viernes, 28 de septiembre de 2012

DE ESO NO SE HABLA



Advertencia: éste no es un post sobre economía, sino fundamentalmente sobre política. 

Hace un tiempo reflexionábamos acá sobre el tema de la inflación, en el sentido de que si es cierto que es un problema preocupante (de hecho, el más preocupante para la mayoría de la gente), entonces hace rato ya que ha llegado el momento de abordarlo en serio, y debatir cuáles son sus causas, en lugar de perder el tiempo discutiendo si las estadísticas del INDEC (en realidad no son estadísticas sino indicadores, al menos en éste tema) son creíbles o no, o si las consultoras privadas miden mejor o no la evolución de los precios.

Dicho de otro modo: dejemos de discutir si el termómetro mide bien o mal, para pasar a ver por que tenemos fiebre.

Y el cruce entre Víctor Hugo y Prat Gay del que da cuenta La Nación demuestra que estamos muy lejos de eso: preguntado en varias oportunidades sobre cuáles serían las medidas más adecuadas para bajar la inflación, Prat Gay se remitió al problema del INDEC, llegando a plantear que la inflación se soluciona sacando al organismo estadístico de la órbita del Ministerio de Economía, y designando por concurso al que esté a cargo de él. Así de fácil, así de simple.

Lo que deja claro que para la oposición (porque en ésto el resto no difiere del discurso de Prat Gay) es un buen negocio hablar de la inflación, sin decir nada: es un tema sensible a la gente, a partir del cual pueden erosionar la credibilidad de la palabra global del gobierno por lo que pasó en el INDEC, pero sin decir una palabra sobre lo que harían ellos (en el caso de ser gobierno) con la inflación.

Porque además tampoco se les escucha nunca ningún diagnóstico sobre las causas de la inflación, más allá de las consabidas referencias al aumento de gasto público o el incremento de la emisión monetaria: nada nuevo bajo el sol, ya lo decía Alsogaray hace más de 50 años.

Y es que, si bien no hay ni un diagnóstico único sobre las causas de la inflación (que tampoco es una sóla), el factor que priorice cada uno para explicarla dice mucho sobre el lugar desde el cual se para, y también que proyecto político expresa.

Aun en la parquedad de Prat Gay se adivina que su receta para atacar la inflación sería la ortodoxia tradicional, que sobradamente conocemos: sacar plata del mercado, secar de billetes la plaza (lo que entre otras cosas empujaría el alza de las tasas de interés y encarecería el crédito, ya de por sí caro), disminuir el gasto público vía ajuste, morigerar las alzas de salarios.

Es decir enfocar el problema desde el ángulo de la demanda, sin referirse a la oferta: no encontrarán en Prat Gay (ni en la gran mayoría de la dirigencia opositora) ninguna referencia al modo en que se forman los precios en la Argentina, quiénes son los jugadores con posición dominante o monopólica en vastas ramas de la producción (en especial en el caso de los insumos difundidos y los productos alimenticios básicos de la canasta familiar), cuál es la estructura de costos de las empresas y cuáles son sus márgenes de rentabilidad, o cuanto pesan concretamente en esos costos los salarios de la mano de obra.

Desde el 2003 para acá (incluso antes de la crisis en el INDEC) nunca el gobierno alentó el alineamiento de las variables macroeconómica con los números oficiales sobre los incrementos de precios: ni las paritarias públicas ni las privadas, ni la movilidad de las jubilaciones y pensiones (en base a una fórmula que desde su creación en el 2008 le viene ganando a la inflación, aun la estimada por los privados), se ajustaron nunca por los índices del INDEC.

Tampoco las tarifas de los servicios públicos, donde la política de subsidios del kirchnerismo (con todas las limitaciones que se le pueden señalar en cuanto a la tosquedad de los instrumentos, algo que ahora se intenta remediar por ejemplo en el caso del transporte con la tarjeta SUBE) demuestra la incoherencia del relato opositor: los subsidios representan gasto público y por ende habría que bajarlos (para que según ellos, disminuya la inflación), pero si se los baja o elimina, habría que aumentar las tarifas, retroalimentando por esa vía la inflación.

No están allí entonces los problemas más serios a la hora de encarar el problema de la inflación, sino en su mismo origen: el de los que aumentan los precios, que, claro está, no son los encuestadores del INDEC.

En su momento algo dijimos acá respecto a la necesidad de que el gobierno profundizara los mecanismos de defensa de la competencia, regulación de mercados concentrados o con monopolios o abuso de posición dominante porque es donde ha fallado; pero al menos cabe reconocerle al kirchnerismo el innegable mérito de haber desplegado políticas para recomponer y sostener la demanda (compensando por esa vía los efectos de la inflación), y últimamente para estimular la oferta vía aliento a la inversión; como los créditos del Bicentenario, el manejo de los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES (y del poder del Estado de ingerir en determinadas empresas, con Siderar como caso testigo), y el uso de las reforma de la Carta Orgánica del BCRA para obligar a los bancos a prestar a las empresas para expandir su capacidad productiva.

La regulación del mercado petrolero y de combustibles (a partir de la expropiación de YPF) es una medida que va en el sentido correcto de la crítica que apuntamos; por eso no es casual las resistencias que despierta.

Por el contrario la oposición (que hace bandera con el problema de la inflación, acusando al gobierno de barrerlo bajo la alfombra) no dice demasiado (por no decir nada) sobre las reales causas de la inflación, y las medidas que pondría en práctica para frenarla.

Lo que expresa -como decíamos al principio- un dilema político y no económico, porque ocultando quiénes son los verdaderos responsables de la inflación están diciendo bastante sobre los apoyos concretos (y no precisamente electorales) en los que sostendrían para un eventual gobierno y los intereses también concretos, que las políticas de ese gobierno expresarían.

Del mismo modo que ocultando también (o diciendo vaguedades al respecto, como Prat Gay) qué medidas concretas tomarían para encarar el problema de la inflación, también están obviando decir como distribuirían socialmente las cargas a la hora de resolverlo.

Es decir que aunque estén todo el tiempo hablando de la inflación, en realidad de eso no se habla. 

2 comentarios:

  1. Tambien Kumpa, podríamos agregar estas dos visiones, que demuestran una que estamos ante una puja por la apropiación de la renta, el primero
    www.diariobae.com/diario/2012/09/28/18179-economia-elabora-plan-para-desactivar-las-expectativas-inflacionarias.html
    mientras que el segundo, da la visión de un empresario que acaba de ver el espectro del 2002
    www.diariobae.com/diario/2012/09/28/18186-entre-la-inflacion-de-la-argentina-y-la--recesion-de-espana-me-quedo-con-la-inflacion”.html
    y por si esto fuera poco le recomendaría a Prat Gay que vea esto o que deje de mentir, porque lo debe conocer
    www.shadowstats.com/alternate_data/inflation-charts
    Nunca menos y abrazos

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