sábado, 26 de mayo de 2012

BANDERA DE LARGADA


La semana que culmina deja claro que -cada vez en mayor medida- la política santafesina gira en torno a dos lógicas superpuestas, y a veces contrapuestas: por un lado la electoral, que acelera los posicionamientos y los armados de cara al 2013 (donde se elegirán diputados nacionales, autoridades comunales y se renovará la mitad de los concejos municipales); y por el otro, la de las necesidades cotidianas de la gestión del gobierno que conduce Antonio Bonfatti.

En la esfera de la política electoral, y especialmente en la oposición al kirchnerismo, la instalación de candidatos a ocupar la grilla de diputados en el 2013 (con el ánimo de proyectarse a su vez en las elecciones provinciales a gobernador del 2015) es cosa de todos los días.

Comenzó ya a fines de la semana anterior, con el lanzamiento de Propuesta Peronista, el nucleamiento surgido para rodear la candidatura de Miguel Del Sel (seguro aspirante del PRO a la primera diputación nacional el año próximo, para volver a disputar la Casa Gris en el 2015); aunque en rigor a esa misma lógica responden todos y cada uno de los movimientos de Hermes Binner; sobre todo luego de haber asumido la presidencia del Partido Socialista en el orden nacional, y como principal referente del FAP.

En el caso del PRO-peronismo santafesino, convergen los restos del reutemanismo residual (tras la desaparición de su líder de la escena política) con dirigentes del partido de Macri que llegaron a Santa Fe a organizar la tropa (comenzando por Cristian Ritondo, Horacio Rodríguez Larreta y Pablo Santilli), para contribuir además a desplegar territorialmente la ambición presidencial del propio Jefe de Gobierno porteño de cada al 2015.

En el lanzamiento (destinado a captar parte del voto peronista, y con apelaciones a la liturgia partidaria) convergieron figuras como la de Adrián Menem (recientemente volcado a las filas del PRO) o el ex secretario privado de Reviglio Alvaro González (exiliado en la CABA hace años); y el propio Del Sel, que persevera en su discurso antipolítico que lo presenta como parte de "lo nuevo", rodeado de figuras desgastados y sin peso electoral propio, genuina representación de lo peor de lo viejo. 

Sorprendió la ausencia de quien fuera su compañero de fórmula el año pasado en las elecciones provinciales, Osvaldo Salomón; a quien muchos sindican como virtualmente integrado a "100 % Santafesino", el partido que conduce Oscar "Cachi" Martínez.

Como sea, una amalgama de dirigentes autoexcluidos del peronismo oficial representado en el PJ, y en su totalidad carentes de caudal de votos propios, muchos menos aptos para trasladarlos a otro: en las elecciones de octubre pasado casi todos ellos (hasta el propio Del Sel, que sí tiene su clientela electoral) apostaron a la candidatura de Eduardo Duhalde, con los magros resultados conocidos.

Por el lado del radicalismo, Mario Barletta viene siguiendo como rutina replicar en los medios provinciales sus declaraciones como presidente nacional del partido, invariablemente durísimas contra el gobierno nacional: busca escapar así a los medios masivos metropolitanos (en los que su voz es casi inaudible porque las referencias son otros dirigentes boinas blancas, en especial los referentes de los bloques parlamentarios); y se posiciona de cara al 2013, donde tratará de encabezar la nómina de diputados nacionales de la UCR, para recobrar visibilidad institucional de cara a las futuras elecciones de gobernador, en las que con seguridad intentará volver a probar suerte.

El camino no le será fácil, porque dependerá de la lógica de construcción del radicalismo nacional; es decir si termina o no convergiendo en una alianza con el FAP de Binner, opción ésta que es fogoneada insistentemente por los sectores internos del partido que acá en Santa Fe lo enfrentaron en las internas abiertas provinciales del 2011, especialmente el vicegobernador Henn.

Ajeno a las rispideces de la gestión desde que dejó el sillón del Brigadier, Binner recorre el país intentando perfilar el FAP a escala nacional, y también casi con seguridad encabezará la grilla de diputados nacionales de esa fuerza en el 2013. 

En ese tren, profundiza cada días más su discurso opositor, en el que se pueden encontrar no pocos registros del que por años blandiera Elisa Carrió: hay allí el intento de consolidar la captación de electores que migraron a su candidatura presidencia en el 2011, tras haber acompañado a la chaqueña; tanto como un guiño a la nueva conducción nacional de la Coalición Cívica que justamente encabeza un santafesino: el rosarino Pablo Javkin, autor intelectual de la boleta única.

Claro está que esa lógica lo lleva a Binner a frecuentes desbordes discursivos que no le resultan gratuitos: esta semana el foro de intendentes y presidentes comunales del PJ (un sector con creciente protagonismo político como señalábamos semanas atrás, y con línea directa a la Rosada vía Julio De Vido) lo cruzó duramente por sus declaraciones sobre la situación financiera de las provincias.

Y no les faltó razón a los jefes territoriales peronistas: quien dejó la gobernación transfiriendo a su delfín y sucesor Bonfatti un rojo de más de 1600 millones de pesos en las cuentas públicas no parece el más indicado para abordar el acuciante problema de las finanzas provinciales. 

Como fuera, estas puestas en escena de Binner (como por ejemplo la marcha al Cabildo porteño de días pasados) no hacen sino complicar el escenario para la gestión de Bonfatti: el gobernador, que está por regresar de su viaje (demorado porque perdió un vuelo en Alemania), se encontrará con una ardua negociación por delante con los diferentes sectores del PJ para destrabar en la Legislatura el proyecto de reforma tributaria; que entiende crucial para el futuro de su gestión.

Y en ese marco, la actitud asumida en la provincia de Buenos por el FAP ante el proyecto enviado por Scioli (aunque formalmente se le aconsejara replicar lo hecho en Santa Fe), privando del quórum a la Legislatura para que lo tratara, es un precedente funesto para la suerte de la reforma santafesina: una devolución de gentilezas de al menos una parte del PJ provincial (por caso el más alineado con el kirchnerismo en el orden nacional), haría naufragar definitivamente el proyecto de aumento de impuestos que Bonfatti ha enviado.

Este hecho (que no es el único) es el que expone en toda su crudeza los resultados que pueden provocar ambas lógicas políticas (la electoral y la de la gestión propiamente dicha), cuando se empeñan en discurrir por carriles separados.

Más problemas para un gobierno al que no le faltan: las dificultades de la política de seguridad sumaron un pedido de concurrencia del ministro Corti a la Legislatura -ministro al que el avance de la investigación sobre la fuga del conocido como "violador de la peatonal" dejó pagando porque desarmó en parte su tesis de la complicidad policial por corrupción-, y un asalto en su propio domicilio a una diputada provincial de PJ que venía planteando pedidos de informes vinculados con la policía provincial; en circunstancias harto sospechosas.

Y los rechazos de la mayoría peronista de la Legislatura a los pliegos de cargos en la justicia enviados en su momento por Bonfatti, así como motivaron el retiro de otros dos por el vice Henn en su ausencia (ante la certeza de que también serían rechazados), dispararon la apertura del ministro Lewis para discutir con los legisladores del PJ cambios al funcionamiento del Consejo de la Magistratura: algo que puede convertirse en una caja de Pandora, que ponga en riesgo una de las vigas maestras que mantienen el acuerdo entre radicales y socialistas en el Frente Progresista que gobierna la provincia desde el 2007, como es el el reparto de influencias en ese área.  

El rosario de problemas que aguardan a Bonfatti a su regreso no estaría completo si no se mencionase la prolongación de la situación conflictiva con la Corriente Clasista y Combativa (formalmente al menos, parte del FAP que comanda Binner en el orden nacional): sus militantes continúan tomando la sede del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia en reclamo por la cancelación de programas sociales de asistencia (en supuesta represalia por las tomas de viviendas), y la desocupación de los planes de viviendas construidas por la provincia ingresó definitivamente en el terreno de la judicialización y el hostigamiento policial; estrategia en la que ponen especial énfasis las autoridades radicales de la municipalidad de Santa Fe.

Que si bien son formalmente ajenas al problema (al fin y al cabo, las viviendas están en terrenos provinciales, y son cosntruidas por el Estado provincial, aunque con dinero de la Nación), en tanto el radicalismo no forma parte en el orden nacional del FAP (aunque comparte con el socialismo en Santa Fe el Frente Progresista), no se sienten comprometidas por los acuerdos que allí pueda haber respecto al movimiento social conducido por Juan Carlos Alderete en el orden nacional.

Como sea, una de las primeras cosas que tendrá que encarar Antonio Bonfatti apenas baje del avión es convencer a los hombres de su propio partido (empezando por el mismísimo Binner) y a los socios radicales de que es prematuro bajar la bandera de largada de cara al 2013; porque la gestión del Frente Progresista tiene en Santa Fe problemas muchos más concretos e inmediatos que atender con mayor urgencia.

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