(*)
Fue
determinante en el triunfo de Cambiemos (sobre todo porque perdió la interna
y no fue candidata) y ahora se transformó en una de sus más valiosas
aliadas, aunque nunca vaya a ser incondicional. Los votos que aportó al acuerdo
no se contaron de a millones (ni de a miles, ni de a cientos: no se contaron
porque en las PASO sacó el 2 % y quedó en el camino, Majul) pero le
sirvieron a Mauricio Macri para que muchos argentinos que jamás lo habrían
elegido finalmente lo hicieran, al descontar que ella, la diputada Elisa
Carrió, sería la garante de las promesas de campaña. (pobre gorda, le van a
empezar a querer cobrar la garantía y se va a quedar sin la quinta en Pilar y
los veraneos en Punta del Este) O que, en el peor de los casos, saldría a
denunciar cualquier futuro escándalo de corrupción, como lo hizo Carlos Chacho
Alvarez en el año 2000, con el asunto de las coimas en el Senado. (ojo con
las analogías Luis, que se está por venir una Banelco gigantesca en el Congreso
por el arreglo con los fondos buitres) Más que votos o dirigentes, (bueno,
uno no puede aportar lo que no tiene, tampoco seamos tan exigentes) la
Coalición Cívica de Carrió le aportó a Cambiemos el discurso ético y crítico, (¿en
qué quedamos, no era que aportó votos de gente que jamás hubiera votado a Macri
si ella no daba la garantía?) el ingrediente de desconfianza por el
sistema, la impronta de investigación y denuncia que a Macri nunca le sobraron.
(¿cómo que no, si tuvo montones de denuncias?: el espionaje, el
contrabando de autopartes, la UCEP, los negocios con Niky Caputo) De alguna
manera, ese espacio lo habían ocupado, hasta que llegó Carrió, la ahora
ministra de Seguridad Patricia Bullrich y la actual responsable de la Oficina
Anticorrupción, Laura Alonso. (con la misma seriedad y rigor probatorio, o
sea, nulo)
Pero
tanto una como la otra siempre fueron vistas como dirigentes obedientes al
Presidente, (y como dos bagayos monumentales, además) y no como
denunciantes solitarias de hombres y de negocios, sin importar de donde vengan
unos y otros. (claro, porque a ellas si les importaba de donde venían los
hombres y los negocios, para denunciarlos o no. Solitarias estaban, sobre todo
Laurita: le dicen “alpargata rosada” porque no hay gaucho que se la quiera
poner) Acusada una y mil veces de destruir, en un par de días, todo lo que
construía, (menos la quinta en Pilar, que sigue adelante. ¿O la destruyó
también?) acariciada por millones y millones de votos en la elección
presidencial de 2007 (bueno, tampoco eran tantos: la mitad de los que sacó
Cristina. Eso sí, sin “legitimidad segmentada”) y castigada después en las
sucesivas competencias electorales, (es una mujer golpeada, pero se ve que
le gusta porque se sigue presentando como candidata) Carrió fue la que
primero vio, junto con Ernesto Sanz y Gabriela Michetti, la necesidad de
establecer un acuerdo con Macri para evitar que ganara en Frente para la
Victoria y la Argentina ‘se convirtiera en Venezuela’. (le preocupaba sobre
todo la falta de papel higiénico, y la posibilidad de ser invadidos por discos
de Montaner. Esto último se evitó al perder Scioli) Por eso, mucho antes de
las elecciones, casi al mismo tiempo que el actual ministro Hernán Lombardi
alentara, en público, la idea de que Mauricio y Lilita se tenían que sentar a
tomar un café, (no te quites méritos, Luis: vos fuiste el primero al que se le ocurrió la idea) Carrió ya la había adelantado a Michetti que ella no
tendría ningún problema en iniciar un diálogo intenso y sin agenda. (“estoy
sola, tengo todo el tiempo del mundo y tengo mis encantos, ¿qué tiene la Awada
que yo no tenga, esclavos, el desprecio de Macri es porque se me fue Adriancito
Pérez?” le habría dicho) Los primeros encuentros personales entre el ahora
Presidente y la diputada que nunca se calla fueron tensos. (“¡cállate,
cállate, que me desesperas” le habría gritado Mauricio, en un tono gangoso que
recordaba a Quico) Algunos de esos cruces estuvieron a punto de terminar de
mala manera. (¿hubo piñas Luis, quién cobró? No, vos no, quien más cobró) Sin
embargo, sirvieron para construir un vínculo sano, basado en un acuerdo mutuo
de decirse la verdad en la cara, (es verdad: Carrió le dijo “me parecés un
salame inculto” y Macri le retrucó “y vos sos una gorda mal atendida”. A partir
de allí se cimentó la confianza recíproca) antes de tironear o romper la
relación. Y lo empezaron a ejercer en plenitud apenas Macri se calzó la banda
presidencial. (menos mal que la elegida no fue ella, sino imagínate los
problemas para calzársela) Porque fue, entre otras cuestiones, el reclamo
personal, airado pero firme de Carrió lo que determinó que el gobierno
corrigiera el enorme error de nombrar a dos jueces de la Corte por decreto. (pero
claro Luis, la amenaza de los senadores del FPV de rechazar los pliegos si
juraban en comisión no habría tenido nada que ver) Y es también Carrió la
que le sigue marcando los límites éticos y políticos a las decisiones del
Presidente. (o los límites a Lilita se le están ensanchando como los talles
de ropa, o algún hijo de puta le está robando los mojones)
Ella
le explicó en la cara por qué no le parece bien que Daniel Angelici sea su
operador en la justicia. (él, por delicadeza hacia una mujer, evitó
cagársele de risa, en la cara) "No es porque usa cadenas de oro o
habla en media lengua. (algo que tiene en común con Macri) Tampoco es
porque es el Presidente de Boca. Es porque maneja bingos, una actividad
económica legal pero repugnante a la que Lilita quiere limitar. (sobre todo
porque la última vez que fue no ganó nada, y le cobraron la entrada un ojo de
la cara) Pero es, sobre todo, porque el Poder Ejecutivo debe mantener con
el Poder Judicial, una relación institucional, no de toma y daca", me
explicó una de las personas que más la conoce. (¿un ex marido?) Se sabe
además que, en algún momento, Carrió se permitió darle a Macri un consejo sobre
su amistad con el empresario de la construcción, Nicolás Caputo. (a verrr) Le
sugirió que su amigo no se presentara más a ninguna licitación, (juaaazzzz) o
que cada vez que lo hiciera y ganara el proceso fuera tan transparente, de
manera que a nadie le quedara dudas de que fue porque correspondía, y no por su
vínculo con el Presidente. (recontra juaaaazzz. Perdón, seguí Luis en lo
tuyo) Carrió ahora espera, igual que muchos argentinos atentos, que Macri
cumpla con la promesa que hizo cuando lo entrevisté, como presidente electo,
por televisión: (la necesaria e imprescindible autoreferencialidad, que se
estaba demorando) la puesta a disposición de todos sus bienes en un
fideicomiso ciego (en negro, más bien) al que solo podrá acceder cuando
termine su mandato. (es verdad, y hasta entonces, cobrará una pensión no
contributiva y la AUH para Antonia, porque tiene que ser verdaderamente
universal; y su sueldo de presidente lo dona) Pero el factor Carrió no se
reduce solo a cuestiones éticas o posibles hechos de corrupción. (es verdad:
también hace tarotismo, videncias y destrabes en cuestiones de amor)
También
abarca el rumbo del gobierno, las cuestiones económicas y sociales como el
impuesto a las ganancias y la Asignación a la Niñez, la megaminería y la
defensa a ultranza de los proyectos de ley que la administración nacional
necesita para empezar a gobernar en serio. (¿o sea que los cambios en
Ganancias y la eliminación de las retenciones a la minería fueron en realidad
idea de ella? Ha visto, se confirma que la gorda no puede administrar ni un
quiosco, porque se fumaría todos los puchos) Una muestra completa de cuál
es el verdadero rol de Carrió se pudo ver en vivo y en directo el miércoles
pasado en A Dos Voces, (exacto: ahí se ve su verdadero rol, el de columnista
de TN, corresponsal en el Congreso) cuando la diputada, aún sosteniendo
cada una de sus críticas y desacuerdos, se convirtió en la mejor vocera de
todas las medidas a favor de los que menos tienen que el gobierno vino tomando
desde que asumió. (una vocera muda, sería) Perdidas, ignoradas o
minimizadas (es lo que pasa con las cosas que no se hacen: son difíciles de
ver) por otras que atacaron de manera directa el bolsillo de los
argentinos, como la devaluación del peso, el aumento de tarifas y la quita de
retenciones a la megaminería, (¿y las de la carne, el trigo, la leche y el
maíz no atacaron el bolsillo, Luis?) la diputada explicó en detalle cómo se
había intentado minimizar el impacto de la suba de precios con el aumento de la
Asignación por Hijo, (previsto en una ley que aprobó Cristina el año pasado)
las jubilaciones (prevista en otra ley que aprobó Cristina en el 2008 y
que ella votó en contra) y la suba del mínimo no imponible de ganancias. (que
no conformó ni a Moyano) También aclaró porqué la baja de retenciones a los
productos del campo no beneficiaría a los grandes pooles de siembra, sino a los
pequeños y medianos productores. (pero claro, por favor, a quien se le
ocurriría pensar lo contrario)
Al
mismo tiempo anticipó que el Congreso iba a volver a recuperar su papel de
enriquecedor de leyes, (al paso que vamos, enriquecedor de senadores y
diputados, con la vuelta de la Banelco) porque muchas de las sugerencias
que sean capaces de aportar, incluso, los legisladores del Frente para la
Victoria, (“incluso a los kirchneristas les vamos a permitir hablar en el
Congreso y aportar ideas, así de amplios somos”, habría dicho) serán
incorporadas al texto final, como sucede en los países más o menos serios. (ay
Luis, no tenés la más puta idea de cómo funciona el Poder Legislativo “en los
países serios”) Fue tan contundente el apoyo crítico de Carrió (¿en qué
quedamos, fue contundente o crítico?) a los primeros días del gobierno de
Macri, (¿a los cuántos “primeros días”, Luis, una semana, un mes?) que
el ministro Rogelio Frigerio, presente en el estudio, uno de los considerados
‘mejores voceros’ de la mesa chica, se quedó mirándola con una notable
expresión de asentimiento. (este párrafo nos deja estupefactos. O estúpidos,
ponéle) En contra de los consejos de los dirigentes PRO más puros, a
quienes no les cae nada simpática la autonomía y la lengua karateca de Carrió, (es
como una Kill Bill, pero peso pesado) el Presidente cada vez se muestra más
cómodo con el papel simbólico y práctico que está jugando la diputada. (obvio
Luis, por eso no se le ocurrió darle un ministerio: mientras hable al pedo y
encima bien de él, está todo bárbaro) Uno de los hombres más cercanos al
jefe de Estado (Marcos Peña, el único tipo que está tan al pedo como para
atenderte todos los días) me lo explicó así: "Dice con fuerza,
síntesis y claridad muchas de las cosas que Mauricio piensa y no puede decir,
por su investidura. (ah, o sea que Lila sería como el Jaroslavsky de Macri,
digamos: una bocazas que dice barbaridades que nadie se anima a decir) Mantiene
alejado de la tentación a algunos pícaros de nuestra organización política que
quizá pensaron que llegar hasta acá era una buena oportunidad para hacer
negocios. (el resto del gabinete, digamos; incluyendo al propio presidente
¿fue ella la que lo rajó a Niembro entonces?)
Pero
además, aporta una mirada más de perspectiva, más política, menos tecnicista y
endogámica que la que podemos tener todos los que estamos en la diaria,
lidiando con los números (¿lo del apagón estadístico fue para dejar de
lidiar entonces?) y las presiones permanentes del círculo rojo". (lidian
igual que con las presiones de los fondos buitres. Se bajan los lienzos, les
hacen dunga dunga y al rato vuelven con ganas otras vez, y empiezan a gritar
“no de nuevo”. Pero al final aflojan) Pero lo mejor de todo, dicen los
hombres del Presidente, es que Macri no la considera una traidora, una enemiga,
o una persona destructiva, (por ahora, solamente por ahora, como diría
Marcelo Araujo. No hay garantías en cambio de que Carrió opine lo mismo, por
demasiado tiempo) como la pensaron, en su momento, Raúl Alfonsín, Fernando
De la Rúa o Néstor Kirchner. Lo único que le viene pidiendo, cada vez con más
insistencia, es que antes de tirar una bomba en público, le avise antes, (para
desalojar, claro. Pero queda medio feo eso de que le tenga que avisar “antes”
–dos veces lo pusiste Majul, firmá las paces con la sintaxis- cada vez que le
vienen ganas de rajarse un pedo, ponéle) para darle la oportunidad de
corregir la decisión, si es que su denuncia o su desacuerdo tuviesen lógica o
razón de ser. (ah, pero entonces decíle a Mau que desactive la “alerta
temprana”: nunca va a correr ese riesgo)
(*) Las negritas son nuestras, el original acá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario