lunes, 19 de diciembre de 2016

PELIGRO CHINO


Con escasa atención de los medios y de buena parte de la dirigencia política, se está desarrollando la discusión del reconocimiento o no de la Organización Mundial del Comercio (OMC) a China como economía de mercado; porque finaliza el período de transición tras el acta de adhesión del gigante asiático a la organización en 2001.

Todos los países miembros de la OMC (y entre ellos la Argentina) se verán forzados en breve a definir la postura al respecto en la votación que se avecina, y en nuestro caso el gobierno anticipó por boca de Cabrera (ministro de la Producción) que el voto sería negativo, en una postura coordinada con Brasil y respondiendo a las presiones de la UIA en general, y del gigante Techint en particular.

La cuestión reviste suma trascendencia por cuanto que los chinos sean o no considerados una economía de mercado bajo las reglas de la OMC determina las medidas que los países miembros pueden tomar contra sus exportaciones para proteger sus economías, como por ejemplo cuestionar o no sus costos de producción (si fuera una economía de mercado deberían darlos por válidos); y a su vez la decisión también impacta en nuestro modelo de desarrollo tanto por las restricciones históricas del mismo (la debilidad del proceso de sustitución de importaciones), como por las necesidades actuales de un gobierno que confió en la “lluvia de inversiones” y se vio forzado a esperar el monzón asiático; sin dejar de considerar que China es un importante destino de nuestra exportaciones agropecuarias, uno de los motores clave del modelo particular de desarrollo que intenta poner en marcha el gobierno de Macri.

Además de esas complejidades (que son las del mundo real, aunque no quizás del que imaginaban en “Cambiemos” para “volver) se suman las propias del contexto internacional: los chinos (la principal economía del mundo) se asoman a la posibilidad de una eventual crisis, su moneda se viene debilitando frente al dólar estadounidense con mucha mayor velocidad desde el triunfo de Trump, están padeciendo pérdida de sus reservas en divisas (lo que los ha forzado a establecer un “cepo” cambiario y limitar los giros de dividendos al exterior de las multinacionales que operan en China), y sus exportaciones a los EEUU están en su nivel más bajo desde el 2009 (tendencia que posiblemente se agrave por las medidas de la nueva administración yanqui); razón por la cual necesitan imperiosamente reemplazar mercados de destino para esa producción excedente que no pueden colocar allí.

En ese marco la Argentina vino administrando el ingreso de los productos importados de China al país en el marco del Decreto 1859/04 dictado por Néstor Kirchner, que establece un sistema de salvaguardas en el marco de las normas de la OMC y de las conclusiones de su Ronda Uruguay (aprobadas aquí por la Ley 24.425); con ciertas “flexibilidades” heterodoxas que quienes hoy gobiernan cuestionaron cuando eran oposición, por contravenir precisamente las normas de la organización matriz.

Según el artículo 1 del decreto, esas medidas de salvaguarda de la producción nacional podrán aplicarse cuando ... productos de origen de la República Popular China están siendo importados en tal cantidad y en condiciones tales que causen o amenacen causar una desorganización de mercado para los productores nacionales de productos similares o directamente competidores.”.

El propio decreto establece en su artículo 2 cuando se considera que existe “desorganización de mercado”: ....cuando las importaciones originarias de la República Popular China de un producto similar o directamente competidor al elaborado por la rama de producción nacional estén aumentando rápidamente, en términos absolutos o relativos, de forma que sea una causa importante de daño grave o amenaza de daño grave para la rama de producción nacional. La determinación de existencia de desorganización de mercado deberá basarse en factores objetivos, entre ellos, el volumen de las importaciones, el efecto de las importaciones sobre los precios de artículos similares o directamente competidores y el efecto de esas importaciones sobre la rama de producción nacional que produce productos similares o directamente competidores.

Los mecanismos de salvaguarda pueden funcionar dispuestos de oficio por el propio gobierno, o a pedido de sectores empresariales internos afectados por las importaciones chinas; y pueden consistir (de acuerdo al artículo 19 del decreto) en restricciones de carácter cuantitativo (fijar cupos o cuotas de importación), aumentar los derechos de importación (fijando derechos anti dúmping) o “Cualquier otra medida que disponga la Autoridad de Aplicación tendiente al retiro de concesiones o a la limitación de las importaciones.”.

Del mismo modo si bien las medidas denominadas “de salvaguarda definitiva” deben limitarse (según el artículo 20 del decreto) “...al período necesario para prevenir o reparar la desorganización del mercado para los productores nacionales de productos similares o directamente competidores que sufran un daño o amenaza de daño.”que no puede exceder de 3 años, también se contempla (artículo 23) la adopción de medidas provisionales “...en circunstancias críticas, en las que cualquier demora entrañaría un perjuicio difícilmente reparable,...”, y la posibilidad de prorrogar la medida “... siempre que se determine que la misma sigue siendo necesaria para impedir o remediar la perturbación del funcionamiento del mercado.”; lo cual deja un margen de discrecionalidad para administrar el comercio exterior proveniente de China, pero que –reiteramos- quienes hoy gobiernan cuestionaban en otros casos, por vulnerar las normas de la OMC.

Hablábamos antes de la posibilidad de que la presión importadora china con riesgo de daño para nuestra industria y producción se intensifique como consecuencia del giro en la política exterior de los EEUU, y el eventual cierre de su economía a las importaciones del gigante asiático. Pues bien, conviene en ese caso recordar que el artículo 25 del decreto de Kirchner permite la aplicación de las medidas de salvaguarda cuando se verifique una “desviación importante de comercio”, como consecuencia de “...una medida adoptada por la República Popular China u otro país miembro de la Organización Mundial de Comercio y aplicada a determinado producto originario de la República Popular China para impedir o remediar la perturbación del funcionamiento del mercado de ese miembro de la citada Organización,...”.

Así expuesto más o menos de que va el problema, no dejan de ser interesantes los contrastes y contradicciones que denota, y las complejidades del funcionamiento real del “mundo” que revela, a saber:

* La discusión sobre cómo y cuanto “abrirnos al mundo”, que Macri y su gobierno pretendieron dar por saldada, cuando es cada vez más evidente que hicieron una pésima lectura de cómo funciona éste realmente; y dentro de ello que pasa con la OMC, sus mecanismos de regulación del comercio exterior y lo que verdaderamente pasa allí con los países industrializados, que son los que más quejas reciben por adoptar prácticas restrictivas del comercio internacional.

* El mayor país comunista del mundo reclama ser reconocido plenamente como una economía de mercado, einterpela entre otros a un gobierno como el nuestro; que hasta el triunfo de Donald Trump en las elecciones de EEUU venía apostando fuertemente a los tratados de libre comercio impulsados por Obama y Hillary Clinton (TTP, TPP), justamente para contener la influencia de China en América Latina y el Pacífico.

* En ese trance, el gobierno de Macri y el de su par brasileño Temer vienen tejiendo una alianza para destruir concienzudamente el MERCOSUR cuando se plantean cuestiones como el pedido chino a la OMC que tornan más imperioso adoptar estrategias y posturas comunes, y fortalecer el bloque regional.

* Las presiones al gobierno para negarle a China el status de economía de mercado en la OMC vienen tanto de las Pymes (claro que con diferente poder de fuego) como de gigantes industriales como el holding Techint; con la diferencia de que en el segundo caso se protegen nichos muy específicos de negocios (como los tubos de acero sin costura), orientados a la exportación pero con posiciones monopólicas o ampliamente dominantes del mercado interno, que le permiten dolarizar los precios mientras tiene subsidiados los costos (como la energía); sin que el gobierno le exija a la multinacional de Paolo Rocca nada a cambio por apoyarla en sus demandas contra la penetración china.

* La cuestión china desnuda como pocas la incoherencia conceptual de un empresariado voraz y poco propenso a la inversión, que le reclama al Estado que intervenga para protegerlo de la competencia de productos del gigante asiático; al que le niega la condición de economía de mercado -entre otros aspectos- por pagar salarios de miseria; mientras en el mercado interno se queja de los altos costos laborales, y reclama “reglas de juego claras”, que consisten básicamente en retraer la participación estatal en la economía, y toda forma de regulación pública de las fuerzas del mercado.  

* El gobierno que vive abjurando de la “pesada herencia” se vio forzado a apelar (a pedido de los sectores empresarios, y en contra de sus propias convicciones que lo llevaron a abrir indiscriminadamente las importaciones) a lo largo del año de gestión de “Cambiemos” a los mecanismos de salvaguarda de la producción nacional heredados del kirchnerismo; aunque hasta sectores sensibles que ya han experimentado daños posiblemente irreparables. Como dato de color, acaban de establecer derechos antidúmping para la importación de globos chinos: ¿aplican acaso el “compre argentino” para un insumo crítico para la gestión de gobierno?

* Los sectores industriales que ya se están viendo como más afectados por las importaciones en general y las chinas en particular (lo que se denomina "sensibles") son los que el mismo gobierno definió en su plan de "reconversión productiva" como sujetos a "reconversión laboral" (es decir, que serán subsidiados para que despidan gente) y a una "apertura gradual"; porque se los da por "inviables". 

* Se ha dicho tanto sobre la necesidad de “construir políticas de Estado a largo plazo” a través del “diálogo y el consenso” para que el gobierno termine decidiendo en soledad y sin consultar a la oposición sobre un tema de tanta trascendencia para el país; que además encara una decisión crucial para su futuro habiendo disminuido considerablemente por las decisiones del gobierno de Macri (como la “vuelta a los mercados de capitales” y al ciclo de endeudamiento, o la destrucción del bloque regional) la “densidad nacional” de la que hablaba Aldo Ferrer.

1 comentario:

  1. Todo lo que ha hecho ha sido para conseguir dinero rápido pero a firmado tratados y negocios que se contraponen, no se complementan no suplementan son curros incoherentes, que le han dado no solo inestabilidad total a la economía haga lo que haga todo empeora , sino también a la política por su mala economía en vez de lluvia de inversiones le esta cayendo lluvia de reclamos y bloqueos comerciales.

    son unos satrapas que lo único que han visto es como juntar rápido plata, que no se sabe a donde fue a parar, y por la que están lloviendo quejas por compromisos implícitamente asumidos.

    Y se preguntan por que?????, como si fueran mas estúpidos que mi cheta, hablando tonteras en el senado.

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