A
poco más de un año de las PASO que definirán las candidaturas presidenciales, Artemio traza acá un
panorama del mapa político nacional; que no presenta grandes variantes desde
las elecciones de octubre del año pasado; y señala con acierto: "El único
interrogante abierto hoy es si el FpV logra perforar su piso del 33% de votos y
acceder al 40% de cara al año 2015, y obtener entonces un triunfo en primera
vuelta, en la certeza de que ninguna alternativa opositora se ubicará a menos
de 10 puntos dado su nivel creciente de fractura.
Para
que esto suceda, son claves dos elementos: la gestión del oficialismo en el
tramo 2014-2015, sosteniendo niveles de empleo y consumo como lo viene
realizando desde el año 2003 y, satisfecho el indicador anterior, el respaldo
al candidato e involucramiento de Cristina Kirchner en la campaña electoral
para la renovación presidencial.
Luego,
las propias virtudes del candidato que deberá primero representar de manera
cabal al 33% de los votantes kirchneristas que constituyen el piso electoral de
la fuerza. Es ésta una condición central del candidato oficialista: ser
plenamente kirchnerista, sin rodeos ni medias tintas, para apropiarse del
enorme activo que supone poseer uno de cada tres votos nacionales como piso
electoral ". Esto último fue -palabras más, palabras menos- lo que acaba de señalar el "Chivo" Rossi; el último de los precandidatos lanzados al ruedo desde el kirchnerismo.
Claro que asumirse como la continuidad del proceso abierto el 25 de mayo del 2003 también supone una discusión sobre lo que falta, y como, con quiénes y contra quiénes se construye, y allí es donde aparecen los matices y las diferencias; que no son sino reveladoras de tensiones que existen entre
diferentes sectores que conviven en el dispositivo político oficial, desde el mismísimo día en que Néstor Kirchner llegó al gobierno.
Tensiones a las que no escapa ninguna
construcción política, y el kirchnerismo no es la excepción: es utópico y
absurdo suponer que en un colectivo político sus integrantes coincidan
absolutamente en todo, todo el tiempo. Sí es necesario en cambio (diríamos que imprescindible) que
coincidan en lo esencial del rumbo elegido; lo que supone ser claros y contundentes respecto a lo que se ha de conservar del legado kirchnerista, y donde y en qué medida introducir cambios respecto a las políticas públicas seguidas desde el 2003 hasta acá.
Tampoco se trata acá de señalar con el dedo a nadie: ni al ala
"progre" del kirchnerismo, y sus prevenciones (bien fundadas en muchos casos) hacia el peronismo y
las estructuras del PJ; ni a muchos peronistas que
tributan al oficialismo pero se sienten con frecuencia tentados a blandir el
"peronómetro"; o es ostensible que "toleran" en el mismo
barco a sectores que no vienen del peronismo o de la estructura formal del PJ,
sólo porque hoy conduce Cristina y -al igual que Néstor- entendió que era
necesario incorporarlos.
La reflexión entonces, cabe para ambos: para introducir y sostener cambios de
la magnitud de los que introdujo en el país el kirchnerismo desde el 2003, y para encarar los que aun están pendientes, es necesario -además de acordar en cuáles son- conquistar el poder institucional, y
si se lo tiene, intentar retenerlo; lo que en democracia sólo se logra ganando
elecciones, para que esos cambios tengan además legitimidad y respaldo popular.
Y para ganar elecciones hay que conseguir los votos, haciendo
política de mayorías: a los "progres" será necesario recordarles
entonces la necesidad de superar la tentación constante de volver a la
testimonialidad política (renunciando en la práctica a la lucha por el poder),
y a los peronistas que la segunda de las 20 verdades dice que "El peronismo es esencialmente popular. Todo
circulo político es antipopular y, por lo tanto, no peronista.".
Todos tienen derecho a decir lo que piensan de los candidatos que
están lanzados de cara al año que viene o los que puedan aparecer; y es lícito
exigirles definiciones políticas, e interpelarlos sobre lo que harían en el
caso de llegar al gobierno: si lo exigimos para los opositores (ver acá y acá), con mayor razón para los que aspiran a representar al oficialismo.
Y si hablando de candidatos puntualizamos en Scioli (porque es el que más prevenciones despierta entre el electorado propio), cuestionarle a esta
altura del partido su pertenencia al espacio a un tipo que fue el
vicepresidente elegido por Néstor, y dos veces gobernador de la provincia más
grande del país en nombre del FPV, parece un poco absurdo.
Discutamos en todo caso las luces y las sombras de su gestión en
Buenos Aires (que las tiene, y muchas) en cosas concretas como la educación, la
seguridad, la salud, la política impositiva; o esa compulsión que parece tener
por encarnar un "kirchnerismo amigable" con ciertos sectores
del establishment con los que Néstor y Cristina confrontaron.
En ese sentido, la presentación de su equipo económico integrado -entre otros- por Mario Bléjer que aboga por "retomar el intercambio de información con el FMI, a través del artículo cuarto" (es decir volver a permitirles meter la nariz en la política económica del país) y la foto con Magnetto, Aranda y Pagliaro -un día después de la indagatoria a Boudou- parecieron ser respuestas del gobernador bonaerense a la acusación de "infiltrado permanente" de Carta Abierta (un giro idiomático con oscuras reminiscencias en el pasado del propio movimiento nacional, y escasamente fiel a la verdad histórica, para ser justos), y el reto presidencial por el conflicto de Gestamp.
Respuestas ciertamente poco felices; porque lo que dudosamente pudieran sumarle en el voto independiente, le restan nítidamente en la consideración del núcleo duro del voto kirchnerista. Pareció olvidar Scioli que el piso de votos del cual parte el kirchnerismo de cara a las presidenciales del año que viene es del espacio político y por ende no le pertenecen exclusivamente; y que, ausente Cristina de la competencia, no existen "candidatos naturales".
Respuestas ciertamente poco felices; porque lo que dudosamente pudieran sumarle en el voto independiente, le restan nítidamente en la consideración del núcleo duro del voto kirchnerista. Pareció olvidar Scioli que el piso de votos del cual parte el kirchnerismo de cara a las presidenciales del año que viene es del espacio político y por ende no le pertenecen exclusivamente; y que, ausente Cristina de la competencia, no existen "candidatos naturales".
La reforma política impulsada en el 2009 por el propio
kirchnerismo y que creó las PASO, estableció el marco institucional para que
cada fuerza política resuelva sus candidaturas y a través de ellas, su proyecto
y su rumbo político; pero no se puede alabar el mecanismo, sin comprometerse a
respetar sus resultados: bien sabemos por experiencia propia acá en Santa
Fe lo que pasa cuando sucede lo contrario. Precisamente el congreso del PJ nacional de hace unas semanas, con la foto del final conteniendo a todos (incluidos los precandidatos) es un llamado a resolver la disputa interna en ese ámbito, y con esas reglas.
Todos los sectores (todos) que conforman hoy el kirchnerismo y
adhieren al gobierno nacional tienen la enorme responsabilidad de poner lo que les toque de su parte para administrar
un importante capital político (la primera minoría electoral en las
legislativas del año pasado, a escasos puntos de volver a ganar en primera
vuelta el que viene) y acrecentarlo en la medida necesaria para garantizar otra victoria; lo que supone -como bien apunta acá Ricardo-, ir por el voto independiente que se captó en el 2011, y se perdió en las legislativas del año pasado.
Con inteligencia, amplitud y vocación de poder, sin resignar convicciones ni legítimas ambiciones personales, pero teniendo la grandeza de ponerlas en beneficio del conjunto.
Con inteligencia, amplitud y vocación de poder, sin resignar convicciones ni legítimas ambiciones personales, pero teniendo la grandeza de ponerlas en beneficio del conjunto.
Y esa responsabilidad va más allá incluso del rol que finalmente juegue Cristina, cuya liderazgo nadie
pone en discusión y se ha mantenido hasta acá -como no puede ser de otro modo-
prescindente en la disputa interna, al menos en público.
La defensa de las transformaciones logradas y la profundización en
busca de las que están pendientes exige como dijimos hacer política de
mayorías; y para eso no alcanzan -ni sirven- un peronismo de paladar negro (cultor de
una supuesta ortodoxia doctrinaria), o un kirchnerismo de bolsillo,
con ínfulas de testimonialidad.
Más allá de Scioli, algunos de los muchachos de Carta Abierta con su calificación de "infiltrado", entraron en una zona peligrosa. Una palabra que desde la más reaccionaria derecha, en los 70, sirvió para eliminar a mucha gente.
ResponderEliminar¿En concordancia con esos débiles mentales, ellos suponen representar "lo puro" o quizás lo ortodoxo K ?
El término es propio de caníbales políticos, y es imposible pensar que la palabra "infiltrado" se les escapó, o que fue un error, o que no dimensionan o no comprenden la carga histórica que tiene. Porque ellos lo saben perfectamente.
Más allá de Scioli y sus devaneos entre el Gobierno y el poder económico,algunos integrantes de Carta Abierta restan.Y le harían un favor al Kirchnerismo dedicándose a trabajar en una huerta orgánica,direccionando sus discursos sobre infiltrados a las remolachas o a los rabanitos.
El Colo.