Por A.C.
En la conferencia en que presentó el Informe de Estabilidad Financiera 2017, Federico Sturzenegger, el presidente del Banco Central, refiriéndose a la inflación, sostuvo que “No vamos a cambiar la meta. La vamos a cumplir y se está trabajando para conseguirlo. Si no, no sería una meta”, “Y haremos lo necesario para que en los meses que faltan baje al 17 por ciento interanual”.
Habría que recordarle primero al Sr. Sturzenegger, que en el presupuesto 2017 elaborado por éste gobierno, la meta de inflación fijada era de entre el 12% y 17% anual. El 12% ya está entre nosotros en el mes de mayo, luego de un mes de abril donde se produjo un aumento de precios del 2,6% .
Y el 17% que sostiene va a conseguir, que es el máximo fijado por él mismo a principios de año, luego de cumplido un cuatrimestre resulta una meta sencillamente imposible de alcanzar. No solo por el nivel inflacionario ya generado durante éstos cuatro meses -lo mida quien lo mida-, sino porque al marco de un proceso inflacionario desatado, con traslado a precios cotidianamente, hay que sumarle el desorbitado aumento de las tarifas de los servicios como luz, agua y gas.
Solo tomando en cuenta los incrementos tarifarios ya previstos en los servicios de aquí a fin de año, y resultando costos que integran la producción y la comercialización de bienes, la continuidad del aumento de precios como consecuencia del incremento de tarifas es irreversible.
Excepto que se dejaran sin efecto los aumentos tarifarios. Una cuestión que parece muy difícil, si se observa quienes son los beneficiarios de esa enorme transferencia de dinero y la participación en esas empresas de los principales funcionarios del gobierno de Macri. El presidente incluído, a través de su testaferro Caputo y sus negocios con Midlin, es decir EDENOR. Y sumado a las tarifas, los formadores de precios siguen actuando impunemente con incrementos de precios permanentes, que en el caso de los alimentos, muestran un porcentaje de aumento muy superior a los índices generales publicados.
Por éstas indiscutibles razones, las consultoras amigas del gobierno y el propio FMI, proyectan una inflación anual muy por encima del 17%, meta que irracionalmente Sturzenegger promete públicamente cumplir.
Naturalmente, en público Sturzenegger intenta mostrar calma y contagiar confianza en su gestión, pero la calma y la confianza en el presidente del Banco Central no solo se perdió en el mercado, sino también en el propio gobierno, para quien Sturzenegger comienza a ser difícil de sostener.
En su estrepitoso fracaso para contener la inflación, que en el 2016 superó el 41% (la inflación más alta de los últimos 25 años) y con una presión sobre los precios que no cede en éste 2017, Sturzenegger se mantiene en la vetusta receta monetarista de secar la plaza de pesos.
Ignorando los demás factores de la economía e integrando una gestión que deja actuar libremente a los formadores de precios, el presidente del Banco Central, para retirar pesos de circulación emitió Letras del Banco Central (Lebac) en un volumen sideral, letras que hoy superan los 700 mil millones de pesos. Para dimensionar ésta disparatada emisión de Lebacs, basta señalar que éstas letras hoy superan la base monetaria, es decir la cantidad de pesos en circulación.
Como ya se dijera anteriormente, no alcanzan las reservas netas del Banco Central para cancelar ésta deuda en letras si los tenedores -principalmente bancos- decidieran no renovar las letras a su vencimiento y exigir su cobro. Por eso, son los Bancos quienes imponen el interés para renovar las letras, y Sturzenegger en su fundamentalismo monetarista, sigue obligando al país en intereses impagables, como ocurrió esta semana, en que el Banco Central volvió a subir la tasa de Lebac, ahora a un 25,50% anual.
Un interés demencial, que elimina cualquier posibilidad de inversiones productivas. ¿Quién arriesgaría un capital instalando una fábrica, si puede obtener con ese capital más del 25% de interés por año sin moverse de su casa?
La emisión descontrolada de Lebacs y el altísimo interés en pesos que debe ofrecerse a los tenedores para evitar el colapso, permiten la ya reiteradamente explicada bicicleta financiera: cambiando dólares por pesos, comprando con esos pesos Lebac, cobrándolas a su vencimiento junto con el alto interés en pesos, y volviendo con ese dinero a comprar dólares. Se obtiene así un altísimo interés en dólares imposible de obtener en ningún otro mercado del mundo..
Mientras ésta es la realidad innegable, Sturzenegger en su conferencia manifiesta que “no piensa que las decisiones de la política monetaria de los últimos meses hayan vuelto más rentable especular que producir en el mercado interno” y que “no hay especulación ni bicicleta y que la deuda del organismo en Lebacs no es preocupante”. Federico alucina.
Y por eso es difícil de sostener.
En Pagina 12 de hoy,Dellatorre sostiene que la deuda por lebacs es más. Dice que llega a 900.000 millones. Así que el panorama es todavía peor.
ResponderEliminarhttps://www.pagina12.com.ar/39133-plan-monetario-contractivo-danos-expansivos