Por A.C.
En la
economía argentina existen muchos sectores de producción y comercialización que
concentran gran parte del mercado. Esa concentración les permite obtener
altísimos niveles de facturación y ganancias, y además decidir sobre el volumen
de productos o mercadería que vuelcan al mercado. Es decir que tienen en su
mano el grado de abastecimiento del producto, y por lo tanto la posibilidad de
producir una escasez artificial para generar aumentos de precios.
En abril
de 2012, un claro ejemplo de estas maniobras se dio sobre un producto básico de
los argentinos: la yerba mate.
En
nuestro mercado interno, existen doce fraccionadores, de los cuales solamente
cuatro procesan el 50 por ciento de la yerba mate. Entre ellos figuran
Establecimiento Las Marías, Molinos Río de la Plata, Hreuk (Rosamonte), y la
Cachuera (Amanda). Como se le reconoció un aumento a los productores de yerba,
la presión de los grupos yerbateros concentrados, se tradujo en un retiro del
producto, y por lo tanto su desaparición de las góndolas, o la presencia de
oferta muy reducida a altísimo precio.
El Gobierno
Nacional, ante la falta de yerba en los lugares de venta al público, y
existiendo sobrada producción y stock para abastecer el mercado, recurrió a los
instrumentos legales que el Estado posee, para garantizar la normalización del
abastecimiento y su precio.
El riesgo
de este tipo de maniobras existe permanentemente en nuestra economía por su
grado de concentración , donde por ejemplo dos empresas se reparten el 80% del
mercado galletitas o fideos, y otras dos empresas tienen más del 70% del
mercado de bebidas gaseosas. Esto no solo se da en el ámbito de la producción
alimentaria (naturalmente el área que más afecta a los sectores populares),
sino que también la concentración se encuentra en otros sectores, como por
ejemplo la chapa laminada (destinada
a automotrices y empresas metalúrgicas) producida por Siderar (Grupo Techint),
que no tiene competidores internos. O el conocido ejemplo de concentración de
la TV por cable, con Cablevisión, que posee el 80% del mercado en
Capital Federal y 60% del interior del país.
De la misma forma que en nuestro país se dispone
de la Ley 20.680 (Ley de abastecimiento), todos los
países avanzados poseen una legislación que proteje a sus mercados internos de
consecuencias negativas derivadas de la concentración económica y de los actos
o maniobras destinadas a desabastecer el mercado y suprimir la oferta de
productos.
Pero la
oposición al Gobierno Nacional no cree que sean necesarias estas herramientas
legales, que rigen incluso en los países centrales, en los que ellos se referencian permanentemente.
Como se
puede ver en este enlace, la Sra. Patricia Bullrich, entre una serie de
brillantes proyectos de ley elaborados a lo largo de su fructífera carrera como
legisladora, propone la derogación de la
Ley 20.680.-
Nos explica en los Fundamentos del
proyecto, que “La ley 20.680 contiene una
delegación de facultades de sesgo totalitario, incompatible con las normas y
garantías de la Constitución Nacional.”
Se escandaliza porque el art. 2°, inc. (c) autoriza al P.E. a dictar normas que rijan la comercialización,
intermediación, distribución y/ o producción. Y continúa diciendo que “ También, la ley cuya derogación se
postula, autoriza al P.E. a ejercer facultades propias de los órganos
judiciales, así en su art. 2° autoriza la intervención de empresas (inc. g. ) y
el secuestro de bienes (inc. j.); y en su art. 12, el allanamiento de locales y
establecimientos (inc. b.) y la detención preventiva (inc. h.), todo ello sin
intervención judicial, violando así expresas garantías constitucionales y
afectando el principio de separación de poderes.”
Y continúa la legisladora: “ En
resumen, esta ley viola claros preceptos constitucionales otorgando al P.E. un
ilegítimo campo de discrecionalidad incompatible con el estado de derecho que
debe imperar en la República.”
Más allá del indiscutible,
inigualable, profético republicanismo de Bullrich, y de su profundo
conocimiento del derecho comparado, resulta elocuente que la legisladora al
fundar su extraordinario proyecto, deja escapar un pequeño detalle: Cuando el
Estado interviene para impedir la distorsión injustificada de precios o el
desabastecimiento de productos, está cumpliendo con la ley y protegiendo a los
consumidores de bienes y servicios, cuyos derechos se encuentran consagrados en
el art. 42 de la Constitución Nacional.
La idea del gobernante de un país, o por lo menos de ésta
Presidenta, es privilegiar los intereses de la gente por sobre los intereses de
los grandes grupos económicos. Evidentemente, no es la misma idea que tiene la
legisladora ni los patrióticos opositores que la acompañan en sus
incomprendidos proyectos, todos orientados a conseguir una economía al
exclusivo servicio de sus dueños.
Esta mina no se priva de nada, pero reitero le avanza rápidamente la cirrosis mental. Existen comentarios que de Alcohólicos Anónimos la echaron por incurable.
ResponderEliminarCompañeros pareciera que hoy se festeja el día del pelotudo.
Es tan transfuga que ahora que se armó el Partido Judicial quiere pasarse a ese, por eso tanta defensa. En cualquier momento la vemos abrazada con don Lorenzetti (presidente del Partido Judicial) y su asesor don viejito Fayt.
ResponderEliminarEl alcoholismo no se cura, así que es dudoso que en AA la hayan echado por eso. Levantemos la puntería, Anónimo. Discutamos de ideas, no condenemos por enfermedades.
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