Se cumplen hoy nueve años de la cumbre de Mar del Plata, que significó el rechazo defitnitivo a la "Area de Libre Comercio de las Américas" que impulsaba por entonces los EEUU con la administración Bush, más popularmente conocido como "ALCA".
Hace tres años atrás, nosotros señalábamos acá el carácter estratégica de la decisión que tomaron al rechazarla el núcleo mayoritario de los países de América Latina, entre ellos la Argentina; con un protagonismo decisivo de Néstor Kirchner (el video corresponde a su discurso en la cumbre), Hugo Chávez y Lula.
Decíamos entonces: "Pensemos por un momento lo que hubiera sucedido si la crisis internacional que viene sacudiendo a las economías de los países centrales desde el 2008 hubiera sorprendido a la Argentina (y a todos sus socios del Mercosur) inmersos en el esquema del ALCA: a los efectos de la crisis que pueden llegar por el canal financiero (débiles en el caso de la Argentina por su aislamiento de la Argentina de los mercados de crédito por el default y la reestructuración de su deuda, más fuertes en el caso de Brasil), habría que sumarles los que vendrían por el canal comercial: las empresas norteramericanas invadiendo el mercado nacional con sus productos, sin ningún tipo de trabas, para compensar la caída de su mercado interno por la crisis; afectando a su vez a las empresas nacionales en sus ventas y su nivel de actividad.".
Desde entonces para acá, apareció en el escenario el conflicto con los fondos buitres (con un protagonismo decisivo de la justicia y el gobierno yanquis, por acción uno y por omisión el otro), complejizando más un escenario que -a no dudarlo- sería muchísimo peor de haber ingresado entonces al área de libre comercio continental que impulsaban los EEUU.
El discurso de Néstor Kirchner entonces aporta hoy elementos valiosos para el debate político en la coyuntura presente, cuando desde diferentes usinas mediáticas (voceras privilegiadas de los intereses concentrados) y desde la "cátedra" de los sabios de siempre (protagonistas de mil fracasos) se intenta reflotar la experiencia neoliberal; a caballo de las dificultades que plantea un ciclo con menor crecimiento económico, y en el caso argentino, la reaparición de las dificultades derivadas de la restricción externa.
Basta con escuchar lo que decía entonces Néstor y repasar las cosas que oímos o leemos a diario, para advertir que se nos tratan de imponer -una y otra vez- las mismas recetas ya probadas, como si no hubiésemos experimentado suficientemente sus efectos en el plano económico, social, político y cultural.
Efectos que no han podido ser erradicados del todo aun hoy, tras más de una década de avances de los procesos populares en el país, y en buena parte de América Latina
Se reclama otra vez la apertura irrestricta de la economía, el alineamiento incondicional con los objetivos de política exterior de los EEUU (que son a su vez los mismos que los de sus principales empresas y grupos económicos); y se nos pide (hasta desde sectores del autodenominado "progresismo") que creamos en "la mano invisible del mercado", que producirá por si sola y sin ingerencia alguna del Estado, el "derrame" de la prosperidad hasta alcanzar a los que están excluidos de ella.
Por esa razón, del mismo modo que se puede verificar (contra toda evidencia histórica) la persistencia de ese discurso en nuestro debate político, deberá persistir la voluntad política y organizativa de oponerse a él, y tratar por todos los medios de impedir que se vuelvan a ejecutar en nuestro país políticas públicas inspiradas en esa matriz ideológica.
Esa es la principal interpelación que debemos hacer a todos los que aspiran a suceder a Cristina conduciendo los destinos del país; incluyendo a los que lo hacen desde el oficialismo; y sobre todo a ellos.
No sólo porque es el mejor modo de homenajear a los que ya no están y fueron entonces -como Néstor o Chávez- artífices decisivos de un momento clave de la historia de América Latina, sino porque estaremos contribuyendo a cerrar la puerta a un nuevo intento de restauración neoliberal que -con toda certeza- constituiría una derrota histórica, y un nuevo retroceso para el pueblo argentino, en términos de bienestar y derechos.
Los ortodoxos liberales, fabricantes de pobres, tienen las máquinas paradas hace diez años. Pero la capacidad instalada la mantienen intacta.
ResponderEliminarSi los dejaran, en un año marcan records de producción, y vuelven a conseguir un 25% de desocupación, y un endeudamiento anual que triplique el PBI, mientras La Nación y Clarin celebrarían el desguace exigiendo fuertes devaluaciones cada dos o tres meses y la venta de activos del Estado, que se comprarían a precios regalados.
El Colo.