miércoles, 21 de mayo de 2014

CORRAL JUNTÓ PARA 9 ASIGNACIONES UNIVERSALES


Advertencia previa: éste no es un post en contra de la solidaridad de la gente común, que por cuenta propia o a través de entidades de bien pública dedica parte de su tiempo (y eventualmente plata) a ayudar a los que más lo necesitan. Tampoco es un post en contra del voluntariado social, o cosa que se le parezca; y si alguno lo entiende así, allá él.

Tiene que ver con el rol del Estado para corregir las desigualdades sociales, a través de políticas públicas concretas (con asignación de recursos también concretos) con impacto directo en esos sectores, para mejorar su calidad de vida y darles mayores oportunidades de las que -sin mediar esa intervención estatal- carecerían.

Y viene a cuento del proyecto de "reinserción social" de los limpiavidrios que lanzó -con gran despliegue mediático- el año pasado la Municipalidad de Santa Fe; al que en su momento nos referimos acá, proyecto titulado "Calles seguras: infancia y juventud protegidas".

Que consistía básicamente  en que junto con la Tasa General de Inmuebles, los santafesinos recibimos unos "bonitos" de 10 pesos para pagarlos voluntariamente, y ese dinero estaría destinado a financiar programas de resinserción laboral y educativa de los limpiavidrios; que estarían a cargo de la Municipalidad.

El producido de la compra de los bonos se complementaría con aportes propios del municipio, y con otros fondos que la gente común podría depositar en una cuenta bancaria habilitada al efecto, auditada por una "ONG". En el post anterior al que remitimos, dijimos lo que pensábamos sobre tan particular modalidad de "privatizar" la responsabilidad del gasto social, y allí nos remitimos.

Más resulta que ahora está disponible en la página oficial de la Municipalidad (ver acá) la Cuenta de Inversión del año pasado, que nos permite saber que por la compra de los "bonitos" se recaudaron exactamente $ 69.680.

Una suma que si la contrastamos con el nuevo valor de la Asignación Universal por Hijo fijado por el gobierno nacional la semana pasada ($ 644), alcanzaría para pagar durante un año el equivalente a una AUH a nueve (9) de los limpiavidrios.

Más o menos el mismo resultado obtendríamos si usáramos como comparación los $ 600 que se les dan a los jóvenes de entre 18 y 24 años que ingresan al plan PROGRESAR.

Tengamos en cuenta que en la provincia de Santa Fe hay alrededor de 245.000 beneficiarios de la AUH, y más de 45.000 jóvenes inscriptos en el PROGRESAR; de los que buena parte viven en la ciudad: sólo con respetar la proporción poblacional respecto al total provincial, deberían andar en 38.000 los beneficiarios de la primera, y unos 7000 los inscriptos en el segundo, en la ciudad.

Y tampoco se trata de caerles acá a los santafesinos por amarretes o insensibles, porque la falla del asunto es de origen; y tiene que ver con una concepción (que no compartimos) sobrte cual es el rol del Estado frente a las situaciones de pobreza y exclusión.

Pero hay más datos de interés: la propia Cuenta de Inversión municipal del año pasado (que no expone lo recaudado por las donaciones privadas en la cuenta bancaria habilitada al efecto) nos permite ver que la municipalidad no puso un sólo centavo de los 400.000 $ que se había comprometido, sobre un gasto municipal total en el 2013 de casi 1226 millones de pesos.

Así como tampoco gastó Corral ni un centavo de esos $ 69.680 que recaudó por los "bonitos"; y que en teoría estaban destinados a la reinserción educativa y laboral de los limpiavidrios; y gastó sólo $ 6309 de los $ 138.541,50 (el 4,55 %) de los fondos que le transfirió el gobierno provincial (otros jugados con las políticas inclusivas, los socialistas) para el programa "Erradicación del trabajo infantil y protección del trabajo adolescente".

Un caso -el de los limpiavidrios y "Calle seguras..." que demuestra de un modo contundente que las políticas de reparación social deben quedar centralmente en manos del Estado (con el acompañamiento en todo caso de la sociedad civil y sus organizaciones); pero no de cualquier Estado, sino de uno que se comprometa en serio con llevarlas a cabo a fondo, asignándoles recursos y prioridad en la gestión.

Cuando se lanzó el programa planteábamos nosotros cuanto había en él de preocupación genuina por los chicos que limpian vidrios en los semáforos y su situación, y cuanto de intento de barrer la pobreza bajo la alfombra; o encararla como un problema estético del paisaje urbano.

Los propios números de la gestión de Corral denotan claramente que se trata más de lo segundo, que de lo primero.  

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