Leíamos en Ambito de ayer sobre las preocupaciones y quejas de los gobernadores porque los
envíos de coparticipación federal están mermando en términos reales (es decir
descontando el crecimiento nominal por la inflación), lo que les dificulta sus
finanzas.
Según dice la nota, también
preocupa la merma en los recursos coparticipables como consecuencia de los
cambios en Ganancias aprobados a principio de año, y los que se vendrían en el
IVA si prospera el proyecto enviado por Macri al Congreso para devolver parte
del impuesto (hasta 300 pesos por mes) en las compras de los beneficiarios de
jubilaciones mínimas y planes sociales, con tarjeta de débito.
El caso es un buen botón de
muestra de cómo funciona en la práctica el esquema de los “equilibrios
generales” que plantea el neoliberalismo; equilibrios que en la práctica nunca
terminan funcionando tal como se conciben en el laboratorio.
Y conste que no se analiza acá el
esquema tributario vigente desde la perspectiva de su reforma, ni como se
reparten los ingresos entre la Nación y las provincias; que es en sí misma otra
discusión generadora de tensiones políticas, donde los posibles avances están
condicionados además por las estrictas pautas que estableció la reforma
constitucional de 1994 para modificar el régimen de coparticipación.
En los esquemas económicos
ortodoxos la eliminación del déficit fiscal (el restablecimiento de un
“equilibrio” entre los ingresos y los gastos del Estado) es elevado a la
categoría de fin en sí mismo, tanto como las “metas de inflación” a las que se
terminan subordinando todas las variables de la economía, como la tasa de
interés.
En el caso del déficit, la
ortodoxia pone siempre el foco en los gastos del Estado (enfatizando la
necesidad de contenerlos o bajarlos), sin hacer lo propio con los recursos. Por
el contrario, son siempre partidarios de conceder franquicias y exenciones
tributarias de todo tipo a las fracciones más concentradas del capital.
El gobierno de Macri no ha sido
la excepción al respecto: eliminación de retenciones a todas las exportaciones
agropecuarias e industriales, rebaja de las correspondientes a la soja,
eliminación del impuesto a los autos de alta gama o al champagne y los vinos
espumantes, se cuentan entre las medidas fiscales que se tomaron desde
diciembre con la idea de impulsar la reactivación de la economía; pero
afectando los ingresos del fisco nacional, y de los de las provincias; a los
cuáles le llegan incluso las transferencias del Fondo Federal Solidario
conformado con el producido de las retenciones a las exportaciones sojeras.
Tomando como punto de partida del
análisis la estructura actual del sistema impositivo en base al cual se
establece el esquema de coparticipación federal, vemos que tienen un peso
decisivo impuestos como IVA y Ganancias, que están íntimamente ligados al ciclo
económico, y en consecuencia suben o bajan (en términos reales) de acuerdo con
el nivel de actividad.
En ese sentido no debe sorprender
que una ostensible merma en el consumo (de la cual dan cuenta distintos
informes conocidos en estos días) se refleje en una menor recaudación de IVA,
impuestos internos y -más a mediano plazo- Ganancias; todos coparticipables a
las provincias.
Por otro lado tampoco se ha
verificado hasta acá la “teoría del derrame” en términos fiscales: la
eliminación de las retenciones a las exportaciones de las diferentes economías
regionales no ha redundado ni en una mejora de la actividad (salvo el caso
puntual del trigo), ni en una mayor contribución de esos sectores al fisco por
otras vías, como Ganancias.
Y los cambios impositivos
observados desde diciembre no serían los únicos: si la inflación sigue en
niveles elevados, crecerán los reclamos empresarios para ajustar los balances
por su incidencia, y así pagar menos Ganancias; un reclamo al que el propio
Macri en campaña le dio la razón, cuando fue al coloquio de IDEA.
Por fuera del esquema de lo que
es estrictamente la distribución de tributos coparticipables enre la nación y
las provincias, todas las propuestas “reactivadoras” del gobierno de Macri
involucran exenciones o bajas de impuestos y cargas fiscales: el plan “Primer
Empleo” enviado al Congreso contempla la eliminación primero y rebaja después
de los aportes patronales; contribuyendo a desfinanciar a la seguridad social
privándola de recursos genuinos.
No es un dato menor que ambas
cuestiones (baja en la recaudación de impuestos propiamente dicho, merma en las
contribuciones a la seguridad social) afectan la fórmula de movilidad de las
jubilaciones y pensiones establecida por la Ley 26.417 (2008), hecha extensiva
a las asignaciones por la Ley 27.160 (2015); tirando para abajo los futuros
aumentos, y ralentizando así uno de los motores de la demanda agregada que impulsan
el consumo y la actividad.
Como el déficit fiscal se agudiza
por el lado de la caída de ingresos (por decisiones del propio gobierno, y por
la caída en el nivel de actividad ocasionada por sus políticas) se achica más
el gasto para combatirlo, y esa merma en el gasto hace caer la demanda agregada, lo que hace caer más todavía la actividad y la
recaudación; y el círculo (vicioso) vuelve a empezar.
Mientras ese mismo déficit fiscal
genera la tentación de endeudarse para resolverlo por esa vía, aun cuando se
diga que la toma de deuda es para solventar inversiones de infraestructura. Y
ese mayor endeudamiento agrega a futuro una mayor carga financiera al Estado
para atender los servicios de la deuda contraída, y vuelve a comprometer el
equilibrio fiscal fijado como meta.
A la teoría del derrame yo suelo oponer la de regar una planta, está confirmado que el derrame no existe, según Lozano, el Obispo de Gualeguaychú, porque cuando está por derramar cambian el recipiente por uno mas grande, yo en cambio opino que el recipiente tiene una manguera de rebalse que está conectada directamente a las guaridas fiscales.
ResponderEliminarEn cambio si uno riega el suelo de una planta, esta la toma junto con los nutrientes y alimenta todos los componentes la misma, creo que fue el padre del neolib, Friedman, quien hablo alguna vez de arrojar dinero desde un helicóptero, este concepto es mejor, porque satisface las necesidades de quienes menos tienen y al mismo tiempo en etapas sucesivas se redistribuye por todo el cuerpo social.
Pero hay algo mas, un error fundamental, tratar fenómenos netamente dinámicos como si fueran estáticos, tanto como que su paradigma es el equilibrio.
Lo que quiero decir es que lo que debe obtener es la estabilidad dinámica, es decir que aparecida una perturbación la respuesta del sistema, en este caso la economía, sea convergente con la nueva situación o estado de referencia.
Por definición los equilibrios pueden ser estable, inestable o indiferente, los dos sgundos son la paz de los cementerios, es decir la que tendríamos, por ejemplo, al secar la plaza de dinero para matar la inflación resultado de algo mas importante que el quite de retenciones que se ha sumado, que es la devaluación, y el incremento de costos que esta provocó en los productos y servicios de todo tipo.
Y digo tendríamos porque subir los costos fijos y reducir las ventas requiere nuevos aumentos para cubrir los primeros con las segundas. con lo que alguna vez se logrará ese equilibrio estático cuando los movimientos sean mínimos.
Las ecuaciones y analogías para estudiar la estabilidad dinámica existen desde hace no menos de setenta años, pero nunca se aplicaron a la economía porque se corresponden con algo mas que las previsiones teóricas en base a histogramas de variables en condiciones de laboratorio, que bien podrían aplicarse esa nueva forma de encarar el análisis de las consecuencias de determinadas medidas económicas.
Nunca menos y abrazos
Norberto, creo que que está bien los que decís sobre "que lo que debe obtener es la estabilidad dinámica."
ResponderEliminarPlanteado más sencillo. Un gobierno posibilita a través de paritarias el fortalecimiento de los salarios y el crecimiento así del poder adquisitivo de un gran sector de la población.
Mediante medidas como las retenciones, aisla los precios internos de los internacionales, y mantiene los comestibles a precios razonables. Eso hace que los asalariados solo dediquen una parte del salario a comprar alimentos, y con el excedente desembarquen en el consumo de otro tipo de bienes,como vestimenta, una moto, un auto,electrodomésticos,o la refacción de la casa.
Entonces la demanda de productos genera mayor producción, y por lo tanto si hay mayor actividad, hay mayor recaudación fiscal.
Si aumentan los ingresos del Estado, éste puede dedicar más recursos a educación, infraestructura,salud,etc., mientras equilibra la cuenta fiscal a través de mayores ingresos, y no -como ahora- de reducir gastos.
Con una monstruosa recesión como la actual,aunque lo pongan de Ministro de Hacienda a Del Sel o a Laura Alonso, la inflación terminará bajando.
Pero el costo social será enorme. ¿Se la van a bancar?
¿Cual es el mérito de bajar el nivel de inflación a los porcentaje del año 2015,pero dinamitando para eso la economía productiva y empleo con recesión planificada?
¿El problema es que no entienden el juego?. No. Lo entienden perfectamente.
Ellos saben bien que la teoría del derrame es una imbecilidad.
Pero van a tirar la cuerda hasta donde los dejen.
El Colo.
Si el proyecto dice que te devuelven hasta $ 300, cuánto sería el monto total de compra para que esto sucediera?, algunas tarjetas de débito no tendrían capacidad de compra para tal devolución
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