A diferencia de la mayoría de los distritos del país, en
Santa Fe habrá efectivamente competencia interna en las PASO en los principales
espacios políticos; y salvo el caso del armado de Agustín Rossi (claramente
referenciado en CFK y con clave nacional decididamente opositora a Macri), los
alineamientos parecen hechos más pensando en las elecciones provinciales del
2019, que en las nacionales de éste año; tanto en los que juegan, como en los
que decidieron quedarse al margen (Perotti y Bonfatti por ejemplo).
Hasta la propia fractura de la UCR encabezada por Corral
parece más un intento radical de conseguir en “Cambiemos” lo que el socialismo
que hegemoniza el Frente Progresista nunca quiso concederle (que el candidato a
gobernador fuera un radical), que un alineamiento incondicional con el gobierno
de Macri: si el nuevo experimento neoliberal fracasa, los radicales (al mejor
estilo del pragmatismo peronista) ya encontrarán la forma y la oportunidad de
despegarse de él, como si no lo hubieran alentado desde el principio, y
sostenido en su desarrollo. Claro que no les será fácil, porque fueron dejando las pezuñas por todos lados.
En el FPCyS y más
allá de la fractura de la UCR provincial, apareció sobre el filo del cierre la
lista de los radicales disconformes con el modo como los trata el socialismo
(que tienen en eso un punto de contacto con Corral), eligiéndoles los
candidatos como viene pasando desde 2007; cuando Binner descartó a Fascendini
(elegido por la convención provincial de la UCR) para imponer a Griselda Tessio
como su candidata a vicegobernadora.
Ahora le arman una interna a Lifschitz que ante la
negativa de Bonfatti de arriesgar su capital político en elecciones de
resultado dudoso, impuso a un candidato (Contiggiani) que más allá de su origen
radical, ni fue propuesto por el partido, ni perteneció nunca orgánicamente a
él como dirigente o candidato. Como se ve, aunque los años pasen y los
protagonistas roten, hay ciertas prácticas arraigadas en la alianza que
gobierna la provincia desde hace una década.
El otro dato novedoso que arrojó
el cierre de listas es (por raro que parezca) el ocaso electoral del
socialismo, al menos a juzgar por las listas: desaparecido del escenario hasta
2019 Bonfatti (presidente del partido a nivel nacional, y su principal carta
electoral), Binner -a quien se le vence el mandato como diputado- fue
definitivamente jubilado tras el fracaso de la campaña por la tijerita hace dos
años, y Alicia Ciciliani que está en la misma condición (política, no de salud) porque se le vence el mandato aparece recién en el tercer lugar de la lista, en zona de riesgo electoral.
Paralelamente en Rosario (el
principal baluarte del socialismo) la lista “oficial” para concejales será
encabezada por Pablo Javkin, un ex UCR y ex ARI (o ex Carrió, para ser más
precisos); mientras que en Santa Fe tuvieron que jugar a Jatón, estrenado en la
política hace apenas dos años como senador provincial, y sin trayectoria previa
ni en el partido de la rosa, ni en ningún otro. ¿Acaso el agotamiento
(biológico y político) de la “nomenclatura partidaria” que tanto denostró el
expulsado Rubén Giustinianni ya no se puede ocultar?
En “Cambiemos” los acuerdos
construidos desde la Rosada con Corral (el hombre de Sanz en Santa Fe) pasaron
por encima incluso de los que le pusieron el cuerpo al experimento del PRO en
la provincia; comenzando por las campañas de Del Sel y siguiendo por los
“timbreos” de Marcos Peña, ya en tiempos de Macri presidente, como Angelicci o
López Molina.
Tanto es así que el segundo en la
lista es Luciano Laspina que de santafesino lo único que tiene es el lugar de
nacimiento (acaso un canje de prisioneros con Alvarito González, que partió
desde acá a depredar comarcas porteñas, hace años ya), y entró al Congreso por
la ventana, tras la renuncia de Miguel Del Sel a su banca para irse a Panamá, y
de allí a Midachi.
Y por si bastaran evidencias, el
armado de Peña en la provincia detonó la lista opositora de Boasso, que con
todo el derecho del mundo puede reclamar ser el titular de los derechos de
autor de la movida radical en Gualeguaychú: fue el primer radical que se jugó
por Macri en Santa Fe; vaya el ejemplo para los que suelen decir que el
kirchnerismo paga mal a sus fieles. Eso sí: en el cierre de listas obtuvo el
calificado aval de Usandizaga, lo que seguramente levantará un montón su
intención de voto.
La interna del massismo santafesino
es tan grotesca como su construcción, de la que ya se marginó el funcionario
macrista de ARSAT Oscar “Cachi” Martínez. Tanto, que podríamos decir que en la
competencia interna, la lista más seria es la de Amalia Granata. Digresión: los
que suelen poner a Santa Fe como un ejemplo en el país de equilibrio,
alternancia política y calidad institucional tendrán que explicar alguna vez
como es al mismo tiempo uno de los distritos más permeables al aterrizaje de
figuras mediáticas sin ningún compromiso o definición política previos.
En el PJ se registró la luz fugaz
aparición de Oscar Schmid de la CGT nacional, que pasó, vio la puerta abierta
en la sede partidaria de calle Crespo y se mandó para anunciar en compañía de
Reviglio una candidatura que duró menos que la de Sanz a presidente, o que la
presidencia del Adolfo de la que el ex gobernador fue ministro. ¿Será mufa el
hombre? Sin embargo, alcanzó para que los senadores de la Fapnelco le soltaran
la mano a Olivera, provocando su salida de la conducción del partido
provincial.
Pero volvamos a Schmid: ¿En qué
cabeza cabía que en el año en el que le coparon el palco y le destrozaron el
atril, puteándolo a coro por no animarse a ponerle fecha a un paro contra Macri
el tipo podía acumular políticamente al punto de ser una alternativa electoral,
en una provincia atravesada por conflictos sindicales en los que la CGT brilló por su ausencia, y en la que nunca
tuvo trabajo territorial? Solo pudo concebirse tal idea desde la perspectiva de
un “gordo” (en sentido amplio), incapaz de ver aun su propio ombligo.
Incluso los sindicatos
santafesinos que se definieron políticamente se habían jugado ya por las otras
dos listas que competían en la interna (luego apareció una tercera, la de los
devotos de María Eugenia Bielsa); o sea que el fallido anuncio de Schmid ni
siquiera pudo imantar apoyos sindicales.
A diferencia de lo que ocurrió en Buenos Aires, en Santa Fe no hubo discusión sobre una lista de unidad, o que fuera cada uno con su propio sello: el congreso provincial del PJ resolvió que lo harían todos bajo su paraguas, habilitando las PASO para resolver las diferencias. Sin embargo, los armados de las dos listas principales que competirán en agosto (el bielsismo residual es siempre un misterio, como su fundadora) replican en buena medida la lógica con la que se bifurcó el peronismo en la PBA.
La lista de Agustín Rossi (que también se llamará “Unidad Ciudadana”) parece hecha en espejo con la de CFK, o armada con los mismos criterios: sumar mujeres para hacer realidad la paridad de género, y conjugar la representación territorial (va el presidente comunal de Chovet, por ejemplo) con la renovación de nombres, y la apertura a los sectores sociales golpeados por las políticas del macrismo; como científicos, dirigentes sindicales, representantes del movimiento cooperativo o las Pymes, referentes de organizaciones sociales y activistas de los derechos humanos.
A diferencia de lo que ocurrió en Buenos Aires, en Santa Fe no hubo discusión sobre una lista de unidad, o que fuera cada uno con su propio sello: el congreso provincial del PJ resolvió que lo harían todos bajo su paraguas, habilitando las PASO para resolver las diferencias. Sin embargo, los armados de las dos listas principales que competirán en agosto (el bielsismo residual es siempre un misterio, como su fundadora) replican en buena medida la lógica con la que se bifurcó el peronismo en la PBA.
La lista de Agustín Rossi (que también se llamará “Unidad Ciudadana”) parece hecha en espejo con la de CFK, o armada con los mismos criterios: sumar mujeres para hacer realidad la paridad de género, y conjugar la representación territorial (va el presidente comunal de Chovet, por ejemplo) con la renovación de nombres, y la apertura a los sectores sociales golpeados por las políticas del macrismo; como científicos, dirigentes sindicales, representantes del movimiento cooperativo o las Pymes, referentes de organizaciones sociales y activistas de los derechos humanos.
Un caso particular es el de
Patricia Mounier, secretaria general del SADOP y tercera en la lista: mujer,
sindicalista y docente, además de unir en sí las luchas del “Ni una menos” y
contra los recortes en educación, le suma la larga pelea de su propio sindicato
por conseguir en la provincia una ley contra los despidos arbitrarios; cuyo
principal escollo fueran justamente algunos de los senadores que hoy impulsan
la candidatura de la ex jueza Rodenas.
Del otro lado y al igual que
sucedió en la PBA, la lógica del armado parece estar enfocada más en “cerrarle
el paso” al kirchnerismo al control del PJ provincial (algo que no está en
disputa, al menos en ésta instancia), que en aportar a una estrategia opositora
a Macri. Habrá que ver incluso cuantos de los que estuvieron en el lanzamiento
de Rodenas protagonizan su campaña, y desde que lugar. El Movimiento Evita por lo pronto, ya se bajó.
El indulto al sector de UPCN que
fugó al macrismo en el 2015 (posibilitando los triunfos de Lifschitz en la
provincia, y de Corral en la ciudad) se extendió a concederle el segundo lugar
en la lista detrás de la jueza; lo que genera la duda respecto a si el resto
del “peronismo no k” santafesino está tomando distancia a priori de una posible
derrota en las PASO y por eso no se compromete con la lista, o admite implícitamente que no tenía derecho a reclamar
para sí ese lugar en función de su desarrollo político previo.
Rodenas se estrenó en la arena
política haciendo pucheritos porque Rossi (dice) pretende atribuirse en Santa
Fe el monopolio de la oposición a Macri desde el peronismo; lo que recuerda
berrinches parecidos ante Cristina del peronismo “dialoguista” estilo Urtubey,
Pichetto y Bossio, o del peronismo silente estilo Randazzo: si hasta el día
anterior era jueza y por ende no podía opinar de política ni participar
activamente de ella, no puede pretender que la identifiquen desde ese lugar, ni
como opositora ni como adherente al gobierno de Macri, o a ningún otro.
Y lo mismo cabe para los senadores provinciales del PJ, principales
impulsores de su candidatura: si hasta ayer la política nacional les chupaba un
huevo porque estaban concentrados en defender sus quintitas locales sin hacer
olas (¿o acaso alguien los registra en la línea de defensa de los santafesinos
y santafesinas agredidos por tarifazos, despidos y cierres de empresas?), y
llevan segundo en la lista a un candidato que en 2015 (año de la elección que
depositó a Macri en la presidencia) compitió en Santa Fe con los colores del
PRO, no pueden pretender ahora que se los considere una referencia para los que
no les gusta Macri, aunque sean los que tampoco la quieren a Cristina.
Agustín Rossi no se atribuyó el monopolio de nada; en todo caso dijo lo suyo desde el principio (que es lo mismo de siempre, porque estuvo parado siempre en el mismo lugar), y suplió un vacío de representación para los que desde Santa Fe y desde el peronismo quieren frenar a Macri y sus políticas. Si otros se suman a esa idea, aunque sea desde otro lugar en las PASO del PJ o aunque recién hayan llegado a la política, bienvenidos sean.
Agustín Rossi no se atribuyó el monopolio de nada; en todo caso dijo lo suyo desde el principio (que es lo mismo de siempre, porque estuvo parado siempre en el mismo lugar), y suplió un vacío de representación para los que desde Santa Fe y desde el peronismo quieren frenar a Macri y sus políticas. Si otros se suman a esa idea, aunque sea desde otro lugar en las PASO del PJ o aunque recién hayan llegado a la política, bienvenidos sean.
La lista de Rodenas y Salame,tiene que salir con un nombre impactante: Los payasos de De Sel.
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