viernes, 24 de marzo de 2017

ACADEMIA DE PERIODISMO "LUIS MAJUL" TE ENSEÑA A ENTREVISTAR PRESIDENTES


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No hay una sola manera de hacer una entrevista a un presidente. Y mucho menos si es el presidente de la Argentina, un país donde la grieta y los especialistas en hablar sin saber (Como vos) dominan cualquier discusión, (Claro, en Estados Unidos ponéle, eso de la grieta no pasa, y por eso la relación de los candidatos con lo medios es excelente, como lo pueden atestiguar Obama y Trump, sin ir más lejos) sin importar los argumentos. (“Adonde vamos no necesitamos argumentos” dice Durán Barba ¿no viste el video de Sturzenegger donde lo explica?) No hay una sola manera de hacerle una entrevista a un presidente, (Ya lo dijiste dos renglones antes) y menos si ese reportaje es para la televisión abierta, un medio que tiene reglas propias, en donde un gesto o una inflexión de voz pueden significar cosas muy diversas y contradictorias. (¿Y en que cambia si es para el cable, ponéle?)
El diálogo que mantuvo Mirtha Legrand con Mauricio Macri (Y Juliana Awada, y Antonia) generó una fuerte polémica por varias razones. (Más que nada porque Macri parecía empepado mal, y la mujer con un cóctel de Válium y Rivotril) Pero la discusión más interesante fue a partir de la columna de Ricardo Roa en Clarín de anteayer. (Ah ¿no fue por lo que dijo Macri cuando le preguntaron cuanto ganaba un jubilado?) Roa tuvo la audacia de pasar por alto la mirada prejuiciosa de "la corporación" periodística para asegurar que Mirtha había "sobreactuado". (Mirá vos, ahora a obedecer la orden de Magneto de pegarle a una empleada de su canal por hacerlo transpirar al presidente del gobierno que le viene favoreciendo todos sus negocios le llaman “audacia”) Dijo que la conductora funcionó como una votante de Cambiemos desilusionada. (Cosa que efectivamente es, y de allí el problema: si la entrevista se la hubiera hecho Cynthia García no pasaba nada) Recordó que Legrand se había adjudicado mérito en la victoria electoral de Macri. (Absolutamente ciertos, pero en ese entonces a Clarín le parecía bien, porque para eso le dieron pantalla: para que haga campaña a favor de Macri) Fue más filoso todavía cuando destacó el hecho de que la actriz usó la mesa familiar de la quinta presidencial de Olivos para interrumpir la conversación con el Presidente y la primera dama, Juliana Awada, con la lectura de publicidad no tradicional (PNT). (Un horror, algo que jamás se ha hecho en la pantalla del 13, en alguna novela de Pol Ka, ponéle) Roa informó también que el Presidente recibió a Mirtha sin libreto previo (Es que lee como el culo, por eso optaron por prescindir de papeles) y sin conocer por anticipado los temas a tratar (Ni por anticipado ni durante la entrevista, como se comprobó con lo de los jubilados) o la lista de preguntas, y recordó que eso era algo que casi siempre exigían Néstor Kirchner y también Cristina Fernández. (¿Y cuántas veces los entrevistó Roa a los dos, si se puede saber? Digo, para medir la credibilidad de la afirmación)
Nunca pudimos entrevistar a Cristina en su condición de jefa del Estado. (Una pena, le hubiera ayudado a ganar las elecciones del 2011 por amplio margen. Ah, no, pará...) La última vez que lo hicimos fue antes de 2003, cuando era senadora. La invitamos a La cornisa después de insistentes pedidos de Miguel Núñez, en la época en que el  kirchnerismo necesitaba exposición. (Deben haber estado realmente desesperados para caer ahí, como diría Mau de la escuela pública) Después, nos hicieron saber que ella no había quedado conforme, esperaba que se le concedieran más tiempo y un tratamiento más exclusivo. (¿Se quejó de la relación precio-servicio Luis?
 A Kirchner, como presidente, lo entrevistamos en dos oportunidades: la primera fue al cumplirse el primer año de su mandato; la segunda, más o menos, un año después. (O sea cuando todavía lo consideraban el Chirolita de Duhalde) Siempre se mostraba muy interesado en saber, por adelantado, qué era lo que le iban a preguntar. (Como Peña en el Congreso, que le mandan las preguntas por escrito antes) Durante los dos primeros años de su gobierno, Kirchner aceptó a regañadientes que no era propio de un jefe de Estado intentar condicionar así a un periodista. (Después maduró y se dio cuenta que los periodistas le chupaban un huevo. Una gran contribución tuya, Luis, hay que reconocerlo) De hecho, él mismo, cuando lo terminamos de reportear por primera vez como jefe del Estado, nos dijo que se había sentido algo incómodo, pero enseguida lo atribuyó a la falta de costumbre. (Lógico: no es cosa de todos los días estar frente a semejante pelotudo) El segundo diálogo público no tuvo un final feliz. Lo interrumpió de manera abrupta cuando le preguntamos por qué todavía no había cumplido su promesa de someter a control parlamentario los fondos reservados de la SIDE. (Una pena que no le hayás preguntado lo mismo a Macri, que hizo exactamente lo inverso: dio marcha atrás con la reforma de Cristina para que tuvieran control parlamentario) Fue la última conversación que nos concedió para la tele. (La última conversación, en general. Y la última factura de pauta, también. Por eso después fuiste a la justicia y la Corte te dio la razón, creando la Asignación Universal por Pelotudo, al obligar al gobierno a darte publicidad) También fue el principio de la ruptura de un vínculo que hasta entonces había sido respetuoso y fluido. (Ah, tu nostalgia por los fluidos presidenciales) La última vez que hablé en persona con él (¿Se cruzaron en un baño?) tuvo la delicadeza de anticiparme que no tenía ningún problema personal conmigo, pero que su estrategia política requería cortar cualquier tipo de vínculo profesional. (“No sos vos, soy yo, Luis”, te dijo) No fui el único "afectado" por esa decisión. Algo parecido hizo con muchos colegas a los que antes había recibido en varias oportunidades. (Tendrás que reconocer que mal no le fue al tipo, con esa estrategia)
Eduardo Duhalde, mientras ejerció la primera magistratura, jamás intentó sonsacar qué le iban a preguntar, tampoco lo hizo Fernando de la Rúa. (No es que tuvieran tampoco tanto tiempo de andar dando entrevistas. Igual, los ejemplos no hablan muy a favor de que no preguntar que les van a preguntar cuando los entrevistas sea algo que defina a un gran presidente) El pasado 12 de marzo el presidente Macri nos recibió en la quinta de Olivos junto a productores y camarógrafos. Delante de ellos, me preguntó cuántos minutos de aire pensaba darle a la conversación. (¿Y cuando no estaban que te preguntó Luis, si se puede saber? Pasa que estaba apurado por seguir rascándose los huevos en una reposera) Respondí que dependía del valor de sus respuestas. (El valor  de las respuestas suena muy parecido a la tarifa a cobrar por las preguntas. ¿Un fallido, Luis?) Nos aclaró que era para saber si debía contestar corto o largo, no pretendió averiguar sobre qué íbamos a hablar. (Claro, como si existiera la posibilidad de que se tocara algún tema riesgoso para él) Durante la nota, intentó dar por terminada su explicación sobre los casos de sospechas de corrupción poniendo todos los casos en una sola respuesta. (¿Qué dijo, “son temas de mi vida privada”, “Esas son cosas de mi padre, yo no tengo nada que ver” o “No alcanzo a entender cual es el problema?) Eludimos su intención con varias repreguntas. (Tales como “¿La nueva decoración del lugar fue idea de Juliana?”) Una sobre cada caso: el Correo, Avianca, Odebrecht, Arribas, su padre, su amigo Nicolás Caputo y su primo Ángelo Calcaterra. (¿Y como te fue con las re-respuestas, Luis, no creés que deberías contarnos?) Cumplimos lo que nos habíamos fijado antes del encuentro: ser incisivos, (Ah, o sea que ahora además de chupar, mordés) pero no irrespetuosos; (Una mordidita suave, digamos) no interrumpir, (¿Te decía “Seguí, Luis, no te detengas”?) dejar que termine de contestar; (Ah, ese tipo de interrupciones) hacer las preguntas que interesan a la mayoría de la gente (¿El color de sus ojos es natural o son lentes de contacto?”) y repreguntar. Consideramos que esto es lo mínimo que cualquier lector, oyente o televidente espera de un periodista. (Con vos en cambio, se conforman con bastante menos)
(*) Las negritas son nuestras, el original acá.

3 comentarios:

  1. Majulo: hacer de la pelotudez, virtud.

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  2. Pregunta seria, a ustedes que viven ahí: ¿hay gente enojada con Mirtha Legrand? Yo pensaría que lo que hizo no le juega en contra con el cíclico sino todo lo contrario, pero es una impresión nomás....

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  3. ¡Con el pûblico, no el cíclico! El corrector está loco.

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