sábado, 30 de abril de 2016

SOBRE LA MARCHA


Como decía ayer la tapa de "Página 12", Macri lo hizo: las políticas de su gobierno lograron que todas las centrales del atomizado espectro sindical confluyeran en un único acto; y que con la excusa del Día del Trabajador protagonizaran el segundo acto público masivo en contra de su gobierno. El primero fue la movilización que acompañó a Cristina a Comodoro Py, un par de semanas antes.

Acto en contra de su gobierno y de sus políticas, que están pegando de lleno en la línea de flotación de los trabajadores y los sectores populares; aunque algunos de los oradores se hayan ocupado en destacar que no era "en contra de" sino a favor de esos sectores, y aunque ese impacto se pueda sentir visiblemente desde el primer día de la gestión de Macri, y muchos de esos mismos dirigentes sindicales hayan elegido mirar para el costado, esperar los famosos "100 días", o minimizar los despidos porque eran en el Estado y de militantes k.

Ese es justamente el dato central de la jornada, que convierte a lo demás en anécdota: que el sindicalismo en su conjunto haya decidido movilizarse es también una muestra del modo en el que el gobierno de "Cambiemos" viene consumiendo capital político y social: muchos de esos mismos dirigentes sindicales esperaban encontrar hasta ayer si no un lugar al calorcito del sol macrista, al menos una "convivencia amable" para mantener privilegios, y asegurarse zonas exentas de la blitkrieg macrista, como las obras sociales.

Macri dio por tierra con todo eso, pese a haber estado con algunos de ellos mano a mano en un par de oportunidades, con promesas luego incumplidas. Algo parecido le ocurrió con los gobernadores del PJ, y de allí los números contundentes del Senado en la votación de la ley antidespidos.

Habrá quien quiera discutir si la movilización empujó la media sanción y el impulso del proyecto, o fue a la inversa. También se evaluará si el retorno de Cristina no reveló a los ojos de la dirigencia sindical que más allá del apoyo de los "propios" y convencidos, existe un estado de horfandad de representación de la opinión contraria al gobierno, que alguien debe apurarse a llenar.

Lo cierto es que el hecho estuvo, y no se puede ignorar ni minimizar. De hecho, los acompañamientos políticos de la marcha de los gremios (muchos de los que se movilizaron a Comodoroc Py lo hicieron ayer) marcan que los acontecimientos del país van marcando necesarias confluencias, incluso antes de que los dirigentes se decidan a exteriorizarlas. 

El acto de ayer es una muestra patente de aquéllo de "con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes": si bien la naturaleza profundamente oligárquica y reaccionaria del gobierno de Macri estuvo a la vista desde el primer minuto y las primeras medidas, es bueno que meses después así se lo perciba desde el conjunto del sindicalismo, y se obre en consecuencia. 

Por supuesto que -en tanto acto público- la movilización de ayer fue tan impactante por su número como porque dejó a la vista las precariedades que envuelven la realidad actual del sindicalismo, sobre todo en lo discursivo: lo de Caló fue especialmente limitado, y Moyano alternó buenas con malas; con un notorio esfuerzo por hacerle una que otra "caricia" al kirchnerismo (acordarse de Santa Cruz y olvidarse de las huelgas de los hospitales bonaerenses o los docentes universitarios de todo el país, por ejemplo); acaso en su línea tradicional desde la ruptura para acá, de exagerar la "independencia política" de la estructura sindical.

Que decir del patetismo del sindicalismo "blue" de Barrionuevo y Benegas: su bajada del acto hizo también más visibles los reales apoyos con los que cuenta Macri en el sindicalismo, tipos que no mueven gente ni para un fútbol cinco, con el reflejo maccartista siempre en la punta de la lengua (el gastronómico estuvo a un pelito de hablar de "infilitrados") y siempre dispuestos a gerenciar gremialmente los intereses patronales, cuando no a ser ellos mismos, los patrones. Otra costilla flaca de "Cambiemos" que ayer se pudo ver.

Y podrían agregarse más críticas, pero eso no ocultaría el dato central: esta es la dirigencia sindical que hay, al menos hasta que los propios trabajadores no decidan por sí mismos reemplazarla por otra, más representativa. Por eso del acto de ayer hay que detenerse en la calle, aunque algunos consideren importante el palco. 

El pliego de reclamos transmitidos ayer al gobierno no plantean novedades respecto a la agenda tradicional del sindicalismo, a salvo la brusca alteración del orden de prioridades: la defensa del empleo aparece ahora en indiscutible primer lugar, por imperio de las circunstancias. Otra vez: Macri lo hizo; y en apenas cuatro meses.

En la discusión que se viene en la Cámara de Diputados por el proyecto ya aprobado por el Senado (si se quiere, una versión más "light" de las que allí se cocinaban, pero más cerca de ser aprobada) se juntarán entonces los dos realineamientos políticos: el de buena parte de la oposición política (el "peronismo disidente" en sus distintas versiones", acaso el massismo aunque nunca hay que descartar piruetas de último momento del Kennedy de Nordelta) y del mundo sindical, de la "amigable expectativa" o la "convivencia civilizada", a una actitud mas abiertamente opositora hacia el gobierno. 

Le quedará al kirchnerismo y a Cristina el derecho a reclamar haber marcado esa actitud desde el comienzo, acorde con su caracterización inicial del gobierno de Macri. Pero no más que eso: haber dicho antes con todas las letras en presencia de que tipo de gobierno estamos no da derecho a eximirse de tender puentes más allá de los convencidos, buscando ampliar el polo opositor a las políticas del gobierno.

La recién estrenada conducción del PJ oficial (a diferencia de lo que ocurrió cuando el retorno de Cristina) sumó su apoyo explícito a la movida de la "columna vertebral", pero las organizaciones kirchneristas (incluyendo a los "movimientos sociales" del palo) le sumaron a esa movida más cuerpo y número, que los aparatos territoriales de ese mismo PJ. Las fronteras que a veces se quieren trazar se vuelven difusas cuando aprieta la necesidad, y es algo para celebrar; y a tener en cuenta para trazar la estrategia a futuro. 

Es difícil saber cuanto influirá la movilización de ayer en que el gobierno introduzca cambios en sus políticas; de hecho es casi seguro que Macri redoble la apuesta, vetando la ley anti-despidos y llevando el conflicto a otro nivel.

Tampoco puede adivinarse que continuidad tendrá en el tiempo la latente "unidad sindical en la acción": la gran mayoría de las paritarias están abiertas, y allí prevalece la lógica de cada organización gremial para pelear por lo suyo, más que las estrategias de conjunto.

Lo importante del acto en todo caso es que lo haya habido, no mucho más. Pero tampoco menos.

1 comentario:

  1. Moyano no va a sacar los pies del plato, el tema de las cuenta en Suiza esta dormido, siempre lo pueden depertar. A pesar de la multitud fue un acto tibio. No lo hicieron en Plaza de Mayo para no incomodar al gobierno. Y los trabajadores conbq se quedan despues de ir a la marcha? Siguen pagando ganancias, siguen los despidos y siguen los aumentos. Esto fue para descomprimir un poco y contener el descontento popular. Dirigentes ricos, trabajadores pobres.

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