APORTES PARA UN PERIODISTA DESCONCERTADO

Cristina habla por teléfono con Putin (a pedido del presidente ruso), y parece que el hecho de que no nos estemos cayendo del mundo como dicen a diario, los pone locos; como le pasa a Joaco en su columna de La Nación de hoy, que hasta está preocupado por el resurgimiento de la Unión Soviética y la vuelta de la Guerra Fría.

Aunque en realidad, para Morales Solá la Guerra fría nunca terminó, y a juzgar por el Argenleaks, hace años que viene trabajando free lance de espía yanqui en el país; y vocero comedido de las políticas del Departamento de Estado.

Pero yendo al caso de Crimea (que es el que disparó la llamada de Putin a Cristina, y la alarma de Joaco), el plumífero le erra como a las peras al decir que la Argentina apoyó la incorporación de Crimea a Rusia por la fuerza.

Porque a lo mejor él no lo recuerda, pero la Argentina (aislada del mundo como sabemos) es hoy miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, donde hace muy poco (el 15 de marzo, para ser más exactos) se discutió una resolución que condenaba el referéndum que se convocó en Crimea para tratar la anexión a Rusia; y que -como sabemos- arrojó un resultado de más del 96% de los votos a favor.

Y en esa oportunidad, cuando a la Argentina le tocó opinar y votar, lo hizo a favor de la resolución condenatoria presentada por Estados Unidos, ante la cual Rusia votó en contra y China se abstuvo.

Al respecto,  leemos el comunicado oficial de la misión argentina en la ONU: "La delegación argentina entiende que no tiene mayor sentido pronunciarnos sobre hechos futuros y consecuencias hipotéticas", explicó la embajadora, María Cristina Perceval, al inicio de su intervención ante el Consejo.

"Sin embargo, ha acompañado el proyecto de resolución porque reafirma la primacía del principio de la integridad territorial y con la esperanza de que este proyecto pueda contribuir a fomentar un diálogo constructivo dentro de Ucrania", añadió.

Argentina, señaló Perceval, espera "que todas las partes ucranianas se abstengan de llevar adelante actos unilaterales que dificulten el diálogo o alejen las posibilidades de una solución pacífica y negociada".

Al mismo tiempo, consideró que "corresponde a los ucranianos el manejo de sus asuntos internos y la interpretación de esos actos", y aseguró que "al Consejo de Seguridad no es a quien le corresponde definir esta situación.

"Nuestra responsabilidad es defender la paz y la seguridad internacionales", recordó Perceval, que llamó a todos los países a respetar el principio de no injerencia y la legalidad internacional.

La resolución declaraba que el referéndum previsto para mañana en Crimea "no puede tener validez y no puede servir de base para ninguna alteración del estatus" de la región, dado que Ucrania "no lo ha autorizado".".

Incluso Morales Solá podría haber consultado (antes de mandar su columna para que la publiquen) en el mismo diario donde trabaja: en ésta nota de Di Natale -que está además en la tapa- lo aclaran. 

Lo que hizo la Argentina (en la ONU, y Cristina en su reciente viaje a Francia y en su cuenta en Twitter) es destacar el grosero doble estándard de las potencias occidentales para evaluar situaciones asimilables con distinta vara:

Porque mientras en Crimea se oponían de plano al referéndum con el argumento de que afectaba la integridad territorial de Ucrania que no lo consentía, en el caso de Malvinas reivindican el derecho de los kélpers (que hace poco hicieron un referéndum similar, para reafirmar su pertenencia a la corona inglesa); aun cuando sea jurídicamente nulo porque se alza contra las resoluciones de Naciones Unidas que establecen que hay una disputa pendiente de soberanía con la Argentina; cuya integridad territorial fue mutilada por la apropiación colonial de las islas.

Justamente esa precisión es lo que le reconoció Putin a Cristina (por eso la llamó), porque el embajador ruso en la ONU al hablar ante el Consejo de Seguridad, había hecho exactamente la misma observación sobre la incoherencia occidental.

Probablemente lo que desvele a Morales Solá es que el país tenga una política exterior independiente, que trata de consultar y atender -del mejor modo posible- los intereses nacionales; sin determinar a priori con quien se debe coincidir o discrepar en cada caso.

Y como el mundo (como decíamos acá) es una cosa bastante más compleja que la visión binaria de gente como Morales Solá), eso supone respuestas diplomáticas también complejas.

Si se observa la actuación argentina en el caso Crimea, el gobierno no ha hecho más que reiterar lo que fueron las líneas maestras de la política exterior tradicional del país, al menos en los gobiernos democráticos: reivindicación de la solución pacífica de controversias, oposición a las sanciones contra países decididas unilateralmente sin el marco de los organismos internacionales (tal las dispuestas por Obama contra Rusia), defensa del principio de la integridad territorial de los Estado (por encima incluso de la supuesta o real autodeterminación de los pueblos).

Ni más ni menos que el respeto estricto de los principios básicos acordados por toda la comunidad internacional y volcados en la Carta de las Naciones Unidad; lo que supone la paradoja de que se le pediría al kirchnerismo un alineamiento incondicional con ciertos intereses estratégicos (los de EEUU) que van en colisión con la institucionalidad global, y los mecanismos de diálogo para resolver las disputas entre los Estados.

Y aunque el sistema multilateral encabezado por la ONU esté desde hace años en crisis (justamente por las lógicas imperiales unilaterales de las grandes potencias), los países como el nuestro deben apostar a su pervivencia y mejora porque así lo exigen sus propios intereses nacionales.

Recordemos sino que es ese mismo sistema el que ha establecido unívocamente desde 1965 que en Malvinas existe una situación colonial, que plantea una disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido; razón por la cual no aplica en el caso -como se dijo- el principio de autodeterminación de los pueblos, y el referéndum kélper de hace unos meses carece en absoluto de validez.

Y en ese mismo marco multilateral (porque así está establecido en sus propias resoluciones) es donde la Argentina espera alguna vez sentarse a discutir con los ingleses la soberanía de las Malvinas.