viernes, 16 de octubre de 2015

EL CÍRCULO ROJO RECLAMA LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE


En el marco del coloquio de IDEA, leemos en Ambito declaraciones de un personaje que irá adquiriendo cada vez más notioriedad en los tiempos venideros: Adrián Kaufmann Brea, el nuevo presidente de la UIA puesto allí por Arcor y Techint (pertenece al primer grupo, la más grande empresa alimenticia del país). 

En particular nos interesa éste tramo del reportaje: "P.: ¿A nivel macroeconómico, considera necesario el realizar algún tipo de corrección o ajuste?

A.K.: Las palabras ajuste y devaluación pareciera que están prohibidas hoy para los candidatos, para los economistas, los empresarios, para todo el mundo.

P.: ¿Entonces?

A.K.: Llamémoslo como querámoslo llamar, lo real es que si uno viene creciendo hace cuatro años en exportaciones puede tomar ciertas medidas. Pero si venís de cuatro años de caída vas a tener que realizar ajuste, adecuarte a una realidad..." 

En otro tramo del reportaje se queja del atraso del tipo de cambio "que perjudica a las economías regionales" (claro que se cuida de decir que a los primeros que favorecería una devaluación es a sus mandantes, que son empresas de escala internacional que exportan) y de la "excesiva presión tributaria", en línea con lo que reclamó disminuir la presión tributaria, o sea pagar menos impuestos. 

Lo que el resto de los empresarios llamaron (en el mismo cónclave) "una fuerte reforma fiscal para generar inversiones"; en especial eliminando lo que llaman "impuestos distorsivos": léase retenciones y Ganancias, que piden sean ajustadas por inflación (Massa ya se los prometió). Justo los impuestos que "distorsionan" apropiando para el Estado los mayores excedentes económicos de los grupos económicos.

Claro que no por eso dejan de reclamar que sigan ciertas medidas expansivas como las líneas de financiamiento habilitadas por el Estado, sobre todo a partir de la reforma a la carta orgánica del Banco Central: como quien dice, la chancha, los 20 y la máquina de hacer chorizos.

Por supuesto que se cuidan bien de decir como solventarían el agujero en las cuentas fiscales que generaría la "reforma tributaria" (léase baja o eliminación de impuestos), pero todo lo tenemos bien claro: ajuste (Kaufmann apela a no tener miedo de llamar a las cosas por su nombre) por ejemplo en las tarifas de los servicios públicos, o disminuyendo el gasto estatal.

Mientras tanto amenazan veladamente con suspender personal de acuerdo a como sean los resultados de las elecciones, y dejan en claro su programa como vemos acá en El Cronista: "...para promover las inversiones el año próximo, el nuevo gobierno deberá eliminar impuestos distorsivos; clarificar las reglas de juego; implementar una política fiscal proinversión; ofrecer financiamiento de largo plazo; renegociar con los acreedores externos. También recomponer los costos laborales; disminuir las regulaciones burocráticas; eliminar los bolsones de competencia desleal; promover el mercado de capitales y una apertura de las empresas a la bolsa.". 

Todo novedoso, y nunca aplicado en el país, por supuesto, y tal como se dijo acá: "A poco que el debate -real o supuesto- se interne por los terrenos del salario, la legislación laboral, el modelo impositivo, el rol del Estado en la economía y su grado de apertura, el modelo de acumulación y las estrategias de distribución de lo acumulado o las regulaciones al capital, la amabilidad del "foro de debate" quedará supeditada a que los invitados reciten el credo neoliberal; porque en el fondo, las "ideas" de IDEA (y el catálogo de "recomendaciones" de política económica) son las mismas de siempre...".

Como se dijo acá, el combo perfecto de todo lo contrario a lo que se vino haciendo en estos 12 años, en los que nos les fue nada mal; sino todo lo contrario, al menos según marcan sus balances. 

Lo interesante de todo esto es que mientras existen dudas sobre el rumbo de un eventual gobierno de Scioli entre algunos de los que lo votarían, estos buenos muchachos parecen preocupados por dejar bien en claro -incluso llamando  las cosas por su nombre- lo que quieren y esperan del futuro presidente.

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