martes, 10 de noviembre de 2015

SOCIALISMO A LA PRAT GAY


El cuento de la discriminación del gobierno nacional a Santa Fe no es nuevo, es más: ha sido por ocho años casi el único argumento político del socialismo, una teta de la que se prendieron para encubrir su mediocridad gestionando, hasta que no les dio más leche; al menos a juzgar por la evolución de los resultados electorales desde el 2007 para acá.

Tan cuento como los famosos juicios contra la nación por presuntos incumplimientos de pactos, o descuentos ilegítimos, de los que ya ni hablan: por el contrario, si estuvieran cerca de ganarlos, no andaría Lifschitz amenazando antes de asumir con hacer nuevos reclamos.

Sobre la “discriminación” a Santa Fe no cabe sino remitirnos a lo que dijimos en su momento acá en el documento conjunto quehicimos con los compañeros del Movimiento Evita: más del 91 % por ciento de los fondos nacionales que llegan a Santa Fe año tras año llegan en forma diaria, automática y en base a índices preestablecidos en normas vigentes antes de la llegada al poder del kirchnerismo; y que éste no modificó, con la excepción del agregado del llamado “fondo soja”.

Lo que incluye por supuesto la coparticipación de impuestos nacionales, cuya distribución secundaria (o sea que parte de la “torta” le corresponde a cada provincia en particular) fue definida en 1988 (gobierno de Alfonsín) por la Ley 23.548, y no ha cambiado.

Distribución que objetivamente favorece a las provincias del NEA, NOA y Patagonia porque son las de menor desarrollo relativo, cosa que -al menos a nosotros- nos parece que está bien.

Y el fondo soja que antes no estaba y fue creado por Cristina en el 2009 (coparticipando por primera vez con las provincias los derechos de exportación, que la Constitución reserva al Estado nacional como recurso propio), se distribuye con esos mismos criterios.

Fondo con el cual se hace más de las dos terceras partes de la obra pública que se ejecuta en Santa Fe con el cual se hace 2/3 de la obra pública provincial, atento al argumento de “se llevan la plata de acá y no vuelve”. Eso sin contar las obras que la nación directamente ejecuta en las provincias, incluso en Santa Fe.

Pero aun así, insistimos: al menos a nosotros no nos parece mal que el Estado nacional invierta más en infraestructura en las provincias más pobres, y secularmente postergadas; para reducir desigualdades y cerrar brechas de desarrollo. Solo al extraño socialismo santafesino eso le parece mal

Un socialismo que por boca del gobernador electo cuestiona “políticas clientelares” que no acierta a precisar: ¿está hablando acaso de la AUH, que se paga a lo largo y a lo ancho del país sin mirar en que provincia viven los beneficiarios, o acaso a las nuevas jubilaciones, de las que Santa Fe tiene una participación en el total nacional mayor a la de su incidencia poblacional, o sea que fue más beneficiada que otras provincias por los planes de ampliación de la cobertura previsional?

Conocidas las dificultades que plantea la Constitución para modificar las leyes de coparticipación (mayorías especiales en el Congreso, acuerdo de la toitalidad de las provincias y sus legislaturas)¿pretende acaso Lifschitz una reforma constitucional, para que se coparticipe la totalidad de los derechos de exportación (las famosas “retenciones”) sólo a las provincias sojeras, y en proporción a lo que producen?

De ser así, convendría recordarle que Santa Fe viene bajando su participación en la producción nacional del poroto, por lo que se vería perjudicada.

El enfoque de Lifschitz tiene de todo menos novedoso, excepto que en su caso pone más el énfasis en que lo que le “sacan” a Santa Fe, se lo llevan a otras provincias más pobres. Una mirada rara en alguien que se dice socialista. A lo mejor no tanto en un socialista santafesino

Que si de captar riqueza que se genera en la provincia se trata, nada les impide hacerlo con sus propios recursos y facultades ¿o acaso no creen en el federalismo y la autonomía fiscal de las provincias?

Podrían probar aumentando el Inmobiliario Rural, o cobrándoles Ingresos Brutos a las empresas del polo aceitero. Podrían, pero eso sería ir en contra de sus aliados, y de muchos de sus votantes. Mientras tanto prefieren seguir practicando el socialismo a la Prat Gay.

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