jueves, 14 de julio de 2016

LA IDEOLOGÍA Y LOS NEGOCIOS


En la imagen de apertura está transcripto entero el editorial de La Nación de ayer, para que no digan que lo tergiversamos y puedan juzgarlo por ustedes mismos; ahorrándonos las reproducciones y comentarios puntuales, en mérito a la brevedad. Buena parte del libelo -si no todo- habla por sí mismo.

Un editorial que perfectamente pudo haberse escrito el día después del golpe del 76’, o del triunfo de la Revolución Libertadora. O el día después del triunfo de Macri en noviembre del año pasado, pero fue escrito ahora, después de los ¿festejos? del bicentenario de la independencia el fin de semana pasado.

Festejos que vinieron con Aldo Rico, con la angustia de los próceres de Tucumán, con la genuflexión presidencial ante el monarca “emérito” y con el desafile de los represores del Operativo Independencia, muchos de ellos con causas pendientes por delitos de lesa humanidad.

Y sin los pueblos originarios, ni los presidentes de América Latina: la reafirmación de la idea - que desmiente a la propia acta de la declaración de la independencia, dada en nombre de “las Provincias Unidas de Sud América”- de que con esa negrada, nosotros no tenemos nada que ver. Que es justamente lo que dice el editorial de la tribuna de doctrina.

Quien sabe si el mismo que la escribió (¿Escribano? la pluma es parecida) tuvo alguna ingerencia en la organización de los actos oficiales del bicentenario, pero en todo caso es anecdótico: hay una total comunidad ideológica con los que efectivamente los organizaron, y Lombardi o Lopérfido podrían suscribirla con gusto.

Es lo que sucede con el circuito cerrado de circulación de determinados discursos que circulan en sinfín de ida y vuelta entre los medios hegemónicos, el cacerolismo de las redes sociales y las expresiones de los funcionarios del gobierno. Y que como todo lo que está cerrado y no se oxigena, se pudre y apesta, más como -cuando en éste caso- nació con un fuerte tufillo autoritario, disfrazado de apelaciones a “la verdadera democracia”, y una épica de resistencias civiles a dictaduras imaginarias, que suele ser perfectamente compatible con la adhesión emocional y efectiva a las dictaduras reales que en nuestra historia han sido.

Un discurso que parece caído de la nada, en tanto el editorialista se priva de todo contacto cercano con la realidad concreta y presente, para incursionar en el terreno conjetural de lo que pudo haber sido si las urnas arrojaban otro veredicto. Una línea de análisis que se espeja con el discurso del macrismo, que apela constantemente al pasado reciente (“la pesada herencia recibida”) y al futuro potencial: la luz al final del túnel, el segundo semestre, la prosperidad futura hija de las privaciones actuales, en fin, las diferentes versiones semióticas del derrame neoliberal; para extirpar de la vista de los argentinos un presente complejo, muy distante de la prometida “revolución de la alegría”.

Porque si de abordar las cuestiones que al editorialista le preocupan se trata, la economía hoy (no si hubiera ganado Scioli) es un total y absoluto desastre, y no hay un solo indicador macro o micro-económico que le sonría a Macri, salvo los negocios que el gobierno de los CEO’s proporciona en abundancia a sus mandantes. Ni hablemos de los indicadores sociales o de desarrollo humano, como la pobreza, la indigencia o el desempleo.

De hecho, como si estuviéramos en la Venezuela chavista que espanta a la tribuna de doctrina, se nos aconseja ahorrar energía (el enojo presidencial con las remeras y los pies descalzos es más parecido a los consejos de Chávez sobre la duración de las duchas de lo que querrían admitir muchos), reducir otros consumos como la carne -que nos habían acostumbrado a comprar barata, según nos dijeron y falta manteca en los supermercados.

Y nuestra democracia no es más vigorosa que antes de diciembre, sino menos, mucho menos: hay presos políticos, se reprime la protesta social, se ha despedido a empleados públicos por su filiación política y fisgoneando sus opiniones en las redes sociales, los servicios de inteligencia están fuera de todo control, las fuerzas armadas recuperan autonomía ante el poder civil, se avanza sistemáticamente sobre todas las instituciones de control (UIF, Banco Central, AFIP, Consejo de la Magistratura, AGN, Oficina Anticorrupción) para ponerlas al servicio del proyecto político que gobierna, se borró la ley de medios de un plumazo como retribución del apoyo del mayor grupo multimedios del país a la alianza política hoy gobernante, hay patotas que destruyen un medio de comunicación crítico con inacción del aparato de seguridad del Estado, y justificación presidencial, y se ha conformado en la justicia un grupo de tareas dedicado exclusivamente a la persecución de la ex presidenta y los funcionarios del gobierno anterior; como parte del operativo distracción.

Expresiones como las del editorial lejos de contribuir a cerrar la famosa “grieta” o “unir a los argentinos” contribuyen a agravar un clima denso y espeso bajo un supuesto discurso “democrático” al que (como antes, cuando este tipo de proclamas precedían a un cuartelazo y lo justificaban luego de producido) cuando se le rasga un poco la costra, deja ver el pus autoritario.

Hasta el mismo pretendido horror por la corrupción “desprolija” de los bolsos con dinero, si se lo analiza más a fondo, no es sino una hábil maniobra para invisibilizar la total naturalización de la corrupción “prolija”, disfrazada de racionalidad económica inexorable: los conflictos de intereses que se soslayan olímpicamente, la colonización del Estadio por los lobbies corporativos, el desmantelamiento concienzudo y prolijo de toda forma de regulación estatal contra la avaricia y el afán de rapiña del mercado bajo los rótulos de “apertura económica”, “desburocratización” o “sinceramiento”, las sociedades pantalla constituidas en remotos paraísos fiscales, la compleja arquitectura financiera desarrollada para fugar capitales, la  amnistía de la evasión y esa misma fuga vía un impresentable blanqueo.

Porque de eso se trata todo: nada mejor que estigmatizar al “populismo” como apenas un subterfugio de la corrupción o apelar al patrimonio exclusivo de la moral, cuando lo que se va a hacer son negocios, grandes negocios para sectores bien concretos; cuyos intereses (de clase, de sector) pretenden que identifiquemos con los del país mismo.

Y si no veamos como por ahí anda Macri diciendo que con él aquello de “la tuya ya está” como necesario aditamento corrupto a la obra pública o los contratos con el Estado ya no va más; cuando él, su familia y su clase la han puesto por años, como parte de una cultura empresarial arraigada que usufructuaron del otro lado del mostrador: el oculto, del que no se habla, el de las empresas corruptoras de los funcionarios corrompidos.

Hoy tanto como con el primer peronismo, cuando los procesos políticos del país cruzan una línea invisible para nosotros pero perceptible para los que realmente mandan (de derechos cedidos o conquistados, de distribución de la torta nacional) que torna a la situación intolerable (para ellos) reaparecen los fantasmas:  y el autoritarismo “intolerables” (porque queda claro que los hay también tolerables, y plausibles), y algún espantajo extranjero que agitar, que para el caso puede ser la Alemania nazi, la Cuba de la revolución (revisitada en el editorial, como en tiempos setentistas) o la Venezuela chavista, lo mismo da, espectro al que atribuirle todos los males posibles de aquejar a una sociedad.

Se acepta que los medios cumplen un rol político porque marcan agenda o la expresan, y a su vez se concede que aun en tiempos de Internet, redes sociales y medios audiovisuales son los grandes diarios (como Clarín o La Nación) los que dan la pauta; y se suele señalar que mientras uno (Clarín) se ocupa de tutelar cuestiones de negocios más concretas y mundanas el otro (La Nación) es el guardián de ciertos principios, valores o ideologías.

La comunidad de intereses en Papel Prensa (la empresa obtenida en una mesa de tortura, en canje por la complicidad mediática con la dictadura), la “viveza criolla” de aprovechar la existencia de un pariente estratégicamente colocado por años en el máximo tribunal judicial del país para evadir sistemáticamente impuestos o la común detentación de cuentas oscuras con dineros fugados al fisco en paraísos en guaridas fiscales del interior permite -por lo menos- matizar esa tajante distinción.

Lo grave del caso -y de allí la inocultable satisfacción del editorialista con la novedad, que lo libra del estigma de los fraudes y golpes de Estado- es que ahora fue posible que ese corpus de ideas tenebrosas e intereses concretos disfrazados bajo aires de redención moral y democrática triunfara por los votos. Porque eso es en esencia lo que votaron los que votaron a Macri, algunos concientemente y otros aunque no lo sepan, o lo quieran negar.

4 comentarios:

  1. Mi duda es si esto lo escribió Cosme Beccar Varela o Capusotto.

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  2. Capusotto, pero estaba en pedo.

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  3. el próximo video lo dirije campagnela
    las monjitas de esperando a mia eran mas piolonas

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  4. ¿ que hidrocarburos habrá encontrado YPF reload, para q estos caníbales no descansen en sus avances chupasangre?
    por de pronto ayer presentaron otro dinosaurio patagónico más(la verdad parecía de plástico) dicen q carnívoro...
    hoy el evasor impune, decretó la amnistía evasorística, según sus dichos ya no deben esconderse mas, ni él y ni sus pares, ahora retomarían las obras frenadas en el sur, ojalá q así sea, y q no se instale el monumento a la corrupción , figura ya superada de yaciretá q terminose en el gob. anterior...
    si rezo sin esperanzas por el abandono del plan de soterra...miento del sar...miento

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