viernes, 15 de abril de 2016

MUCHA TELA PARA CORTAR


Se esperaba que volviera y volvió, y como, y con cuantos. Se reclamaba que hablara y habló, y como siempre que habla marca la cancha; y ocupa casi sin esfuerzo el centro de la escena política nacional; como cuando era presidenta. Los argentinos sabemos por experiencia histórica que los liderazgos políticos no necesariamente coinciden con detentar roles institucionales.

Para comprobarlo y por si no bastara la impactante movilización popular (a la que, como es de rigor, se le quiso bajar el precio cuestionando los números) los medios privados que despotricaron por años contra las cadenas nacionales armaron una de hecho, para seguir paso a paso su discurso.

Lo que deja claro -aunque les cueste admitirlo- que es tan cierto que el acto y el discurso de Cristina por sí solos no cambian nada, como que son datos insoslayables de la realidad política que no se pueden obviar: Cristina, la gente, el vínculo entre ambos, la presencia masiva en el espacio público de gente movilizada por razones políticas (con un fuerte componente afectivo, como negarlo), el hilo conceptual del discurso.

Lo concreto es que una porción importante de los argentinos (ni siquiera entremos a discutir cuantos) se sienten contenidos e interpretados por Cristina hoy, como se sintieron contenidos y cuidados por su gobierno y el de Néstor: un vínculo tan viejo como los 12 años que sumaron entre los dos, y tan nuevo como los cuatro meses de mazazos cotidianos que les viene prodigando el gobierno de Macri a los sectores populares.

Tan notable como la reaparición de Cristina, ha sido la perplejidad del gobierno, y de los “interpretadores” de la derecha: es tan rídiculo leerlo a Pagni ensayar periodismo de peluquería judicial para tapar el sol con la mano, como verlo a Macri huyendo a Salta cuando las columnas movilizadas ganaban la ciudad, y apenas balbucear a su regreso un “fue desafortunado” cuando le pidieron opinión sobre el acto. Que decir de desvaríos como éste, donde se acusa a Cristina de destituyente.

El vínculo profundo de Cristina con la gente es un dato duro de la realidad (un insumo político con el que los que están en política deben trabajar), que les cuesta desentrañar, y si bien es sabido que tradicionalmente la derecha desdeñó el liderazgo carismático como una muestra de subdesarrollo político, el lleno de ayer hizo resaltar aun más el vacío (de gente, de conceptos) que hay en otros lugares: si no te gusta la práctica política de ganar la calle y movilizarse generá otras que se le puedan contraponer con eficacia; si no acordás con el “relato” histórico y el proyecto político que propugna el kirchnerismo, armá otros y mostrálos.

Si la “revolución de la alegría” no entusiasma en el gobierno como cuando era promesa de campaña, es fundamentalmente por la durísima realidad concreta de la gestión de Macri; pero además porque “Cambiemos” ya no puede prometer futuro, sino a cambio de reclamar resignación en el presente a las “inevitables” dosis de dolor que propina a diario a la gente común, entre ellos sus propios votantes. El kirchnerismo por el contrario, puede exhibir para muchos (los que se movilizaron, sin ir más lejos) un pasado que está ahí al alcance de la mano, para fundar la esperanza. Por supuesto que además debe "prometer" futuro. 

Hay dos culturas políticas en choque (los 70’y los 90’ si querés simplificar), pero también mucho verso sobre “la elección del enemigo” y las maniobras planeadas en mesas de arena, para vender el humo de que las cosas pasan porque algún genio lo pensó así, para vender vicio por virtud, o derrota por victoria.

Mientras en el propio gobierno no se terminan de poner de acuerdo si el escenario de la reaparición de Cristina lo crearon ellos (buscando darle centralidad para profundizar aun más la fractura en el peronismo), o se los impuso la patota judicial sumándoles un problema, la realidad marcó que los “enemigos” quedaron ayer (ya lo estaban en realidad, el acto simplemente lo hizo visible) alineados uno frente a otro, estrictamente por imperio de las circunstancias. Si el resto de la oposición (Massa, Stolbizer, el "progresismo", parte del peronismo) no es percibida como opositora, la responsabilidad no es de Cristina, precisamente.

Sobre ese dato de la realidad cabalgó el discurso de CFK, planteando en el dicurso no solo una prolija descripción de las dolencias que causa el gobierno de Macri (hasta con menciones explícitas a Telesur y Milagro Sala, temas a los que muchos desde el peronismo le esquivan el bulto), sino que bosquejó una hoja de ruta política con la idea del “frente ciudadano”: antes que discutir si se trata de u nuevo ensayo de transversalidad, si incluye o no al PJ o si lo subsume o no dentro de un dispositivo mayor, hay que prestar atención al contexto en el que la idea fue lanzada.

Cuando el gobierno quiere mantener con su revanchismo gorilo-cacerolo y con los carpetazos judiciales la “grieta política” (kirchnerismo y anti kirchnerismo) para disimular la verdadera grieta que va creando a diario (que es la económica), Cristina pasa por encima de la falsa encerrona y llama a cerrar la grieta política entre los que piensan más o menos parecido, para enfrentar la verdadera grieta; que es la que separa a los perjudicados del modelo macrista, de los beneficiados por él. 

Claro que todo esto es más fácil decirlo que hacerlo, porque los otros también juegan y cuando se busque tender puentes que hoy están rotos (con el sindicalismo por caso) aparecerán los inevitables pases de facturas y pedidos de autocrítica (a la propia Cristina, al kirchnerismo en su conjunto); y porque estamos en una etapa profundamente distinta, en la que no se tiene la disponibilidad del Estado y su correlativa centralidad para marcar la agenda, y muy por el contrario hay que organizarse para resistir políticas públicas pergeñadas desde ese mismo Estado: hoy en otras manos, con otro proyecto político. Hasta el propio rol de Cristina en ese "frente ciudadano" será materia de discusión, y nadie se tiene que enojar por eso.

Como corresponde al que ejerce el liderazgo, Cristina intentaba suavizar las puteadas contra el sindicalismo y la dirigencia y muchos legisladores del PJ, no sin dejar de señalar -sin hacer nombres que caían por su propio peso- un principio político elemental en democracia, que es el del respeto a la voluntad popular; que como bien dijo obliga a todos (oposición y gobierno) a ejercer los roles para los que fueron electos. Y en el caso del gobierno, a honrar sus promesas de campaña, cuando intentaba desechar los fantasmas que hoy se corporizaron, con el recurso de la “campaña del miedo”.

En la etapa que se viene hay que movilizar y movilizarse, conservando lo espontáneo y masivo que el kirchnerismo muestra y los demás no (acaso porque no lo tienen) pero también generar y fortalecer lo encuadrado, haciendo pie en las estructuras sindicales, sociales y políticas; más allá de la anécdota -que terminó siendo burocrática y vaciada de contenido político- de las elecciones internas del PJ y la “lista de unidad”.

A propósito: si algo dejó claro el acto del miércoles es la profunda disociación que existe entre buena parte de la dirigencia del peronismo y su propia base electoral, y así como hubo dirigentes que en la previa le esquivaron el bulto a firmar un comunicado de apoyo a CFK, hubo quienes le expresaron su apoyo, pero le esquivaron el cuerpo a la convocatoria.

Un grave error -en nuestra opinión- porque no tiene que ver ya con Cristina, sino con el modo de hacer política: por legítimas que sean las disputas internas y los cuestionamientos a la propia Cristina, su gobierno o su estilo de conducción política, no se puede reducir a la política exclusivamente a una disputa palaciega; y cuando la gente se moviliza, mantenerse al margen. Y para los que esquivaron la firma en el comunicado (por sus propias buenas razones) la foto es clara: la "corrección política" de Cristina de cruzar los silbidos e insultos no disimula el verdadero estado del humor de muchos peronistas de a pie, con su dirigencia.

Cristina apeló también reiteradamente en su discurso a la comprensión y contención política del distinto, el (para nosotros) equivocado y el arrepentido: hay allí un amplio espacio para el ejercicio de la acción política, que es a la vez un compromiso militante, porque tener razón no nos da derechos, sino que nos crea obligaciones, aunque nos cueste aceptarlo; y tengamos ganas de que más de uno se cocine en su propio jugo electoral.

Al igual que Bonadío con sus extravíos judiciales logró que se llenara el acto para acompañar a Cristina, Macri con sus políticas nos está creando a diario electorado potencial disponible donde no lo había, y se suponía que poco podíamos pescar. Eso es justamente lo que no percibieron los dirigentes y legisladores del PJ que quieren dar vuelta la página del kirchnerismo y construir un peronismo “competitivo y funcional”.

El discurso de CFK el miércoles parece dejar entrever que ella sí percibió el hecho, y llama a obrar en consecuencia.

9 comentarios:

  1. Cuando esa grieta económico social creada por el ajuste salvaje de Macri tenga la fuerza movilizadora que por ahora solo se insinúa, el "frente ciudadano" tendrá todo su sentido. Cristina se adelanta y señala que la única forma de enfrentar el ajuste y llevarlo a esa encrucijada deslegitimadora es ejerciendo seria y permanentemente el rol opositor porque la legitimidad de origen no da el derecho a hacer desde el gobierno (o desde la oposición) cualquier cosa, incluso aquellas contrarias a las prometidas en campaña

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  2. Lo que más de la nota es lo bien escrita que está.
    Felicitaciones.

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  3. Como lo han expresado adhiero en un todo y cada uno de los puntos este excelente análisis. Abrazo !!!

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  4. "Mientras en el propio gobierno no se terminan de poner de acuerdo si el escenario de la reaparición de Cristina lo crearon ellos (buscando darle centralidad para profundizar aun más la fractura en el peronismo)"
    Todo dicho.Cristina acaba de dinamitar el FPV del 49 % que de pedo no gano el ano pasado y tenia ahora encima todo para crecer mas aun. Duran Barba debe estar festejando a mas no poder. Divide y reinaras.Pobre Argentina

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  5. Si están festejando avisále a la cara de Macri, que no se enteró parece.

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  6. Los dirigentes mezquinos no se van a jugar por la gente. Tienen su propios intereses que estan ajenos a los de la gente.
    Si los dirigentes o como se los llame siguen en esa idea, pues deberán dar un paso al costado. Como no lo harán habrá que correrlos. Todos los que estuvimos en la plaza somos dirigentes, y no tontuelos manejados.

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