que concuerden con Huntington cuando decía que "Occidente no conquistó al mundo por la superioridad de sus ideas, valores o religión, sino por la superioridad en aplicar la violencia organizada". ("El Choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial"). Una descripción realista, pero lejos de los discursos que se escuchan desde el Norte.
Y no me vengan con que Bin Laden tiró las torres gemelas, porque con ese rasero los primeros que pierden son los norteamericanos, y cabría además preguntarse donde queda entonces la supuesta superioridad cultural del Occidente civilizado sobre el fundamentalismo islámico medieval. A menos que concuerden con Huntington cuando decía que "Occidente no conquistó al mundo por la superioridad de sus ideas, valores o religión, sino por la superioridad en aplicar la violencia organizada". ("El Choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial"). Una descripción realista, pero lejos de los discursos que se escuchan desde el Norte.
Pero volvamos a Morales: cualquiera sean las diferencias que en el transcurso del tiempo separaran a radicales y peronistas, en tanto fuerzas del campo popular, siempre coincidieron en las grandes líneas de la política exterior: defensa de una inserción autónoma de la Argentina en el mundo, integración con América Latina, relaciones maduras -y no "carnales"- con los EEUU, fuerte puesta al multilateralismo y la participación en los organismos internacionales.
De hecho, la UCR condenó duramente en los 90' la decisión de Menem de alinearse con las políticas de Jorge Bush padre, y participar de la coalición que enfrentó a Saddam Hussein en la primera guerra del Golfo; y atribuyó a esa decisión del riojano los atentados sufridos por nuestro país en la embajada de Israel y la AMIA.
En ese contexto y más allá de las estrecheces intelectuales de Morales, no hay que ver en su pedido de "felicitaciones" un mero exabrupto, sino una clara definición política que va en línea con el seguidismo obsecuente que desde el 2003 la UCR viene haciendo -junto a la mayoría del arco opositor al gobierno nacional- a los intereses y planteos del verdadero poder de la Argentina; completado ahora con un guiño a la embajada respecto de su futura política exterior.
Definiición que por cierto es coherente con el nuevo arco de alianzas que está tejiendo Ricardo Alfonsín, que apuesta a superar el estigma radical de la incapacidad para gobernar sobreactuando las señales hacia el establishment nacional e internacional para suscitar confianza.
La estrategia no deja de tener su lógica ante el desmadre opositor, pero complica el barniz "progresista" con que se recubren el radicalismo y su candidato presidencial.
Algo parecido a lo sucedido con el primer peronismo, donde la UCR suscribía el ambicioso programa de la Declaración de Avellaneda para luego confluir en la Unión Democrática, y Frondizi y el llamado "bloque de los 44" corrían por izquierda al gobierno en los debates en el Congreso, para terminar con Zavala Ortíz (que luego como canciller de Illia impediría el primer intento de regreso de Perón a la Argentina) subido a uno de los aviones asesinos del 16 de junio de 1955.
Si hemos de juzgar por los dichos de Morales, pareciera que en este caso van a empezar a ahorrarse el verso progresista.
Macri es el límite? Creo que ni Biondini (Elabas)
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