Leemos en Clarín el asombro porque en el documento leído en el acto de ayer, se reclamó por el rol de la justicia, y se apuntó a otros factores determinantes del golpe: los grupos económicos, los medios y la iglesia católica.
De esto se trata justamente Clarín, cuando se dice "memoria, verdad y justicia": no olvidemos lo que pasó, por qué pasó, quienes hicieron posible que pasara y quiénes se beneficiaron con lo que pasó.
Y quienes sostuvieron un silencio cómplice (como la iglesia), e incluso aprovecharon el festival de horror para depurar sus propias filas de lo que consideraban cizaña.
La palabra "usó" del titular apunta a deslegitimar el contenido político del acto, como si se lo hubiera teñido de partidismo, o se lo hubiese armado al sólo efecto de proveerle una apoyatura en el espacio público, a los proyectos anunciados por Cristina para democratizar la justicia.
Sin embargo, lo que intenta ocultar Clarín es otra cosa, y es su propia responsabilidad en los hechos del 24 de marzo y lo que vino después, en su doble condición de medio de comunicación, y grupo económico.
Es absurdo pretender que una convocatoria política, gestada por grupos políticos y con la conmemoración de un hecho político, no tenga una lectura política; y bienvenida sea ésta porque conjuga pasado, presente y futuro, porque están intrínsecamente unidos.
Porque nos pasó lo que pasó, y porque pasó del modo que pasó, es que hay que plantarse hoy políticamente pidiendo lo que se pidió ayer, para que no vuelva a pasar.
Como los modos de la corrección política le impiden a Clarín hacer la defensa abierta del genocidio argentino (eso se lo deja a los comentaristas de la edición digital, y a su primo hermano La Nación), trata de deslegitimar el reclamo presente por memoria, verdad y justicia.
Porque ciertamente la justicia argentina debe democratizarse (lo haya planteado o no Cristina), entre otras cosas por su rol -de años y actual- en las causas por las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.
Y porque aunque hoy se reduzca todo a establecer si Bergoglio tuvo no no responsabilidad en el secuestro de dos sacerdotes jesuitas, lo políticamente relevante (y no es que saber eso no lo sea) es que la justicia también alcance a quienes, desde las posiciones que ocupaban en la iglesia católica, colaboraron con los genocidas.
Para sentir que no hay privilegiados ni intocables, y para poner en perspectiva púlpitos, discursos, apelaciones a la moral social.
Del mismo modo pasa con los medios: cuando ADEPA comete el exabrupto de comparar a los desaparecidos de la dictadura con los avisos publicitarios de los diarios, y alza su voz por presuntas persecuciones contra la libertad de prensa en el país, es imprescindible poner las cosas blanco sobre negro; y decir con todas las letras, y todas las veces que haga falta, que los grandes medios de comunicación fueron cómplices del aparato represivo, y piezas fundamentales de su estrategia para falsear y ocultar la verdad de lo que pasaba en el país.
Y que decir de los grupos económicos.
Al respecto leemos en la nota de Clarín que se pidió en el acto "que se avance en las supuestas responsabilidades de diferentes empresas, entre las que se mencionaron a “Mercedes Benz, Acindar, Fiat, Techint, Macri, City Bank, La Nación, Clarín, Ledesma, la Sociedad Rural Argentina, Ford y Loma Negra. "
Pues bien señores: no hay pedido más justo, ni más certero en términos políticos.
Ya querrían ustedes que los juicios por la verdad terminaran en la condena de unos cuantos viejitos a los que no les queda mucho hilo en el carretel, y que aceptáramos que sólo se trataba de una banda de psicópatas afiebrados, que mataban, secuestraban y torturaban por su propio impulso, convencidos de estar cumpliendo una visión divina.
Cuando se sabe -lo sabemos, ustedes y nosotros- que la verdad es muy otra; que esos sicópatas y asesinos fueron instrumentos de un plan que ustedes (entre otros) pergeñaron, y de cuyos resultados obtuvieron beneficios bien concretos.
Y no crean que vamos a dejar que eso se olvide, para que puedan seguir levantando a diario el dedito acusador no ya contra un gobierno, sino como si fueran la reserva moral de la democracia.
Ni Olvido Ni Perdón.
ResponderEliminarLos complices civiles y beneficiarios económicos de la dictadura, deben tambien ser condenados por la Justicia.