Pasaron apenas 9 días del 8N, y todavía se sigue hablando por todos lados de los ecos de los cacerolazos, que según decían algunos en la previa se iban a llevar puesto al gobierno de Cristina.
Pasó la semana en la que Sabbatella anunció los grupos de medios que están excedidos de las pautas de la LSCA y que deberán adecuarse y presentar planes de desinversión; incluyendo obviamente en un plano preponderante a Clarín, pero con la posibilidad de pegarle al gobierno por Telefónica.
La misma semana en la que declaró Vanderbroele en la causa Ciccone (¿que tuvo cuántas, apenas unas 486 tapas de Clarín y La Nación?), diciendo que toda la guita que apareció en Old Found para comprar la empresa la puso Moneta, tan luego: "el" banquero emblemático del menemismo y los 90', su época dorada; cuando era el referente indiscutido del progresismo.
Y el tipo en la columna de ayer de Clarín (donde suele anticipar su tema top del domingo a la noche en la tele, o la tapa del diario del día) habla del caso de la periodista de Coronel Suárez y su marido que retenían como cautiva a una pobre mujer.
El caso es comnocionante y de actualidad, por cierto, pero no su metier habitual.
¿Por qué será que de golpe agarró para ese lado, obviando todos los demás temas?
¿Será porque le resultaban incómodos, porque ninguno rumbeó para dónde él o sus patrones querían, o está queriéndonos decir algo más que no alcanzamos a ver?
Se enteró de los abusos y Bufarra rajó para el pueblo a ver si lo aceptaban para hacer la reproducción del hecho, aunque el manochanta está preso y no le vá a poder dar el gusto.
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