jueves, 15 de enero de 2015

EL FISCAL NISMAN Y EL SÍNDROME DE ANDY WARHOL


Por una vez hay que decir que Aníbal se quedó corto, calificando de ridículo y sin sentido el pedido de indagatoria del fiscal Nisman a Cristina y otros funcionarios por una supuesta asociación ilícita para encubrir la responsabilidad de Irán en el atentado a la AMIA.

Tampoco tiene demsiado sentido reiterar lo sabido: el fiscal siguió siempre una única hipótesis, comprando cuanto pescado podrido fueron sembrando a su paso el Mossad y los servicios de inteligencia de EEUU, para hacer coincidir las responsabilidades por el atentado, con sus objetivos de política exterior en el contexto del conflicto de Medio Oriente.

Una hipótesis -la de Nisman- desacreditada en su momento por periodistas insospechados de kirchnerismo como Lanata o Gabriel Levinas, y hasta por parte de la comunidad judía en el país; como lo corrobora ahora la opinión de integrantes de Memoria Activa.

Un fiscal que no sólo no logró -por responsabilidades propias- avances sustanciales en la causa en todos estos años, sino que quedó expuesto hace tiempo como un simple lacayo de la embajada de los EEUU en los Argenleaks; que reaparece ahora buscando notoriedad, en un contexto que puede ser todo menos casual.

Porque suponer que el brulote de Nisman debe analizarse fuera del contexto del atentado en Francia y el relanzamiento de la "guerra contra el terrorismo", y de los cambios decididos hace poco por Cristina en la ex SIDE (donde perdieron sus puestos los que alimentaban la línea investigativa del fiscal), es entender poco de lo que está pasando.

En el caso del atentado, la derecha y sus voceros (hace poco lo expresó por estos lares Vargas Llosa) está llamando a cerrar filas en la nueva cruzada contra el terrorismo, dejando de lado toda crítica a los gobiernos que la conducirían, y todo intento de comprender el contexto en el que se produce, o posar la mirada sobre todos los terrorismos, todos los atentados, y todas las víctimas.

Y en el caso de los cambios en la central de inteligencia nacional, lo de Nisman deja aun más claro lo oportuno de Cristina de haber descabezado un intento de gobierno paralelo desde el interior del propio gobierno, en complicidad con un sector del Poder Judicial; que está jugando al "golpe judicial", no necesariamente en el sentido del desplazamiento institucional, sino de incidir en el electorado dañando la imagen de la presidenta, y afectando por ende las chances del oficialismo.

Eso, mientras resiste la entrada en vigencia del nuevo Código Procesal en el que los jueces perderán poder a manos de los fiscales, y los cambios en la SI donde muchos de ellos (y no pocos fiscales, como Nisman) perderán sobres, influencia y contactos.   

Lo cual comprueba que -a diferencia de la usanza tradicional, donde las ofensivas judiciales arreciaban contra un gobierno débil- la inoperancia opositora fuerza a intentar horadar las chances electorales del FPV, desde fuera del sistema de representación política.

Un dilema sin solución a la vista desde hace años para la oposición al kirchnerismo; que sigue sin solución de continuidad enganchándose a este tipo de operaciones berretas; sin comprender que tanto más relevancia adquieran los actores no electorales (en éste caso un fiscal en busca de los quince minutos de fama de los que hablaba Andy Warhol), más se opacan ellos, que son los electorales.

En el caso particular de la "operación Nisman", el error de cálculo político puede ser mayúsculo, y llevar a quienes la fogoneen desde el Poder Judicial, a repetir el intento extorsivo de Nazareno contra Kirchner, con los mismos resultados.

Y en términos electorales (sentado que las cuestiones vinculadas a la política exterior tiene muy relativa incidencia en ese plano), no parece muy redituable para la oposición  aparecer alineados con una hipótesis del atentado que puede leerse como no solo dudosa, sino alineada con la política exterior de Israel y EEUU; en momentos en que está en tela de juicio en la opinión pública el contexto en el que se relanza la "guerra contra el terrorismo" o la pertinencia de un mayor involucramiento de la Argentina en ese conflicto.

2 comentarios:

  1. Lorenzetti es Nazareno.

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  2. Lo de Bullrich y Alonso me parece que no es solamente seguir pasivamente la agenda mediática sino que están respondiendo a sus sponsors.

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