Es difícil tratar de entender e interpretar cuáles fueron las razones por las que el cónclave de cardenales eligió a Jorge Bergogilo como el nuevo jefe de la iglesia católica en todo el mundo; con lo que todo lo que se pueda decir al respecto, son simples especulaciones.
Lo que ciertamente habilita un sinnúmero de opiniones al respecto, desde las más serias, hasta las francamente risibles, o que en todo caso exteriorizan operaciones políticas de todo tipo; que haciendo pie en el novedoso acontecimiento, aprovechan la volada para llevar agua para su molino.
Al respecto leemos en Infoabe: "El vaticanista italiano Vittorio Messori aseguró haber intuido la elección de Jorge Bergoglio por cálculo, no cabalístico sino estratégico, basándose en su conocimiento de la realidad de la Iglesia.
Messori, autor de una entrevista con Juan Pablo II que acabó en libro (Cruzando el umbral de la esperanza), escribió en el Corriere della Sera que la elección de Francisco es una opción geopolítica tan fuerte como en su momento la de Karol Wojtyla. Si aquella vez se trató de contribuir a la liberación de medio continente del yugo del autoritarismo soviético, la opción geopolítica “verdaderamente urgente, incluso urgentísima,” que se imponía esta vez, dice Messori, venía de un desafío: “La Iglesia de Roma está por perder al que consideraba ‘el Continente de la Esperanza’, el continente católico por excelencia: Sudamérica abandona el catolicismo a un ritmo de miles de hombres y mujeres cada día”.
La mayoría de los fieles que ha perdido la Iglesia Católica latinoamericana –casi un cuarto del total desde comienzos de los años 80- han ido a las diferentes vertientes del neopentecostalismo, muy activas y provistas de recursos más que suficientes para atraer a los sedientos de espiritualidad pero también de contención social y hasta económica.
Por este alejamiento de las masas del catolicismo, Messori responsabiliza en parte a “las teologías políticas de los últimos decenios, predicadas por curas y monjes convertidos en activistas ideológicos”." (los subrayados son nuestros)
Vemos entonces que las dos causales indicadas por Messori para la crisis de la iglesia católica en América Latina (como si en el resto del mundo atravesara un período de esplendor) son el avance de los movimientos protestantes, y el activismo ideológico hacia el interior de la propia iglesia.
No puede pensarse que ninguno de los dos factores estuvieran ausentes en el 2005, cuando murió Juan Pablo II y fue reemplazado por Benedicto XVI; como tampoco que ambos no se hayan ocupado (en sus respectivos papados) de "depurar" a la iglesia católica de las disidencias y el "activismo ideológico" hacia su interior: los teólogos de la liberación excluidos del seno de la iglesia y férreamente perseguidos por los inquisidores romanos (como Leonardo Boff) pueden dar fe de eso.
Con lo que hasta acá y a estar por estas explicaciones, pareciera ser que la misión del Papa Francisco (en lo que específicamente vinculado con América Latina) no diferiría demasiado de la de sus antecesores.
Pero luego el artículo de Infobae (ya en el tren de operación política disfrazada de análisis de coyuntura) complementa a Messori: "La elección de Bergoglio puede ser vista también como un modo de recuperar un impulso transformador, que había sido muy intenso durante los primeros años del pontificado de Wojtyla, cuando la política le hacía el relevo a los caminos que el Papa señalaba desde la fe. Su histórica visita a Polonia reavivó el fervor religioso y fortaleció el movimiento sindical Solidaridad que fue clave en la erosión del régimen totalitario.
Pero, años después, a diferencia de lo sucedido con el comunismo, las críticas y advertencias de Wojtyla contra los peligros de la globalización y del capitalismo salvaje no parecían tener impacto en la política, que desoía sus llamados a reducir la desigualdad, la pobreza y la deuda de los países más atrasados. "
Y sigue: "Latinoamérica no es solamente el “Continente de la Esperanza”, también es el continente de los peligros que representa su enorme deuda social: la desigualdad sigue siendo extrema, el narcotráfico y la violencia delictiva azotan a muchos de sus países de un modo indignante y, tras una década de gobiernos de discurso anti-neoliberal, exhibe la poco honrosa cifra de 66 millones de indigentes.
La opción por los pobres, que Jorge Bergoglio quiere convertir en signo de su Pontificado, no puede tener mejor escenario que ése. No será el único, por supuesto: otras regiones del mundo en desarrollo lo son igualmente.
Pero en América Latina, la mayoría de los gobiernos actuales tiene también a los pobres en el centro de su discurso, lo que no significa en todos los casos una historia de éxito en materia de reducción de la pobreza. " (los subrayados otra vez son nuestros)
Ahí está el huevo, y no lo pise, como decía Inodoro Pereyra: el propio artículo constata que la iglesia católica (en el papado de Juan Pablo II) tuvo grandes éxitos en contribuir a erosionar el comunismo en Europa del este, pero luego de caído el muro, no logró replicarlo en poner en la
agenda de las naciones desarrolladas del Occidente triunfador de la guerra fría, los problemas de las injusticia y desigualdades que crea el capitalismo.
La pregunta es si este segundo objetivo fue buscado con el mismo ahínco del primero, o una vez asegurado el colapso del comunismo (un régimen autodefinido como ateo, y perseguidor de la religión), la Santa Sede se retrajo en el terreno doctrinario y de la práctica pastoral; asumiendo perfectamente cual era su rol en el tablero del poder mundial.
Tanto, que la crisis financiera global que hoy sacude al mundo desarrollado sorprende al propio Vaticano sumido en los escándalos del Banco Ambrosiano, y con la opacidad de sus finanzas que lo llevaron a la categoría de paraíso fiscal, sospechado de lavado de dinero: lejos de ser parte de la solución, bien zambullido en el problema.
¿Y por qué entonces volver la mirada ahora a América Latina, o que cambió desde que en el 2005 se producía el último relevo en la silla de Pedro?
Cambió que en América Latina se consolidaron movimientos políticos en algunos países (y surgieron en otros) que captaron el favor de las masas, y que -a diferencia de lo que sugiere el artículo- pudieron acreditar desde el gobierno logros importantes en la reducción de la pobreza, aun cuando es cierto que la región sigue estando entre las más desiguales del planeta. Las propias cifras de la CEPAL corroboran la tendencia del período al respecto.
No se trata entonces de descreer de la preocupación de Bergoglio o la iglesia por los pobres (que al fin y al cabo -lo dice el Evangelio- siempre estuvieron allí), sino de analizar como se incardina esta decisión del cónclave en el actual contexto político; cuando las nuevas experiencias populares de América Latina en la primera década del siglo XXI (que coincidentemente dieron cabida a reclamos sociales de apertura a nuevos derechos, pese a la oposición de las jerarquías ecleciásticas en muchos casos: Bergoglio y su cruzada contra el matrimonio igualitario son un ejemplo valedero al respecto) enfrentan la ofensiva combinada de los países centrales y de los intereses corporativos (que no son sino dos caras de una misma moneda); para desandar el camino de las políticas que desafiaron las premisas del consenso de Washington.
Premisas con las que las jerarquías del episcopado católico de América Latina (con honrosísimas excepciones) eligieron no confrontar, o lo hicieron exclusivamente en el plano discursivo, y sin la contundencia que la propia iglesia tuvo en otras épocas de su historia; como en los lejanos 60' y 70' del siglo XX.
Entre el neoliberalismo económico (con desvastadores consecuencias sociales, por todos conocidas) y el conservadurismo social (no avanzando en la modificaciones de las relaciones sociales y las costumbres, por ejemplo para reconocer derechos a las minorías sexuales), la Santa Sede y sus representaciones locales eligieron soportar el primero (o mirar al costado mientras se desplegaba), para garantizar que los gobiernos de la época no avanzaran sobre el segundo.
Es esa historia de la iglesia (atravesada ella misma por las contradicciones de esos años, con víctimas y verdugos en sus propias filas) la que hoy interpela la apelación del nuevo Papa a ocuparse de los pobres y la pobreza; y la decisión de los cardenales del cónclave de venir a buscarlo en estas tierras; indagando sobre su credibilidad última.
Del mismo modo que la cerrada defensa del Vaticano de Bergoglio por sus cuentas pendientes con el pasado de la dictadura argentina, parece más bien un intento de clausurar el debate sobre la responsabilidad de toda la iglesia (la Argentina, la de América) en aquéllos años de oprobio; cuando las autocracias del continente desplegaban políticas que no se caracterizaron justamente, por una opción preferencial por los pobres.
A la cabeza de los cardenales hay un yanky, muy cercano a los republicanos que operó fuerte para Bergoglio.
ResponderEliminarLos pobres es el pantano de todos los tiempos de la humanidad.
ResponderEliminarEn el pantano chapotean, un rato, todos los que quieren alcanzar algún estadio de poder.
Para cuando obtienen lo que desean, ya se han bañado y perfumado.
Cuando están en problemas otra vez recurren al pantano. Pero de lejos,
desde el púlpito o desde el estrado. Hablan de cambiarlo para que sea un paraíso. Así, otra vez llaman a los habitantes del pantano a sufrir,
para cambiar la paupérrima condición.
Se olvidan, siempre se olvidan, que el pantano alberga vida. Que siempre
volverá a cobrarles las promesas incumplidas.
- agrego:
ResponderEliminarPor eso a estos canallas les asusta cuando a un gobierno lo elige una
mayoría con trabajo y bienestar. Son ellos los que necesitan que el
pantano siga existiendo. No al revés.
Por eso hablan de recuperar a Latinoamérica. La quieren otra vez como
estaba. Del mismo modo que los cacerolos quieren que les "devuelvan la patria".
Igual no hace falta que la iglesia católica se venga hasta acá a buscar pobres. Que mire un poco allá en Europa, que según me dijeron no les está yendo muy bien con ese temita...
ResponderEliminarEE. uu: Yo emito y te doy para que arreglés la situación del Banco Ambrosiano.
ResponderEliminarVATICANO: Yo te recupero el petróleo de Venezuela.