Por Sandra Viñas
"La importancia asignada a la Democracia, su contenido y formas así como la extensión y ampliación en la etapa iniciada en 1983 ocupó un lugar relevante como nunca lo había tenido en la escena política argentina.
Esta relevancia quizá esté en directa relación con la profundidad y extensión del autoritarismo que ensombreció a nuestro país y que atravesó a América Latina durante este periodo.
En este contexto político y social caracterizado por las secuelas del periodo precedente tomó impulso la necesidad de profundizar en elementos políticos institucionales de las prácticas democráticas pero sin avanzar con la misma intensidad en aspectos que hacen a la democratización de la economía y a la vida cotidiana.
Las graves consecuencias en lo económico y social, consecutivos planes de ajuste y el creciente deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de amplios sectores sociales ubicaron al tópico “economía” como central para la consolidación de la Democracia. Cuando la economía domestica se erosiona causando recesión y ausencia de crecimiento comienza a deteriorarse el sistema político y operan como elementos deslegitimadores. Avanzar hacia la democratización real de la sociedad requiere a la par del equilibrio de poderes, a los movimientos de la sociedad civil, partidos políticos así como fuerzas productivas que vinculen al capital y al trabajo, armonizando conflictos y tensiones.
La democratización, debería funcionar no solo como ampliación de espacios de participación y decisión sino que además debe implementar mecanismos que superen los déficits de distribución. Crecimiento será entonces una extensión del horizonte temporal de la Democracia. Reforzar la fuerza de la Democracia en tanto sea capaz de prefigurar un modelo de Sociedad y Estado."
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