Decir que la desaparición física de un líder político de la estatura de Hugo Chávez provoca un vacío difícil (si no imposible) de llenar, es una constatación de lo obvio.
Lo que no es tan sencillo es hacer previsiones a futuro sobre la evolución del panorama político, tanto en lo específico de la situación interna de Venezuela, como en las proyecciones que la muerte de Chávez tiene hacia todo el contexto de América Latina; y por que no, hacia el resto del mundo: su figura trascendió largamente los límites del continente, en términos de gravitación y referencia política.
En tanto encarnó un liderazgo fuertemente carismático, le caben al caso venezolano a partir de la falta de Chávez, todas las teorizaciones que se han hecho al respecto, en especial sobre los populismos latinoamericanos; sobre todo las dudas que plantea la subsistencia del proyecto político que ese liderazgo encarnaba, o en todo caso cuanto habrá de continuidad, y cuanto de cambio.
Sin embargo en ese aspecto (el de la previsión a futuro) también fue Chávez un líder excepcional, permanentemente preocupado por sentar bases firmes de organización política para el proceso de la revolución bolivariana en Venezuela, tanto como por aportar su contribución (importante, se diría decisiva) a la consolidación del proceso de integración de América Latina.
En lo específicamente interno de su país, desde la sanción de la nueva Constitución bolivariana hasta el empeño puesto en la construcción de una organización política basada en el protagonismo popular, Chávez vio claro la necesidad de institucionalizar las conquistas alcanzadas, como un modo de garantizarlas más allá de las alternancias propias del ciclo político.
Los que se pierden en los detalles (como las discusiones por la reelección presidencial) suelen perder de vista estos elementos, esenciales para comprender el proceso del chavismo en su total dimensión; y para poner en contexto el propio liderazgo de Chávez, y la importancia de las transformaciones estructurales que introdujo en Venezuela.
Contribuyó de ese modo a fortalecer un proceso político más allá de su propia persona, aunque la estatura política de su figura se evidencia ahora, cuando su ausencia es irreversible; y el procesamiento político de esa ausencia será un factor de no pocas tensiones, incluso hacia el interior del PSUV.
A medida que su enfermedad avanzaba, esto lo vio claro el propio Chávez, quien puso todo su empeño personal (más allá incluso de lo que la prudencia humana aconsejaba) en llegar a las elecciones del 7 de octubre; para enfrentar a la coalición opositora encabezada por Capriles, y relegitimar una vez más, en las urnas, el proceso de la revolución bolivariana.
Elecciones en las que hizo permanentemente hincapié en los riesgos que el resultado electoral entrañaba para las mejoras sociales y económicas conseguidas en los años de la revolución bolivariana, precisamente para concientizar a sus beneficiarios sobre la naturaleza del proceso: algo que no estaba ni está definitivamente consolidado, ni mucho menos.
Del mismo modo, la nominación expresa de Maduro como su sucesor (y por esa razón, hoy seguro candidato del PSUV en las nuevas elecciones presidenciales) procuró subordinar las discusiones internas y -si se quiere- las legítimas aspiraciones personales, al objetivo del conjunto: garantizar el triunfo, y la continuidad de los cambios. Una lección de liderazgo político, en toda su dimensión.
Las expectativas que suscitó la coalición opositora encabezada por Capriles (que hasta llevaron a algunos a pensar en una derrota de Chávez) se desvanecieron el día mismo del comicio conocidos los resultados; y la diáspora de las fuerzas antichavistas se profundizó aceleradamente, primero en las elecciones estaduales de diciembre pasado, y luego en la actitud a tomar ante la ausencia del presidente, y el proceso institucional de su sucesión.
Sin embargo, sería un error subestimar la capacidad de acción de la oposición, no tanto de cara al proceso electoral que se avecina (que nos animamos a decir arrojará un nuevo triunfo contundente del PSUV, cuya militancia se verá galvanizada por la pérdida del conductor), como al futuro del panorama político venezolano.
Y es que, de un modo consistente con las formas de actuación política de la derecha contemporánea en toda América Latina, la legitimación electoral de los procesos populares no es para ellos algo a tener demasiado en cuenta: al fin y al cabo, cuentan con los resortes de los poderes económicos y mediáticos (que son en esencia lo mismo) para socavar y desestabilizar; y han demostrado con creces su escaso apego a las reglas de juego de la democracia; máxime cuando se sienten alentados por al menos parte de las estructuras reales del poder de los EEUU.
Precisamente por estos días estaban sufriendo los venezolanos de a pie (con el desabastecimiento y la especulación con el precio de los alimentos y artículos de primera necesidad) las consecuencias de un modo de accionar en política por fuera de los cauces electorales; hecho que enaltece aun más el liderazgo de Chávez, que vio desde siempre clara la necesidad de recuperar capacidades estatales de arbitrio en la economía; del mismo modo que la recuperación del control estatal de la enorme renta petrolera le posibilitó los recursos para su vasto programa de reformas sociales.
Nos resta -para redondear este análisis- considerar las probables consecuencias de la muerte de Chávez hacia afuera de Venezuela, para la consolidación del proceso de integración de América Latina.
El contundente rechazo al ALCA en la cumbre de Mar del Plata del 2005, el lanzamiento del ALBA y la Unasur, la ampliación de los miembros del Mercosur y su definida orientación como alianza política con proyecciones de complementación económica, y la creación de la CELAC como estructura pensada para reemplazar a la decrépita OEA (al fin y al cabo, una supervivencia de la Guerra Fría), y romper el aislamiento a Cuba en el propio continente, son todas iniciativas históricas, trascendentes y estructurales: ninguna de ellas hubiera sido posible sin Hugo Chávez.
Sin su inspiración, su claridad ideológica, su empeño personal; consistente esto último con el modelo de las "diplomacias presidenciales" puesto en marcha en América Latina en la primera década del siglo XXI.
Claro que esa impronta personal de los líderes latinoamericanos, que muchas veces actuó como puente para salvar las distancias históricas entre sus países, es también una potencial debilidad del proceso en el largo plazo; en la medida en que los compromisos políticos no se institucionalicen, y se traduzcan en realizaciones concretas y tangibles, para cada uno de sus pueblos.
Allí también el legado de Chávez los compromete a todos de cara al futuro, para garantizar la continuidad y la profundización de un proceso de integración que no estará exento de tensiones y acechanzas.
No es que yo quiera instalar temas. Pero.. ¿no tiene ganas de dedicarle
ResponderEliminaralguna reflexión a esta declaración de Binner hecha después de la muerte
de Chávez?
Binner: "Yo hubiera votado por Capriles"
http://www.infonews.com/2013/03/06/politica-64139-binner-yo-hubiera-votado-por-capriles-hugo-chavez.php
El ex candidato a presidente por el Frente Amplio Progresista,
Hermes Binner, afirmó anoche que de haber sido ciudadano venezolano
en las últimas elecciones hubiera votado al candidato de la derecha,
Henrique Capriles Radonski, opositor a Hugo Chávez.
Al participar en un programa emitido por la señal 26 TV y al ser
consultado respecto de cuál hubiera sido su voto de haber participado
en las elecciones presidenciales de octubre pasado en Venezuela, Binner
afirmó: "Yo hubiera votado por Capriles".
La respuesta se dio horas después de que se conociera la muerte del
mandatario venezolano y formó parte de un programa en el que se analizaba
la coyuntura política venezolana a partir de esta situación.
En tanto, en diálogo con Radio América en referencia a la situación
en Venezuela tras la muerte de su líder, Binner manifestó: "Hay que ver
cómo sigue, porque los gobiernos populistas tienden a no tener herederos".
Por otro lado, criticó: "Hay una percepción de una compatibilidad del Gobierno
de Cristina (Fernández de Kirchner) con el de Chávez. Nosotros en Santa
Fe demostramos que no hay un solo país. Nosotros no manejamos el país a base
de dádivas y prebendas sino por el cumplimiento de la ley".
"Venezuela demostró su generosidad con Argentina. Venezuela es un Gobierno
que avanza en ayudas y no en el problema de fondo", concluyó el ex gobernador
de Santa Fe.
No, no tiene sentido. Binner es un gorila irredimible, al estilo de Alfredo Palacios o Norteamérico Ghioldi, todo lo que no entiende o le repele lo rotula como "populismo", y listo
ResponderEliminarBinner hubiera votado en Venezuela al candidato de la derecha, porque Binner ES de derecha.
ResponderEliminarUn conservador reaccionario, fundamentalista del pensamiento mágico, agravado hoy por cuestiones de edad y de las exigencias de grupos económicos -legales e ilegales- que sostuvieron su fracasada candidatura presidencial, candidatura que de repetirse hoy, tendría un resultado similiar al 1% de Carrió.
El Colo.