Cuando se analiza el período kirchnerista y se dice que volvió la política se está diciendo -entre muchas otras cosas- que tanto Néstor como Cristina recuperaron para la política un necesario espacio de autonomía frente a los poderes fácticos; pero también que recompusieron la maltrecha autoridad presidencial.
Clausuraron un largo ciclo de nuestra historia política en el que los ministros de Economía eran más importantes que los presidentes, como que eran los que efectivamente tomaban las decisiones, y marcaban el rumbo de los gobiernos.
Que esa época haya coincidido con una serie de ministros de Economía directamente puestos por el poder económico en sus cargos, no es simplemente casualidad.
Eso cambió con la llegada al poder del kirchnerismo, del cual suele decir Alfredo Zaiat con acierto que es un proyecto político, con objetivos económicos. Como debe ser por otra parte en democracia.
Toda esta introducción viene a cuento de las polémicas declaraciones de Miguel Bein sobre el dólar ahorro, que el propio Bein trató luego de suavizar en ésta nota de ayer en La Nación; luego de que lo cruzara el presidente del Central Vanoli, y que en cierto modo lo desautorizara Scioli a quien viene asesorando desde hace tiempo, razón por la cual muchos suponen sería su ministro de Economía en caso de llegar a ser presidente.
Las declaraciones de Bein hicieron ruido en primer lugar por el tono: parecían palabras propias de quien ya se siente ministro, sin que el propio Scioli haya ganado la interna del FPV primero, y las elecciones generales después.
El desmarque -relativo- de Scioli y otros voceros suyos (como Silvina Batakis) ratificando el apoyo a la política cambiaria del gobierno nacional fue una reacción de manual, porque los dichos de Bein amenazaban crearle un frente de tormenta con la Casa Rosada, cuando el motonauta viene haciendo denodados esfuerzos por navegar en aguas tranquilas de cara a las PASO.
No deja de ser sorprendente (e inquietante, como que no) que el mismo Scioli no haya exhibido los mismos reflejos para salirle al cruce a Bein cuando cuestionó aspectos más troncales del programa económico del gobierno; como el sostenimiento del consumo creando demanda agregada vía la recomposición de los salarios por las paritarias; como analizábamos acá.
Aspecto tan importante que ayer Cristina lo dejó muy en claro al cuestionar a los que plantear reducir la demanda (reduciendo los salarios, no hay otro modo) para fomentar la inversión: ¿teléfono para el amigo Bein?
Aspecto tan importante que ayer Cristina lo dejó muy en claro al cuestionar a los que plantear reducir la demanda (reduciendo los salarios, no hay otro modo) para fomentar la inversión: ¿teléfono para el amigo Bein?
Yendo a la cuestión del dólar ahorro y si la cuestión es analizada en términos estrictamente teóricos, el enfoque de Bein es correcto: puestos a administrar los dólares de las reservas, hay otras prioridades (importaciones necesarias para sostener la actividad, pagos de la deuda) por encima de la posibilidad de los ahorristas de acceder a comprar billetes verdes.
Pero el planteo de cerrar totalmente el grifo del dólar ahorro que hace es políticamente inviable; porque como bien se señala acá en lo de Artemio, fue la herramienta que el gobierno encontró para quitarle presión al mercado marginal del "blue"; y hacerle perder incidencia en la generación de expectativas desfavorables, en la aceleración del proceso inflacionario (haciendo que los precios se alinearan con los valores del mercado paralelo del dólar) y en generar las condiciones para que el fuerte lobby devaluador pudiera imponerse; con las consecuencias previsibles -por conocidas- en el empleo, los salarios y el consumo.
Por no mencionar que la rehabilitación de la posibilidad de acceder -aun con restricciones, lógicas además en el contexto- a la compra de dólares para ahorro (contrapesada por otro lado con la negativa a introducir cambios en Ganancias) tuvo una incidencia directa en el desinfle de las protestas caceroleras: relación de causa a efecto, que le dicen.
Suponer que el gobierno pueda hacer algo que modifique en su perjuicio ese escenario en pleno año electoral, es no entender absolutamente nada de política; aunque uno pueda ser muy versado en economía.
Quizás algo de esto pareció entender Scioli cuando desautorizó en parte a su principal asesor en términos económicos; lo que nos hace volver a la definición de Zaiat: el kirchnerismo es un proyecto político, que persigue determinados objetivos económicos; y en ese marco las herramientas no son eternas, ni inmutables. Sólo deben cumplir con la condición de permitir garantizar el cumplimiento de esos objetivos.
Pero para que perdure ese proyecto político y se sostenga (tal como ha sido la tradición histórica en el peronismo) hay que ganar las elecciones, y por el más amplio margen posible.
Lo que supone no solo sostener el consumo, el empleo y el salario, sino evitar -en la medida de lo posible- pegarse tiros en los pies.
Totalmente de acuerdo, en todo, muy clarito y sensato.
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