lunes, 10 de febrero de 2014

PARITARIAS, INFLACIÓN Y ZONCERAS


La apertura de la discusión de salarios en paritarias (aspecto dominante pero no excluyente de una instancia en la que además se discuten condiciones de trabajo) ser -sin dudas- uno de los hechos políticamente más relevantes de los meses por venir.

Con la reciente devaluación en miras, no es difícil asumir que aflorarán allí tensiones a partir del previsible reclamo sindical para intentar compensar vía aumentos el impacto inflacionario de la corrida del tipo de cambio, como el también previsible intento empresarial por resistirlo; lo más que pueda.  

En el ámbito del sector público (que estrena las negociaciones, como todos los años, con la paritaria docente nacional) se agrega además el ingrediente de la situación fiscal de las provincias, variable que determina sus posibilidades de ofrecer mejoras a sus empleados.

Hasta allí, nada novedoso o que no suceda todos los años con un mecanismo reactivado en la última década, pero que el país conoce desde los años 40' (cuando lo institucionalizara el primer peronismo), y está legislado desde 1953.

Nosotros hemos destacado en éste blog en varias oportunidades que, cada vez que se aproxima la discusión en paritarias, crecen las alarmas y pronósticos de desmadres (mecanismo empresarial para acotar los reclamos) y las pujas entre las diferentes fracciones del sindicalismo revoleando porcentajes al azar; para demostrar quien la tiene más larga. 

A esto sumémosle el catastrofismo de los medios a partir de la idea de que es el gobierno el que pone pautas o "techos" a la discusión con un ojo puesto en la inflación; como si convalidara la teoría según la cual los precios crecen como consecuencia de las alzas de salarios: algo desmentido por la actual coyuntura (donde los movimientos de precios son nítidamente especulativos, a partir de la evolución del dólar, o tomándola como excusa); o que en todo caso es una práctica habitual de los empresarios que remarcan antes de las paritarias (para "cubrirse"), y también después (para "recuperarse").

Sin embargo puestos a discutir en la mesa de la negociación salarial, juegan otros factores que son los que terminan definiendo cuáles son los niveles de aumentos salariales que pacta cada sector: el nivel de empleo (veíamos acá como el desempleo en tasas elevadas es un formidable disciplinador de los reclamos salariales), la productividad promedio de cada sector, la incidencia de la mano de obra en los costos empresarios (variable en cada caso), la escala de las empresas típicas de cada sector y sus espaldas para soportar aumentos, la capacidad de presión de cada contraparte sindical; en fin, entre otros aspectos.

Una dinámica social compleja pero aceitada (en especial cuando adquiere continuidad, como ha sido en los últimos años), donde cada una de las partes sabe implícitamente hasta donde puede exigir o ceder

De allí que -sin desconocer la trascendencia política que el asunto tiene- ciertas zonceras instaladas como lo de que las paritarias tienen que ser "libres" (ver al pie del post el intercambio con Federico Pinedo en Twitter), o que para sentarse a negociar hay que tener certezas sobre la confiabilidad de los índices inflacionarios (ver en la imagen de apertura, en el otro extremo, el planteo casi ingenuo de Bercovich), no contribuyen demasiado que digamos a entender de que se trata.

Cuando Moyano acuñó hace un tiempo aquélla célebre metáfora de "la inflación del changuito", estaba dando cuenta de un hecho simple: los sindicatos se sientan a negociar salarios en paritarias sin importarles demasiado lo que dijeran los índices de precios del INDEC, pero sabiendo además que tampoco obtendrían siempre lo que marcaba -por ejemplo- el IPC "Congreso" de Patricia Bullrich y asociados. Cualquier dirigente sindical medianamente experimentado sabe eso.

Y si no remontémonos a los ejemplos históricos extremos: cuando sobre el final del gobierno de Alfonsín la inflación se disparaba por encima del 5000 % anual, nadie cuestionaba la credibilidad de las cifras oficiales, pero al mismo tiempo en una economía que se caía a pedazos y con un desempleo en constante ascenso, la prioridad sindical era intentar -a como diera lugar- preservar las fuentes de trabajo, y a nadie se le ocurría plantear un aumento salarial en consonancia con el nivel de inflación, sabedores de que era impagable.

Las paritarias en un sentido son siempre "libres" y en otro (en tanto puja sectorial) no lo son: los sindicatos son libres para pedir lo que se les antoje (aun en la hipótesis de que el gobierno quisiera marcarles una pauta o "techo"), pero no lo son para obtenerlo; precisamente porque lo que logren dependerá de la negociación.

Y a la inversa los empresarios no son libres de sentarse a negociar salarios con ellos todos los años (si la ley no los obligase, jamás lo harían por propia voluntad), pero sí de plantarse en un determinado nivel; aun asumiendo la posibilidad de conflictos. Y a su vez a ese nivel tampoco llegan "libremente" sino -en la mayoría de los casos- presionados por la dinámica de la negociación, con la perspectiva del conflicto a la vista.

A su vez corresponde al gobierno garantizar el marco institucional para la discusión (algo que el kirchnerismo ha respetado religiosamente, pese a los anuncios apocalípticos reiterados una y otra vez de decretazos y suspensiones o congelamiento de las paritarias), monitorear su desarrollo buscando moderar o encauzar la conflictividad social (máxime en un año con dificultades económicas, internas y externas), y en todo caso si fija pautas de discusión (tanto como puede hacerlo), lo hará (en el marco de una economía con inflación donde crece la nominalidad de las transacciones) no porque convalide el argumento de que son los salarios los que generan la inflación, sino para sacarles a los empresarios la excusa perfecta para volver a remarcar los precios.

Dicho de otro modo: si las negociaciones salariales se terminan cerrando dentro de un espectro más o menos homogéneo (reconociendo a su vez la heterogeneidad retributiva de la fuerza laboral) y no aparece un sector determinado obteniendo un aumento muy por encima del promedio, no podrá el sector (o los sectores) empresarios que lo paguen argumentar que eso los pone en la necesidad de aumentar los precios.

Pero así como todo este asunto de las paritarias supone cuestiones complejas que no se pueden abordar con eslóganes o lugares comunes, tampoco pueden dejar de verse en perspectiva histórica, porque justamente ese enfoque es el que demuestra esa complejidad en acto; y esos lugares comunes. frecuentemente desmentidos.

En ese sentido este post de Artemio es altamente recomendable, porque desmitifica (con las cifras concretas del caso) el argumento de que son los salarios el principal componente generador de la inflación (o en la versión Bercovich, la necesidad inexorable de tener índices creíbles para poder encauzar la discusión).

Y éste post nuestro de hace unos días (en el cual tomábamos información aportada por Artemio) sobre la evolución de los salarios en la última década demuestra también que lo que haya sucedido con las cifras del INDEC no ha significado que el kirchnerismo se desentendiera del problema de la inflación y sus consecuencias sobre los ingresos de los trabajadores; y mucho menos que haya encapsulado la discusión salarial con pautas que los perjudicaran en su poder adquisitivo.


2 comentarios:

  1. El boicot a supermercados del día 07/02 (silenciado por los grandes medios anunciantes de dichos supermercados) fue un éxito notable y doble. 1º) Porque fue una iniciativa popular de autodefensa, se viralizó y forzó la adhesión de asociaciones de defensa del consumidor y 2º) porque sirve a los efectos de fortalecer un programa antiinflacionario sin ajuste para el pueblo. Hay que difundirlo y defenderlo por todos los medios posibles.

    Es necesario fortalecer y sostener la participación masiva en ese sentido y de todas las formas posibles. No todos los días se puede organizar un boicot, por eso hay que buscar otras formas posibles de hacerles sentir el desagrado, el repudio y el rechazo a los aumentos de precios sin justificación alguna. Que las grandes empresas, ya sean comercializadoras, productoras o proveedoras de insumos de los artículos de consumo masivo, sientan nuestro repudio y la decisión popular de resistir en forma directa y de apoyar toda aquella medida que desde el Estado se tome para ponerles freno en su doble intento de atentar contra el bolsillo de los trabajadores y de producir la desestabilización de la democracia.

    Una forma podría ser que se organice una campaña masiva por Internet, por las redes sociales, por teléfono, etc. para enviar correos y mensajes a las grandes empresas donde los consumidores manifiesten su opinión respecto del accionar de dichas empresas. Casi todas ellas tienen canales para la comunicación con sus clientes, así que no ha de ser difícil organizarlo, tal como se organizó el boicot del pasado viernes 07/02/2014. Y hay gente con manejo de redes sociales etc, con capacidad de organizarlo y ponerlo en funcionamiento.

    Les hago llegar la idea para comenzar a difundir esta propuesta, como una pequeña forma en que hagamos valer nuestros derechos.

    Además de los grandes supermercados habría que incluir a todas esta lista de grandes empresas, a las que seguramente se le podrían agregar algunas más, como ser grandes bancos, laboratorios medicinales, etc.:

    ALIMENTICIAS

    ARCOR
    MOLINOS
    KRAFT
    PEPSICO
    MASTELLONE
    SANCOR
    DANONE ARGENTINA
    LEDESMA S.A.
    ACEITERA GENERAL DEHEZA
    COCA COLA ARGENTINA
    PEPSI ARGENTINA
    LA VIRGINA
    ESTABLECIMIENTO LAS MARIAS


    LIMPIEZA Y TOCADOR

    PROCTER & GAMBLE
    UNILEVER
    JOHNSON & JOHNSON
    BEISDORF ARGENTINA (NIVEA)

    PROVEEDORES DE ENVASES E INSUMOS:

    TETRA PAK ARGENTINA
    ENVASES CENTENERA S.A.
    AMERICAN PLAST S.A.
    CARTOCOR S.A.
    ALUAR
    TECHINT

    ResponderEliminar
  2. Hasta 2003, no sólo se habían dejado de lado las paritarias, se habían rebajado los salarios y jubilaciones un 13%, también se había dejado de lado, el futuro de la mayoría de los argentinos y argentinas, su identidad, (miles de pibes no estaban anotados, sin documento) su educación, su salud, así que si hoy tenes que calcular eventualmente un índice de ajuste salarial, no será tan dramático.

    ResponderEliminar