Contra todos los pronósticos de los agoreros de siempre, pasó el diciembre más tranquilo en años sin devaluación, ni corridas bancarias, ni acuartelamientos policiales ni saqueos; y los que nunca pegan una (o deseaban que todo se pudra y les falló) empiezan a salir de la perplejidad para ensayar alguna explicación, como hace acá La Nación con un racconto en el que aparece ausente toda mención al sustrato social que hubiera debido determinar -como algo inexorable- que se repitieran los saqueos.
Porque recordemos que el discurso apocalíptico se basaba en que la situación era explosiva, entre otras cosas porque el gobierno estaba descargando un ajuste salvaje sobre las espaldas de los sectores populares; que además veían amenazados sus ingresos por una inflación creciente y galopante y sus empleos por la perspectiva de despidos masivos; sin ninguna medida oficial para contrarrestar tan complejo panorama.
Medida que -si se mira desde la perspectiva de los reclamos- no llegó: no hubo aumento extraordinario de emergencia para los jubilados, ni bono navideño ni reapertura de las paritarias, y sin embargo, los saqueos brillaron por su ausencia; aun con cortes de luz en algunos puntos del conurbano y la Capital Federal.
En la nota se ensaya una explicación por el lado de la ley impulsada por el oficialismo (y con amplio consenso opositor, salvo excepciones documentadas en su momento acá) para sancionar penalmente a los policías que hagan abandono injustificado del servicio; lo que supone entonces que los saqueos de estallido social espontáneo poco, y de aprovechamiento delictivo de las facilidades que brindaban ciudades desprotegidas por policías sediciosos, bastante.
Saqueos que además eran contabilizados a priori como parte de un combo fatal donde convergían varios frentes de conflicto simultáneo (que iban desde los fondos buitres hasta los formadores de precios, pasando por los movimientos piqueteros); que convergían en un único resultado posible: la salida anticipada de Cristina del gobierno, en medio de un estallido social, con represión y muertos incluidos
Un "estallido social" siempre en ciernes, o el "Argentinazo" en modo revival del 2001 siempre listo a desplegarse; según nos anuncian agoreros de toda laya, de derecha a izquierda.
Que en la Argentina subsisten situaciones de tremenda injusticia social es algo que ningún bien nacido puede ignorar o negar; tanto como que en la última década se han desplegado políticas públicas que permitieron recomponer tejido productivo, recuperar empleo, ampliar el piso de protección social desde el Estado, eliminar los niveles más extremos de indigencia; y reducir los de pobreza.
Algo que -con todas las turbulencias que atraviesa la economía- sigue en pie, en buena medida porque el gobierno se ha propuesto que así sea como norte político: podríamos decir nosotros que no hubo saqueos en diciembre porque se trabajó durante todo el año (y durante todos los años anteriores) para que no los hubiera.
Es en este punto entonces donde las profecías del apocalipsis se estrellan contra la realidad, porque tienen mas de proyección de los deseos de los que las hacen, que de encarnadura en la realidad cotidiana. Algo parecido sucedió con los pronósticos sobre la evolución de las reservas, el dólar o la inflación; y por las mismas razones.
Tanto la derecha como ciertos sectores de la izquierda de éste país necesitan que todo vuele por los aires, por distintas razones; y por eso no debe extrañar que desde Altamira a Morales Solá profeticen todo el tiempo desastres que luego no suceden.
Y no suceden porque gobierna la Argentina un proyecto político con la voluntad suficiente como para intentar que no ocurran, empecinado en demostrar que un gobierno democrático puede trazar su propia hoja de ruta e intentar llevarla adelante -propósito no exento de tensiones y fracasos-; simplemente porque para eso lo votaron.
Para demostrar que lo del 2001 (que encandiló a muchos, en especial en la izquierda) lejos está de ser la normalidad democrática; y fue una excepcionalidad que no se repetirá con solo desearlo.
Excepcionalidad de la que además no supieron sacar -ninguno de ellos- las debidas enseñanzas políticas; como si lo hicieron Néstor Kirchner primero, y Cristina después.
Y por esa sencilla razón el presagio de Escribano -ya que de pronósticos fallidos hablamos- la habrá pifiado por más de once años; cuando Cristina culmine su mandato.
El primero en agitar el fantasma de los saqueos y del desorden fue el gobierno. Para luego mostrar como un "logro" que no se produjeran. Es más viejo que el nazismo.
ResponderEliminarNo engaña, pero es comprensible: frente a las malas noticias que vienen de todos lados (caída de la producción, alta inflación, parada económica, Milani, Báez, Boudou) se inventan las buenas:
La inflación no es tan alta, la devaluación no es tan grave, la pérdida de salario no fue como lo vaticinaban.
y lo peor es que esa nota está cerrada a los comentarios de los "delicados" foristas de La Nazion
ResponderEliminarLuis Barrionuevo dijo que no va hacer pronósticos de estallidos ni va a organizar saqueos espontáneos, por lo menos por dos años.
ResponderEliminarSi es por cosas viejas anónimo, la boludez es aun más antigua. Y arraigada, como lo comprueba tu caso
ResponderEliminarEl 'anónimo' parece conocer de nazismo, porque utiliza uno de sus métodos: -si hay saqueos es porque la situación social es desesperante, -si no hay saqueos es porque el propio gobierno agitó un fantasma inexistente: "palos porque bogas, palos porque no bogas"...
ResponderEliminarEstá caliente el anónimo de las 17:55.
ResponderEliminarTenía organizada la bandita para saquear electrodomésticos y le arruinaron el negocio.Ahora no tiene nada para vender.
¿Y si prueba laburando?