lunes, 17 de julio de 2017

CONFESIONES DE INVIERNO


Hizo punta Marcos Peña, con el ingenioso truco de proyectar a todo el país los votos que obtendría Cristina en la provincia de Buenos Aires para decir que "representará una expresión minoritaria", como si se tratara de elecciones presidenciales, pero en realidad con otro propósito: disimular una derrota frente a ella, allí donde efectivamente compite, y votan el 38 % de los argentinos.

Después lo siguió Majul, en su inimitable estilo, diciendo el viernes pasado desde las páginas de la tribuna de doctrina que Macri debería "hacer lo que hay que hacer" (parafraseando al eslogan de campaña del gobierno), aunque pierda las elecciones. Es decir, profundizar igual el ajuste, aun con un urnazo en contra.

Lo malo es que la reflexión no le corresponde (empezando porque Majul está incapacitado para cualquier cosa cercana a una reflexión, para terminar en que él mismo ya no se corresponde: al ponerle precio lo compraron, y bastante caro por cierto), sino que expresa el pensamiento íntimo de la "mesa chica" del PRO: la audaz idea de escindir democracia, elecciones y voto de plan económico, intereses atentidos o lesionados, ganadores y perdedores. 

Tal es el verdadero significado de "Haciendo lo que hay que hacer", que de profundizarse aun tras una derrota electoral del oficialismo solo presagia mayores tensiones sociales y políticas, a un punto que hasta la misma decisión de reprimir las protestas se torne inviable. Es decir, una elaboración de gabinete que trata de "llevar tranquilidad a los mercados" y evitar una corrida post electoral del dólar, y una estrategia política más fácil de decir que de llevar efectivamente a cabo.

La etapa de los "sinceramientos" siguió ayer en las respectivas columnas de los hermanitos de Papel Prensa, Eduardo Van Der Kooy en Clarín y Joaquín Morales Solá en La Nación; esta última la que nos aporta la imagen de apertura del post. 

Bajo el revelador título "Del optimismo al miedo", el holandés deslizaba que "La sociedad viene perdiendo confianza en el Gobierno. Es difícil establecer una razón exacta del descenso. Se combinan cantidad de factores. Se trata de un rompecabezas difícil de compaginar para Cambiemos. Se trata, además, de una dificultad en el momento en que despega la campaña electoral. La valoración política del propio trabajo de Isonomía y los estrategas oficiales, coincidiría en que el Gobierno se encamina hacia las PASO en un estado de cierta fragilidad." .

Y agregaba éste párrafo fundamental: "Lo que no queda en claro todavía, más allá de la nueva moderación, es si el Gobierno se ha tomado un tiempo para planificar el día después de los comicios. Es verdad que los resultados serán determinantes. No es menos cierto que en cualquier alternativa, victoria o derrota, requerirá de alguna estrategia para continuar. En el primer caso, para progresar con reformas de fondo que ayuden a recuperar la economía y no apague el porcentaje de expectativas que conserva en la sociedad. En el segundo, para garantizar la gobernabilidad y cumplir, quizás, con su papel de gobierno de alternancia o de transición.". (las negritas son nuestras) 

Es decir entonces que son los propios plumíferos mayores del régimen los que están diciendo que la elección ingresó en una zona de riesgo, que la apuesta a la polarización con Cristina pudo haber sido un error, y -lo más importante- que el gobierno afronta la elección con la disyuntiva de hierro para Macri de ser Menem (prolongando por más años su proyecto político), o De La Rúa, languideciendo en la intrascendencia aunque concluya normalmente su mandato. O algo peor.

Pero vayamos a Morales Solá y el párrafo que subrayamos en la imagen de apertura: después de meses de darla por muerta y sepultada, condenada al ostracismo y la cárcel, toman nota de que Cristina sigue allí, de pie, acaso fortalecida por toda la artillería pesada que descargaron contra ella. También ayer mismo la tribuna de doctrina titulaba en tapa con perplejidad "La corrupción domina el inicio de la campaña, pero no garantiza votos".

Después de una semana en la pasó la represión en Pepsico y Bullrcih y Vidal administraron maccartismo en dosis homeopáticas descargando en la izquierda el peso de los cierres de empresas (y palazos en las cabezas de los despedidos, en dosis no tan homeopáticas), Morales Solá parece llamar a filas, pidiendo que se dejen de boludear con perseguir fantasmas: el peligro es Cristina, porque es la única con el volumen electoral suficiente como para propinarle al gobierno una derrota contundente y categórica, y "frenar en seco el programa político y económico de Macri", en las propias palabras de Joaco. Los demás -la izquierda incluida- son parte del cotillón electoral, o de esquemas diversionistas para dividir el voto opositor, y facilitarle las cosas al gobierno.

El resto de la columna de JMS es poco menos que inverosímil, a punto tal que se pregunta que hicieron los demás opositores (sobre todo el peronismo) para que Cristina permanezca en pie, cuando la cuestión está en lo que no hicieron: oponerse con decisión a Macri, desde el primer minuto.

Ahora, a la hora de los "tejidos grasos" y 19 meses después, descubren el agujero del mate: solo aquél que se plantase firme y consecuente frente a políticas que ya se han ensayado antes en el país (con los desastrosos resultados conocidos) podría perfilarse como una auténtica alternativa, y canalizar el repudio social a esas políticas. Incluso de los que votaron a Macri, y están arrepentidos de haberlo hecho.

Y es justamente allí donde la constatación de Morales Solá se vuelve útil para nuestra estrategia de campaña: todo aquél que expresa su enojo, su bronca o su decepción con Macri, su gobierno, su política y sus resultados desde el lugar de haberlo votado en el 2015 (en primera vuelta o en el balotaje) y quiera ponerle un freno para obligarlo a retroceder y cambiar, debe votar a Cristina; o a las listas que en el interior expresen las mismas definiciones políticas, como la que acá en Santa Fe encabeza Agustín Rossi.

El resto es tirar el voto en alternativas que al gobierno no le hacen ni cosquillas, o poco le preocupan; porque sabe que más tarde o más temprano le aportarán "gobernabilidad", o por lo menos eso cree ahora. Porque cuidado con perderse éste detalle: no solo con Macri hay decepción, sino con buena parte de la oposición que hizo posible que llegara hasta acá. 

Como dijo alguien en Twitter la única forma de que se pueda decir "Perdió Macri" es diciendo "Ganó Cristina", o los que plantean y expresan lo mismo que ella.

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