martes, 19 de julio de 2016

ROGELIO ALANIZ, O LAS MIL Y UNA FORMAS DE JUSTIFICAR EL TARIFAZO SIN TERMINAR DE DECIRLO


(*)

Sería ingenuo suponer que la sociedad, cualquier sociedad, pueda apoyar un ajuste económico, (exacto, por eso en campaña Macri desmentía que lo fuera a hacer y hablaba de “campaña sucia” del kirchnerismo. Ojo, igual hubo boludos como vos que lo votaron sabiendo la que se venía) más allá de que cada uno de nosotros en su fuero íntimo admita que efectivamente las tarifas deban actualizarse (y Aranguren, Macri y todo el gobierno, en público, ahora que pasaron las elecciones) o que el actual ajuste es una consecuencia de la irresponsabilidad o el despilfarro de la gestión anterior. (ahí no nos metás a todos, hablá por vos) Para bien o para mal, vivimos en sociedades consumistas cuya lógica consiste en privilegiar el presente sobre el futuro, (ah, los tiempos en los que Stalin o Mao mandaban a todo el mundo a trabajar al campo para generar en el futuro una sociedad mejor) una actitud cultural que curiosamente está en sintonía con algunos de los preceptos fundacionales del populismo (claro, por eso el populismo gana las elecciones, y el neoliberalismo tiene que mentir en campaña) y que en países como la Argentina poseen la consistencia del sentido común. (¿vos decís entonces que ser populista en la Argentina es tener sentido común, o sea que vos que sos terrible gorila sos un insensato?)

El realismo político no puede ni debe desconocer estos datos de la realidad, pero la pregunta a hacerse entonces a continuación, es si en nombre de ese realismo se deja todo como está y se continúa con los subsidios, (acá arranca despacito la banca la tarifazo, vemos como sigue, aunque ya hubo un atisbo antes) sabiendo a ciencia cierta que por ese camino se marcha hacia el quiebre del sistema energético, (fantasma agitado desde 2003) con todas las consecuencias en materia económica y social que estos servicios prestan en las sociedades modernas. (en cambio ahora con el tarifazo la crisis se resolvió y todo el mundo puede acceder a esos servicios, ah, no, pará...)

El interrogante es válido porque pareciera que la solución más sensata y justa a la actual crisis energética (¿cuál, la que generó Aranguren?) debiera plantearse de acuerdo con el principio sostenido por Luis XV hace trescientos años: “Después de mí el diluvio”, (¿la lluvia de dólares, de qué estás hablando, si ya hay crisis -según vos- como es que el diluvio –o el apagón, a esta altura nos perdimos- se producirá si no se aumentan las tarifas, posponemos el apagón hasta el otro gobierno?) el cual, como la propia monarquía francesa pudo experimentarlo, efectivamente llegó (¿el diluvio de cabezas cortadas por la guillotina?) y algo parecido nos ocurrirá a nosotros si dejamos todo como está; (¿la gente será decapitada por no poder pagar el gas y la luz?) es decir, si continuamos subsidiando a las clases medias y altas que han sido las exclusivas beneficiarias de la curiosa y extravagante fiesta populista. (¿o sea entonces que los subsidios del kirchnerismo iban todos a la gente que lo terminó votando a Macri, y nada para la negrada? ¿y cómo no lo explica a eso Aranguren así todos lo aman genio?)

Se puede discutir si el anterior gobierno dejó deliberadamente una bomba de tiempo encendida para sabotear a las nuevas autoridades o si lo sucedido es una consecuencia inevitable de las prácticas populistas, (o sea que la discusión pasa solamente por establecer si el kirchnerismo era una manga de hijos de puta, o una manga de pelotudos. Algo parecido a lo que está pasando ahora con el gobierno de Macri) pero lo cierto es que más allá de los matices de este debate, (matizados, los matices) el sistema energético está en crisis, tal como lo han admitido los principales candidatos políticos en las recientes elecciones. (ponéle ¿y?) Y cuando esto ocurre, cuando estos desajustes se producen, no queda otra alternativa que corregirlos, (tercera banca colateral del tarifazo) salvo que alguien proponga alguna solución milagrosa, cosa que atendiendo a las opiniones vertidas hasta el momento, nadie ha planteado, entre otras cosas porque desgraciadamente en estos temas, los milagros no existen. (Cuarta. Decílo, Rogelio, decílo: “hay que aumentar las tarifas”)

Descartando entonces la variante irresponsable, es decir, dejar todo como está y marchar hacia el precipicio, (quinta banca del tarifazo) la otra alternativa es asumir los rigores de la realidad y actuar en consecuencia, (sexta, ya estás redundando) sabiendo de antemano que un gobierno no está solamente para dar buenas noticias (uy, que no lea esto Macri porque renuncia) y que su rol no puede reducirse a una suerte de animador de fiestas infantiles como parecen pensar el presidente Macri y algunos de sus colaboradores. (igual que lo era en campaña, cuando vos lo votaste y blanqueaste que lo harías. ¿Qué pensabas, que los globos, el bailecito y la imitación de Freddy Mércuri se los copió a Roosevelt?)

Admitamos que en un país inficionado de populismo, (cuarta vez que aparece la bestia negra en el texto, ahora como una enfermedad. Un sicólogo diría que tenés una obsesión con el tema) en un país donde funciona con la rigurosidad de un dogma religioso el principio de que lo extranjero es malo y lo nacional es bueno, los ricos son perversos y los pobres son santos y el Estado es milagroso y los privados son demoníacos, (como se ve que andás poco por Facebook últimamente) se hace difícil, o por lo menos muy complicado, imponer algunas lógicas que contraríen estos puntos de vista. (acá pasaste de Mao y Stalin a Braden, Rockefeller y Kissinger, sin escalas. Igual, no se entiende un soto que tiene que ver con el tarifazo)

Puede que en los países serios, ciertas políticas son asumidas como cuestiones de Estado, (¿cuáles países, qué políticas? Parecés un personaje de Capusotto ya) y tanto oficialistas como opositores asumen en conjunto los rigores que impone la economía, (claro, como en Europa, que gane quien gane todos aplican las mismas políticas, con los excelentes resultados conocidos, e inmensa aprobación popular. Séptima banca, ahora con apoyo en el ejemplo externo) pero convengamos que en toda circunstancia es el oficialismo el que debe cargar con los costos de las inevitables tareas desagradables de un gobierno. (y sí, esa es la idea de ser oficialismo: gobernar, y carga con los costos. Si te lo cruzás a Macri, decíselo despacito porque le puede caer mal) Lo que sí se le debe exigir a la oposición, es que sus argumentaciones sean consistentes, y que no confundan las legítimas tareas de control con la demagogia, (¿qué consistiría en...decir que Aranguren es un turro, o un inútil?) sobre todo cuando un sector importante de esa oposición fue el responsable de la crisis que estamos viviendo. (¿cuál es la idea, que la oposición no se oponga, que no hable hasta dentro de 12 años, así es en los “países serios”? Hablan los radicales todavía y nunca dejaron de hacerlo, imagínate)

Si se admite que los conflictos en las sociedades son inevitables (¿en serio, siempre y en todos lados hay grietas entonces, no son un invento del kirchnerismo?) y que los protagonistas participan de ellos reivindicando posiciones que consideran legítimas, no nos debería extrañar lo que está sucediendo con el tema de las tarifas, siempre y cuando se admita a continuación que el conflicto alguna resolución debe tener, (che ya aburre esto de que toda regla obvia tiene una excepción más obvia aun, tirá una idea que estamos bostezando) y esa resolución corresponde que sea producto de una decisión del gobierno porque y esto es necesario tenerlo presente- las sociedades, más allá de sus rebeldías y disconformidades, esperan que los gobiernos decidan (claro, para eso los votan. Contános mas) y se hagan cargo de las consecuencias de sus actos. (brillante, ni a Aristóteles se le habría ocurrido)

En el tema que nos ocupa, los dirigentes opositores más responsables (o sea, los que no se oponen a casi nada que haga el gobierno) admiten que el ajuste se debe hacer, (novena o décima banca al tarifazo) aunque observan a continuación que hay que hacerlo pagando los menores costos sociales posibles. (otra obviedad, en éste supermercado de obviedades) He aquí una argumentación correcta que, sin embargo, planteada como bandera de lucha se transforma en un recurso retórico, (y ahí vamos de nuevo: a la afirmación obvia le sigue una refutación más obvia aun ¿no tenías ganas de escribir cuatro renglones diciendo “Banco a Aranguren, vengan de a uno” y listo?) por no decir demagógico, salvo que alguien suponga a ciencia cierta que el gobierno está decidido, por vaya a saber uno que trastorno psicológico, a hacer sufrir a la gente. (cosa que vos supusiste del kirchnerismo, durante 12 años. ¿O es necesario que te recordemos las cosas que dijiste de “la señora?)

La observación es pertinente porque las actitudes compasivas son políticamente efectivas, porque en las sociedades de masas con vigencia de derechos adquiridos suele ser “productivo” presentarse como el titular de los buenos sentimientos (o sea que pese a los años de populismo somos "una sociedad de masas con vigencia de derechos adquiridos". ¿O será justamente por los populismos que lo somos?) y colocar al adversario en el lugar de quienes están privados de esa virtud. (Un párrafo completo de obviedades, bajo la pretensión de ser poco menos que Giovanni Sartori explicándonos las complejidades de la política. Igual, hace como tres párrafos que te fuiste a la mierda del tema concreto, estas vaguedades aplican para cualquier cosa, hasta una columna de modas)

Admitamos de todos modos que hay gente movilizada sinceramente por los valores de la compasión y la solidaridad, (y por los valores de las boletas del gas, la luz y el agua) pero el ejercicio de virtudes tan excelsas no puede ni debe ser una coartada para renunciar a los imperativos de la racionalidad y el realismo que se reclama para tomar decisiones. (o sea todo bien con los valores, pero a echarse pagando lo que el gobierno diga por los servicios. Van once ya) Raymond Aron, acosado en nombre de la compasión por colegas periodistas, decía, algo molesto, que no se puede estar diciendo disparates a cada rato en nombre delos buenos sentimientos. (Algo parecido pensaba Videla, mirá vos)

Ninguna de estas consideraciones libera de responsabilidades al gobierno, (o sea que todo lo anterior es al completo pedo, bien, más vale tarde que nunca el reconocimiento) todo lo contrario, ya que a la hora de decidir no se presenta una sola alternativa y corresponde a su talento y sensibilidad política tomar la iniciativa más acorde con las exigencias de los números, la técnica y las necesidades de la sociedad. (si corresponde a sus talentos y sensibilidad política, estamos en el horno) Decirlo es fácil, pero realizarlo es difícil, (por eso alguien dijo “mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar”, porque no es para cualquiera) sobre todo cuando los recursos son escasos, (eso se arregla gácil: que el campo y la minería vuelvan a pagar retenciones, y listo. Es doloroso sí, sobre todo para los dueños del diario, pero perfectamente racional) la oposición marca de cerca y la sociedad no está dispuesta a hacerse cargo de las malas noticias. (todo lo cual no debería ser un problema para “el mejor equipo de los últimos 50 años”)

Puede que el gobierno no haya comunicado bien la naturaleza del problema, pero no creo que el tema fundamental sea de comunicación, como dicen con insistencia quienes con las dudas y las tribulaciones del caso intentan apoyarlo o justificarlo.(como vos ponéle, toda esta sanata es una justificación velada del tarifazo) La cuestión de fondo son las decisiones que se toman: los aumentos, las variaciones que se implementan y la estrategia a desarrollar con los nuevos recursos que supuestamente se van a obtener. (sacarle plata del bolsillo a la gente para dársela a las petroleras, las transportistas y distribuidoras de gas y luz y por carácter transitivo, a Aranguren, Caputo y todos los amigos del presidente. De eso se trata, capo) Al respecto, debemos admitir que, como observadores, la información de que disponemos es escasa, (más que observadores, vagos: hay montón de información disponible sobre el tema. Igual, sanatear sobre crisis energéticas, diluvios y guillotinas con escasa información no habla muy bien de vos que digamos) motivo por el cual no conocemos las dificultades que se presentan, las resistencias que se generan y los intereses que se afectan. (pese a lo cual los describiste más arriba, que al pedo todo esto por favor) Supongo, quiero suponer, (con las “dudas y tribulaciones del caso”) que los funcionarios del gobierno han estudiado las distintas variantes y han tomado las decisiones que consideraban viables, (exacto: probaron, se mandaron con un 2000 % de aumento y la gente les demostró que no era viable) decisiones en las que seguramente estén presentes cuestiones ideológicas, hábitos culturales, (andar en remeras y en patas en la casa en invierno, por ejemplo) pero también preocupaciones de gobernabilidad, salvo que alguien crea que este gobierno es indiferente a las adhesiones populares o en nombre de un supuesto interés de clase se desentienda de las consecuencias sociales de sus decisiones. (pero no Rogelio, como se te ocurre, si los empresarios están preocupados porque arranquen con la reforma agraria y la expropiación de los medios de producción)

Los gobiernos que pretendan hacer honor a ese nombre se distinguen por su capacidad para resolver desde la política las situaciones difíciles, es decir, persuadir a la sociedad de que, como en la vida, ciertas decisiones son ingratas pero mucho más ingrato es eludir o postergar problemas que exigen soluciones eficaces. (o sea que para que el gobierno sea gobierno, debe ajustar. Ni Cavallo lo hubiera dicho mejor. Si Macri por fin se decir a rajarlo a Aranguren, ya tiene reemplazante)

Venezuela, en este sentido, es un espejo adecuado donde mirarse, en primer lugar porque la catástrofe social que hoy viven sus habitantes constituye una lección inolvidable, pero también porque para el kirchnerismo, el chavismo fue el modelo a imitar. (¿qué medidas concretas tomó en ese sentido, podrías precisar o es un comentario de comadre de barrio nomás?) Y no sería ni deseable ni justo que, para evitar correcciones cuya necesidad nadie desconoce, (novena o décima justificación del tarifazo) nos precipitemos a ese abismo, el lugar hacia donde marchábamos alegremente bajo la batuta y las flautas del populismo. (esto lo leímos en algún otro lado, ¿dónde era? Ah, sí, acá

(*) Las negritas son nuestras, el original acá.

4 comentarios:

  1. la pelotudez de Majul me sigue generando sonrisas, pero la hijaputez de Alaniz sólo logra extender la acidez y reflujos de mis tripas ad infinituum...

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  2. Rifle sanitario.
    El Colo.

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  3. Un pan de trotyl sería demasiado gasto en un objetivo tan poco relevante.
    El Colo.

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  4. Tres días de abstinencia de alcohol y listo: Internado en el Mira y López o La Merced, o bien difunto.
    Pero no es el único gordito glotón de guita- También están los impresentables de Carlos Delicia y Marcelo Garrido en Panamá invitados por La Tota.

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