Para abreviar el análisis de lo que significó la marcha de ayer, desbrozemos los lugares comunes que poco aportan a ese fin: la cantidad de gente que fue (mucha, aunque para algunos medios parece que sigue llegando todavía), la falsa dicotomía "espontaneidad versus organización"), el fogoneo mediático y la cobertura, la naturaleza política de la movilización (toda apropiación del espacio público para expresarse lo es, y bienvenido sea); es decir el cotillón habitual en estos casos.
Pasemos brevemente también por los lugares de la corrección política: los que querían expresarse pudieron hacerlo, afortunadamente en paz (determinar en que medida el aguacero aplacó algunos ánimos más belicosos, es incursionar en la historia contrafáctica) y ejerciendo en plenitud un derecho que les asiste como ciudadanos de una democracia.
Ni una concesión graciosa del gobierno, ni una conquista arrancada por la fuerza a un régimen dictatorial: ni más ni menos que la comprobación -por experiencia propia- de que la democracia funciona en la Argentina, e impera la más absoluta libertad de expresión; a pesar de todo un discurso en contrario que tiende más a galvanizar los espíritus de los que se oponen al gobierno (que parecen por momentos miembros de una célula de la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial), que a dar cuenta real del clima que efectivamente se vive en el país.
Una marcha que guarda notorias similitudes con los cacerolazos, y también algunas diferencias; marcadas en éste caso por el tono expresivo de la protesta (impuesto por los organizadores, mayormente respetado por los concurrentes), y por el hecho de que las víctimas principales (la ex esposa y las hijas y familiares de Nisman) estaban al frente, aunque sin protagonizar.
Por el contrario los familiares y allegados de las otras víctimas (las del atentado a la AMIA) optaron en su mayoría por no ir, y hacerlo explícito; dato contundente que revela que percibieron que el objetivo de buscar "justicia" había pasado a un segundo plano, superado por el de producir un hecho de impacto político contra el gobierno, responsabilizándolo por la muerte del fiscal.
A tal punto que la inmensa mayoría de los que concurrieron a la marcha ya han emitido su propio veredicto al respecto, y no habrá sentencia, pericia, testimonio o prueba colectada en la causa judicial, que los convenza de lo contrario.
Por el lado de las similitudes con los cacelorazos, anotamos primero las características del grueso de la concurrencia: gente de clase media urbana, notoriamente adversa al kirchnerismo, de edad mediana para arriba, muy pocos jóvenes (ver al respecto acá la interesante acotación de Roberto Caballero). Y las manifestaciones más numerosas se dieron (además de la CABA) en aquéllos centros urbanos en los que el kirchnerismo tuvo dificultades para hacer pie electoralmente, ya en la primera elección de Cristina en el 2007.
Sectores sociales que -desde el conflicto del campo para acá- se sintieron interpelados por el kirchnerismo para disputarle la calle, con sus modos, su discurso y sus objetivos. Algo que por lo menos nosotros -que siempre hemos reivindicado la participación ciudadana en la democracia- celebramos; pero que ellos (que suelen distinguir legitimidades en la protesta, según sus objetivos y sus protagonistas) parecen estar descubriendo ahora.
Y hablando de objetivos (también al igual que en los cacerolazos), hay una difusa y ambigua amplitud (que deviene en confusión) de los objetivos de la marcha; y hasta se repitió el fenómeno de que interrogados por los medios por sus motivaciones para participar, se obtenían tantas respuestas como entrevistados hubiera. Entrevistados a los que en más de un caso había que retirarles rápidamente el micrófono, para que no derraparan discursivamente, y quedara registrado.
Una confusión que hasta tuvo expresión gestual en el desarrollo de la marcha: motorizada por un reclamo de justicia se inició en el Congreso (que en ese momento discutía la reforma al aparato estatal de inteligencia, con la ausencia de buena parte de la oposición), para terminar frente a la Casa Rosada; luego de que horas antes Cristina lanzara un desafío mucho más interesante desde el punto de vista de la discusión de los límites de la democracia (como lo apunta acá el Escriba); que es la cuestión de la disputa del poder, y los vínculos de las instituciones del Estado con los factores de poder extra institucionales.
Es decir entonces que la movilización omitió deliberadamente pasar frente al palacio de Tribunales, donde se supone que moran los que deben -justamente- impartir esa justicia que reclaman; consecuencia lógica del oxímoron de que una marcha con ese objetivo, fuera organizada y conducida por fiscales.
Que para colmo en medio del aguacero fueron sobrepasados por los manifestantes, en su apuro por llegar a la Plaza de Mayo y la Casa Rosada: ¿una metáfora de ciertos apresuramientos que trascienden la espera que imponen las reglas constitucionales?
Como siempre sucede en estos casos, en los días venideros vendrán los análisis respecto a quienes pueden capitalizar el hecho político que significó la marcha; que en la medida que se la quiera repetir, se irá autonomizando cada vez más de su -presunto- objetivo original, de homenajear a Nisman, y exigir que se esclarezca su muerte.
Sobrarán -a partir de hoy mismo- los que "hagan hablar al silencio" (medios, jueces, fiscales, oposición) y pretendan darle una interpretación, un sentido y un significado político concretos: es lo que sucede con los vacíos, siempre habrá quien los quiera llenar, llevando agua para su molino.
No se suponga tampoco que, por el hecho de que la movilización haya transcurrido en paz (en contra de los deseos de muchos, que fueron arrimando fuego a la hoguera los días previos), la movida destituyente se detendrá en su escalada, sino más bien todo lo contrario: los que la fogonean se mueven en otros ámbitos más recónditos que el espacio público, y seguirán por esos carriles; sintiéndose legitimados por la masividad de la concurrencia.
Por nuestra parte y sin perder de vista ese aspecto del tema, ni dejar de exigir que se esclarezca la muerte de Nisman (tanto como el atentado a la AMIA, y su denuncia contra Cristina) haríamos bien en seguir el atinado consejo que da acá Mendieta, y empezar a hablar del futuro, y de lo que esperamos y proponemos para la Argentina.
Porque -parafraseando la expresión de Horacio Verbitsky en la audiencia en la Corte por la ley de medios- "afuera hay un país" que se apresta a votar; y reclama saber en que dirección se lo ha de llevar.
Y ése es un terreno en el que nosotros -a diferencia de la oposición, que ayer volvió a mostrar que va a remolque de circunstancias que no maneja, esperando poder capitalizarlas- tenemos bastante para decir; y llevamos las de ganar.
Cuando hagamos nuestra marcha el 1 de marzo juntaremos un millón pero serán todos los que fueron marginados hasta el 2003 y ahora incluidos, los que estaban desocupados y hoy gozan de altos salarios. No vendrán los pobres porque ya no quedan!todos apoyando el modelo n&p
ResponderEliminarCon lo de "nada nuevo", ¿se refieren a la edad de los marchantes?
ResponderEliminarAparte de denunciar (así estoy a la moda) esa cruel discriminación a la 3ra. edad reaccionario, permítanme acercar una advertencia al mamarrachaje opo; después de los 70 años, ya no corre el voto obligatorio y como a cierta edad lo más común es la nostalgia, nunca un cobos o un herpes winner ni, menos, un ricardito mini alfonsín; pueden compensar un prócer, un videla.... no señor, si hay nostalgia, hay nostalgia de original, nunca de fotocopia sin tóner.... digo yo, bah!, acá, esperando que las damas patricias salgan a hacer quilombo porque el mauricio es tan vago y servido que ni es capaz de llevarle el paraguas a su "hechicera".... ¿con esa descortesía pretende ser presidente?, éso es peor que los mocasines del Néstor, no?
Perdón Cros. Esa foto no es de ayer.
ResponderEliminar¿Vos decís que Infobae miente?
ResponderEliminarA mi entender, los únicos que ganaron algo, por un lado, fueron los fiscales y jueces que han convocado a la marcha. Y por otro el multimedio que les hace la cabeza conciente o inconcientemente a la gente y la pueden llevar de acá para allá y hacerles repetir hasta el hartazgo las consignas y los zócalos que diariamente los hace indignar en esta "dictadura"; por más que digan que la gente no es tonta.
ResponderEliminarY lo que ganaron los fiscales y los jueces fue IMPUNIDAD.
Fue lindo verlos felices y hasta casi extasiados, más allá de alguna cara compungida, tanto al principio como al final de la marcha. Sabiendo que será muy difícil hacerlos dar cuenta de las causas que tienen cajoneadas y que podrán procesar libremente hasta a el perro de Cristina sin tener nada en contra. Cualquier intento de reclamo o juicio político sera interpretado como persecución del "régimen" a los "luchadores de la libertad".
Yo los imagino a todos en el catering post marcha brindando con Pomery y fumando un Churchill Cohiba felices y sabiendo que ya nada ni nadie podrá tocarlos, a ellos y a sus protegidos amigos.
Claudio
Todo muy lindo.La marcha, la lluvia, el silencio obvio,porque no tienen propuestas, y después viene la pregunta: ¿A quien van a votar estos giles?
ResponderEliminar¿A Moldes, a Stornelli, a Lorenzetti?
¿A cual de éstas viudas de Stiusso van a votar?
¿Se presentan en las elecciones las viudas del Partido Judicial?
Si no se presentan, la próxima vez que se sientan alborotadas,que organizen un té canasta.
El Colo.