Cada día que pasa del gobierno de
Macri trae nuevos estropicios al tejido social, económico y productivo del
país, lo que nos lleva a preguntarnos no ya como fue posible que ganara las
elecciones (para lo que existen explicaciones, o al menos se pueden ensayar), sino como el grueso de los
argentinos toleran esto.
Para uno y otro interrogante uno
se remite necesariamente a aquello de la “construcción de la subjetividad”, el
rol que juegan los medios en las percepciones sociales, la “posverdad” que hoy
está tan de moda; y en cualquier caso a un proceso sistemático de inversión del
sentido de las cosas; en el que nada es lo que parece, o lo que siempre se
supuso que era, de un modo tal que anestesia los sentidos de muchos, para
detectar las groseras contradicciones e imposturas. El discurso presidencial en el Congreso condensó -amplificadas- en minutos todas esas sensaciones Y si no veamos:
Hay gente que dice que para
terminar con la corrupción votó a un tipo que fue procesado por contrabando
para evadir impuestos y defraudar al fisco, y que una vez en el poder se
comprobó (o en todo caso lo supo más gente) que tenía cuentas no declaradas en
paraísos fiscales; y que después de conocido eso, decretó un blanqueo que
incluyera a sus familiares (pese a que el Congreso lo rechazó), eliminó todo
control la fuga de capitales, designó
nada menos que como jefe de los espías a un tipo que tiene cuentas secretas,
con depósitos hechos por una empresa que admitió haber pagado coimas; le condonó deudas multimillonarias con el Estado a una de las empresas de su familia, y le adjudicó todas las rutas aéreas que solicitó, a otra.
Se podría escribir un libro
reseñando los contrastes, contradicciones e incoherencia de los que dicen que
la obra pública debe dejar de ser sinónimo de corrupción, cuando vienen de esa
patria contratista que se viene enriqueciendo a costilla del Estado desde hace
más de 40 años, dejando sobres en los bolsillos en todo el trayecto.
Venían a “unir a los argentinos”
y “cerrar la grieta” y en teoría con eso sumaron votos, pero para poder
mantenerlos fieles necesitan practicar sistemáticamente el revanchismo
político, para ocultar que al mismo tiempo profundizan la grieta social: porque
además ahora resulta que la pobreza cero es inalcanzable, es una aspiración,
necesitamos 20 años para conseguirla y mientras tanto, tendremos que aceptar
que haya más pobres.
Macri dice que con su gobierno
“se terminó el tiempo de la ventajita”, mientras él y sus funcionaros baten los
récords de conflictos de intereses y los casos de gente que está de los dos
lados del mostrador al mismo tiempo, y genera negocios desde el Estado para su
empresas, las de su amigos, parientes, socios y favorecedores.
Celebran que “volvimos al mundo”
pero ignoran como funciona, le cierran las puertas a nuestros vecinos
culpándolos de todo lo malo que nos pasa, acumulan papelones diplomáticos y
comprueban amargamente que afuera, “en el mundo”, el blindaje mediático de que
gozan acá, no funciona; sea con un diario alemán, una periodista mexicana o la
cadena Al Jazeera.
Reemplazaron las cadenas
nacionales por los “timbreos” y la “cercanía y el contacto directo con la
gente, con los vecinos”, pero montados escenográficamente, rodeados de vallas y
con rigurosos controles policiales y de seguridad; y el presidente no sale a
ningún lado sin su micrófono de ambiente, como uno lleva el documento. Aunque últimamente parece que ni los "timbreos controlados" son seguros, y sus propios trolls están pidiendo en las redes sociales que hagan cadenas nacionales "para difundir los logros del gobierno".
Venden la promesa eterna de un
futuro mejor que primero era el día siguiente, luego el segundo semestre y
finalmente el día del arquero; pero cuando se impone la realidad concreta de
que estamos cada día un poco peor, nos dicen -como si fueran troscos- que es
necesario que toquemos fondo, para poder salir a flote; y que se están animando a hacer lo que nadie hizo, que es "construir futuro", a costa de hacer mierda el presente.
Del “Queremos un país en el que
todos progresen un poquito cada día” y “No te vamos sacar nada de lo que tenés” pasamos sin
escalas a enterarnos (por boca de ellos, que nacieron con la vida resuelta) que
lo que tenemos no nos lo merecemos, o es demasiado, artificial, insostenible o
superfluo; y tenemos que sentir culpa por tenerlo.
Mientras espiaban con Ciro James se
quejaban de Milani porque les tenía los teléfonos pinchados a todos para
carpetearlos, para una vez en el gobierno entregarle los servicios llave en
mano a Stiuso y sus muchachos, eximiéndolos de rendir cuenta del manejo de la
guita y reciclando su basura de pinchaduras de teléfonos, para perseguir
opositores.
Después de haber votado en contra
de la eliminación de las AFJP y a favor de un 82 % móvil para los jubilados sin
decir como lo iban a financiar, lanzan una “reparación histórica” supuestamente
pagado con los fondos del blanqueo, que después fueron a parar a otro lado;
mientras rifan el fondo de la ANSES, derogan la moratoria previsional, recortan la cobertura del PAMI en medicamentos e intentaron retocar para abajo la fórmula de movilidad.
Vagos consuetudinarios como Macri
se quejan de que “se ha perdido la cultura del trabajo”, o quieren precarizar los
convenios colectivos y los feriados convocándonos al sacrificio, mientras se
toman vacaciones a razón de un día de descanso por cada dos de trabajo, o por
ahí andamos.
Prometieron que en su gobierno "nadie sería perseguido por pensar distinto", pero el presidente avaló nada menos que desde el Congreso, las amenazas de muerte contra Baradel y su familia, dando un claro guiño para que los amenazadores entendieran que tienen zona liberada; y piden listas de los docentes que hacen paro mientras el periodismo servilleta hace gráficos en televisión abierta, al mejor estilo de los diagramas de Camps mostrando las "ramificaciones de las células subversivas".
Prometieron que en su gobierno "nadie sería perseguido por pensar distinto", pero el presidente avaló nada menos que desde el Congreso, las amenazas de muerte contra Baradel y su familia, dando un claro guiño para que los amenazadores entendieran que tienen zona liberada; y piden listas de los docentes que hacen paro mientras el periodismo servilleta hace gráficos en televisión abierta, al mejor estilo de los diagramas de Camps mostrando las "ramificaciones de las células subversivas".
Se dicen preocupados porque “hay
que generar empleos de calidad” pero son insensibles a los despidos que sus
políticas van dejando a su paso; y la “calidad” consiste en aceptar ser
flexibilizados, precarizados o explotados; incluso con subsidio estatal para
todas esas variantes, y arman campañas desde los call centers para quebrar una huelga docente con "voluntarios" ciudadanos que acepten trabajar gratis, o macartean sindicalistas díscolos.
Los que venían a “dar vuelta la
hoja y no mirar más al pasado” apelan como principal argumento para excusar sus
desastres a “la pesada herencia recibida”, y tienen más interés que nosotros
en volver al pasado, para reconstruirlo históricamente en la memoria social de los argentinos y crear el clima que les permita garantizar la impunidad
por las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.
Y si bien últimamente vienen perdiendo seguido la sonrisa
fotogénica y el espíritu de estudiantina del Cardenal Newman (tal como se pudo ver a un desencajado Macri en su discurso en el Congreso), con total naturalidad segregan,
marginan, maltratan, persiguen, encarcelan, censuran, hambrean, despiden, macartean, estigmatizan y recortan derechos a opositores políticos, trabajadores,
inmigrantes extranjeros, menores y cualquiera que se convierta a sus ojos en un
blanco móvil sobre el que disparar culpas.
Eso mientras ponen en práctica el mismo plan económico de la dictadura y ensayan una y mil formas oblicuas de justificarla intentando llevar la teoría de los dos demonios a la estatura de doctrina oficial del Estado, pero eso sí: acusándonos a nosotros de golpistas y desestabilizadores, y convocando a sus apoyos sociales a "movilizarse para defender la democracia".
Eso mientras ponen en práctica el mismo plan económico de la dictadura y ensayan una y mil formas oblicuas de justificarla intentando llevar la teoría de los dos demonios a la estatura de doctrina oficial del Estado, pero eso sí: acusándonos a nosotros de golpistas y desestabilizadores, y convocando a sus apoyos sociales a "movilizarse para defender la democracia".
Muy buen resumen sobre las contradicciones de este gobierno y su cinismo sin igual. Pero sigo sin comprender cómo ante tantas mentiras, ante tantos desengaños, sabiendo que hacen lo contrario a lo que prometieron, haya gente que lo sigue bancando y hasta lo volvería a votar. Es digno de un serio análisis sociológico este comportamiento.
ResponderEliminarAnónimo, hay muchos motivos, pero para una buena parte de ellos, es interesante leer "El Poder de la Agenda". Los muchachos son unos hijos de puta, pero no son improvisados.
ResponderEliminarHay no menos de un 25% de ciudadanos de este país y probablemente en el resto de latinoamérica y el mundo que votarían a hitler, menem, berlusconi, drácula, frankestein o cualquiera de los íconos de la derecha con tal de dar rienda suelta a su revanchismo de clase. Algunos hasta te dicen, que prefieren cagarse de hambre pero ver presa a la yegua...tienen tan moldeada su subjetividad que parecen perros pavlovianos que responden con ira y odio ante cualquier imagen de morochos, laburantes, peronistas, etc. Y todo fogoneado desde hace más de cuarenta años por el grueso de los medios masivos de desinformación y tráfico de ideología, que practican la más ramplona antipolítica. A pesar de todo eso, y con todo eso en contra ya hemos ganado antes y lo volveremos a hacer, por comprensión histórica y por voluntad política...
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