sábado, 27 de octubre de 2012

NÉSTOR


Cuando murió Néstor, este blog no existía porque tampoco existía la Corriente Kirchnerista de Santa Fe: de hecho, fue la muerte de Néstor lo que nos convocó a juntarnos; y cuando se cumplió el primer año de su desaparición física, abrimos las páginas de Nestornautas para que muchos compañeros y compañeras volcaran sus reflexiones sobre lo que significaba ese hecho que nos conmocionó tanto.

Esas reflexiones fueron volcadas acá y acá, y creemos no equivocarnos si decimos que cada uno de los que las escribieron, volverían a hacerlo hoy.

A dos años de la muerte de Néstor, se multiplican los homenajes y las conmemoraciones, algunos sentidos, que brotan del corazón; otros protocolares y fruto de las circunstancias, pero no importa: es inevitable que se hagan, son parte de la construcción de nuestra memoria colectiva, pero no son lo más importante.

Néstor es más que una placa, una calle o una escuela con su nombre; aunque es justo que la pongan, o que haya cosas que lleven su nombre.

Al fin y al cabo el tipo se ganó su lugar en la historia, y se lo ganó con justicia; aunque no será recordado justamente por ser alguien al que le gustaran los homenajes. 


Es raro que a veces nos olvidemos de Néstor en el fragor de los quilombos cotidianos, no ya de la vida propia de cada uno, sino del país, de la política, de las cosas que tienen que ver con todos.

Y es raro porque el flaco era quilombo, era un enorme y tremendo huracán de quilombos, porque no era un conformista: nunca se conformó con los sesudos diagnósticos de los males nacionales, y las exhaustivas enumeraciones de las soluciones mágicas; a él más bien le gustaba arremangarse y ponerse a laburar para resolverlos, y vaya si lo hizo.

No podemos saber como será el futuro de la Argentina, si será mejor o peor que el presente que nos toca vivir, pero tenemos una certeza: no será el mismo después de Néstor, el presidente inesperado, el que se metió por una hendija de la historia para construir historia grande y en serio.

Porque la historia tiene esas cosas, esos caprichos, que desafían la lógica y los manuales: como en un tiempo fue un ignoto coronel del Ejército, lo sería en el despertar del nuevo siglo (con un país hundido en la crisis más profunda de su historia) un flaco desgarbado que vino del sur, gobernador de una remota e ignota provincia patagónica.

Que pasó por la historia como un rayo, tan potente y tan luminoso, que los pibes lo hicieron bandera. 


Y lo lloraron (y lo lloramos) cuando murió, ¿cuánto hacía que en la Argentina no se lloraba por un político?

Desde Perón por lo menos, porque a Alfonsín lo despidieron con respeto (en homenaje a aquéllos años inaugurales de la democracia tras la larga noche de la dictadura), pero a Néstor lo lloraron. Lo lloramos.

Y un tipo que en tan poco tiempo (¿qué son siete años en la vida de un pueblo?) logra meterse tan profundo en la sensibilidad de un pueblo, no es un tipo común; aunque Néstor -zambullido en el medio de la gente en algún acto, o el mismo día de su asunción presidencial- parecía el más común de todos los tipos.

Un tipo que se jugó por lo que creía (¿hace falta un mensaje político más claro, son necesarias tantas teorías complejas para comprender la percepción popular de un hecho tan simple y tan poderoso?), y que demostró que se puede, que los límites existen para correrlos; que la política es algo bastante más complejo que jugar a las visitas en los programas de la tele o las discusiones del Congreso; y que corrió el velo de lo oculto, de los que siempre movieron las palancas desde las sombras.

Y sin perder la sonrisa, ¿o acaso la mayor parte del tiempo no lo recordamos riéndose, como los pibes que hacen alguna travesura?


Hoy se cumplen dos años desde que Néstor se fue, que no está entre nosotros, y duele aceptarlo: el que diga que no, miente; y si no doliera, significaría que no pasó por nuestras vidas marcándolas del modo que lo hizo.

Néstor fue grande acaso porque nunca se propuso serlo, porque nunca se la creyó: "somos hombres comunes, con responsabilidades importantes" decía, o algo más o menos por el estilo. 

Y si será grande que todos los días le aparece una viuda nueva, algún representante del "nestorismo", que como dijo alguien por ahí, es la etapa superior del magnettismo: que esto con Néstor no hubiera pasado, que Néstor lo hubiera arreglado de otro modo, que Néstor no se habría metido nunca en este lío, que a mí Néstor una vez me dijo tal o cual cosa.

Un triunfo póstumo del flaco: para atacarla a Cristina (de la que él se debe sentir orgulloso, sin dudas), tienen que ensalzarlo a él; hasta los mismos tipos que -cuando vivía- le atribuían todos los males del país, por pura maldad y perversión.

Pero no se los  vamos a regalar porque es nuestro, porque Néstor no está pero quedamos nosotros, tratando de ser fieles a su testimonio, a sus convicciones y sus ideas. 

Porque como él pidió, florecieron muchas flores, y andan por ahí: tratando de unirnos (cuando nos atacan, nos fortalecen), queriendo organizarnos, para defender lo logrado y para ir por más, junto con Cristina.

Intentando construir entre todos el Néstor colectivo, aunque el flaco haya sido de los que realmente valen, de los irreemplazables.    


4 comentarios:

  1. Excelente.
    Aguante Nestornautas, un blog que nos clarifica y nos une en una dirección inequívoca como pocos.

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  2. Néstor, el Presidente inesperado... excelente

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  3. Un abrazo compañeros. VB

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  4. Néstor dió a todos una increible lección. Inesperadamente y con un caudal de votos escaso no dió 5 de bola a sus aparentes handicaps y le dió para adelante, como una topadora pero haciendo crecer flores. Exacta la figura de relámpago pero no del todo acertada en cuanto a que el brillo de su paso aumenta a medida que transcurre el tiempo.
    Orgullo y ejemplo para muchos, envidia y odio para algunos otros, dió origen a una nueva etapa superadora de aquél peronismo original que automáticamente transparentó la mediocridad, mala fe e incompetencia de gran parte de nuestros elencos políticos.
    Para siempre en nuestros corazones.

    Faltan 40 días para el 7D.

    Saludos
    Tilo, 71 años

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