Paolo Rocca, el CEO del Grupo Techint, dice que el kirchnerismo perdió el rumbo en el 2008, o sea justo cuando lo profundizó: retenciones móviles a la soja (que dispararon el conflicto con las patronales agrarias), estatización de los fondos de jubilaciones y pensiones con liquidación de las AFJP (lo que le permitió al Estado a través de la ANSES tomar posiciones en diferentes empresas, entre ellas Siderar, la nave insignia del grupo en Argentina), la ley de medios (que afecta los intereses de Clarín, su socio en la AEA y en Impripost).
Y ya en éste mandato de Cristina, la eliminación a los límites que tenía el Estado para ejercer sus derechos en las empresas en las que tiene acciones (que el propio Grupo Techint amenzó con recurrir en la justicia, dando luego marcha atrás), los controles al dólar (que limitaron objetivamente el giro de dividendos de las empresas al exterior), la reforma de la Carta Orgánica del BCRA (para obligar a los bancos a prestar a las empresas, previo haberles aumentado las exigencias de capital mínimo) y la expropiación de YPF; sumada a la intervención regulatoria en el mercado de hidrocarburos y combustibles con el Decreto 1277 (donde Techint tiene fuertes intereses, a través de Tecpetrol; y es el principal -si no único-, proveedor de los tubos sin costura que emplea la industria petrolera), y la que se está empezando a ensayar en el mercado de la electricidad, para dejar atrás la desregulación de los 90'.
Las dos últimas decisiones, sumadas al Decreto 1278 que reglamenta la actuación de los directores estatales en las empresas privadas son las medidas que le hacen decir al CEO de Techint "desde que empezaron a mirar los números de las empresas, nadie puso un mango"; o sea que el hombre prefiere al Estado bobo, antes que a la sintonía fina, por decirlo de algún modo.
Desde esa óptica, la posición de Rocca hasta parece perfectamente lógica: desde el 2008 para acá (y no es que antes no lo hubiera hecho, pero el rumbo se acentuó, como se dijo) el gobierno fue tomando una serie de medidas concretas que afectan intereses de lo que es el mayor conglomerado empresario de la Argentina y de algunos de sus socios (como Clarín), y por ende se entiende que diga lo que dice.
Que por supuesto no se condice con los extraordinarios niveles de rentabilidad que las empresas del Grupo Techint han tenido todos estos años (incluso desde el 2008), con el hecho de que en su momento le hayan pedido a ese mismo gobierno que interceda ante Chávez para obtener una mejor indemnización por la expropiación de Sidor en Venezuela, o para que los EEUU eliminen las restricciones al ingreso de tubos sin costura; pero estos factores del verdadero poder (ése que nunca es interpelado en el programa de Lanata) actúan desde esa lógica brutal, por fuera de los márgenes de la democracia.
Porque Rocca ignora olímpicamente (no porque no lo sepa, sino porque no le importa) que fue justamente esa profundización del rumbo (que el llama extravío) lo que llevó a Cristina a ganar las elecciones con la contundencia que lo hizo el año pasado, y a tomar las medidas que desde entonces vino tomando en consonancia con el mandato popular conferido: por el contrario, ésa es una lógica extraña para los tipos que -como Rocca- poco importa lo que la gente haya votado, siempre los gobiernos deben moverse dentro de determinados carriles; que obviamente siempre coinciden con sus intereses empresariales.
Recordemos además que, en el mismo contexto de la expropiación de YPF, y como consecuencia del peso específico que tiene el Estado dentro de Siderar (por las acciones que detenta la ANSES), Techint tuvo que resignarse a no distribuir utilidades entre sus accionistas, sino reinvertirlas en su mayoría; dato que resulta no solo revelador del trasfondo en el que Rocca habla y dice lo que dice, sino de la incoherencia de reclamar mayores inversiones .
La referencia al cuello de botella en materia energética y a la pérdida de competitividad de la economía se pueden traducir fácilmente: hay que aumentar las tarifas de los servicios públicos para mejorar la rentabilidad de las empresas, y hay que devaluar el peso aceleradamente, para transferir a los sectores exportadores con escala mundial (como el Grupo Techint) las ganancias que hoy se les están recortando (al menos en su disponibilidad) por no poder distribuir dividendos, o fugar dólares.
Estos grupos son los verdaderos motores de las maniobras devaluatorias que venimos viendo desde el día después del 23 de octubre, que no son más que una señal dirigida al poder político señalándole que ni siquiera un abultado triunfo electoral como el de Cristina, lo pone fuera del alcance de su poder de fuego: que no lo hayan logrado demostrar más explícitamente con hechos (como tantas veces hicieron en el pasado) no significa que no lo hayan intentado, sino que -en todo caso- se encontraron con un gobierno decidido a marcarles la cancha, y no dejarse imponer la agenda.
Si, como queda expuesto, los hechos que motivan la irritación de Rocca son de larga data y ya estaban en el ambiente, lo que hay que preguntarse es porque el CEO de Techint sale en éste momento a decir en público lo que pensó siempre; y que además con toda seguridad expresa el pensamiento de buena parte del empresariado argentino, en especial los grupos más concentrados.
Esa es la cuestión políticamente relevante, más -pero por lejos, mucho más- que discutir con la fragmentada oposición si sale o no la reforma constitucional por la re-reelección.
Se perdieron la notita en The Nation sobre AFIP y Punta?????
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