Sobre el proyecto presentado en
Diputados por el Frente Renovador para regular el funcionamiento del expendio
de combustibles en el mercado interno, leíamos ayer en El Cronista: “La idea primordial de la nueva
normativa es evitar la integración vertical y brindar una mayor libertad a
los dueños de estaciones de servicio. El proyecto surgió el año pasado, tiene
el número 5419 en la Cámara baja y está firmado por legisladores nacionales del
massismo, como Liliana Schwindt, Azucena Ehcosor, Horacio Alonso, Monica Litza
y Carlos Selva, y la kirchnerista Emilia Soria. Lo impulsan la Confederación de
Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines (Cecha), que agrupa a los
dueños de estaciones de servicio, junto al Sindicato de Obreros de Estaciones de
Servicio, GNC, Garages, Playas de Estacionamiento y Lavaderos (SOESGyPE), que
conduce Carlos Acuña, uno de los tres jefes de la Confederación General del
Trabajo (CGT).
Aunque algunas petroleras ya plantearon inquietudes y
propuestas para retocar el proyecto, la más perjudicada será YPF. El
artículo 3 de la norma establece: "Las empresas petroleras, distribuidoras
mayoristas o importadoras de combustibles para uso automotor que operen como
proveedoras de comercializadores mayoristas o minoristas sólo deben realizar
ventas de combustibles a consumidores directos hasta 15 % de sus ventas totales
en el mercado interno".
En la práctica, una fuente del sector explicó que este
punto toca de lleno el negocio Downstream (refinación y comercialización) de
YPF, ya que los obligaría a dejar su red propia de estaciones de servicio,
Opessa, o abandonar las ventas mayoristas al transporte público.” (las negreitasd
son nuestras))
Tal como se advierte en la misma
nota, el proyecto es -por decirlo suavemente- un completo disparate, que afecta
de lleno los intereses de la petrolera estatal: su red de estaciones difundida
a lo largo de todo el país es consecuencia de años de inversión
(fundamentalmente antes de su privatización en los 90’ ), y de prosperar la
iniciativa la obligarían a desinvertir desprendiéndose de activos, y
disminuyendo sensiblemente su facturación (de la cual más del 60 % proviene de
ese segmento), sus ingresos genuinos y su flujo de caja.
Lo que afectaría sus resultados
operativos (agravándolos más aun por encima de los muy malos números que exhibe
desde que gobierna Macri), y en consecuencia su posibilidad de financiar
inversiones para sostener y ampliar la producción de gas y petróleo sin
endeudarse, y sin depender exclusivamente de las ventas de petróleo, gas y
combustible al mercado exterior; cuestiones todas a tener en cuenta
precisamente cuando el macrismo esté tratando de vaciar a YPF a fuerza de
sobre-endeudarla,, y haciendo caer las ventas en el mercado interno como
consecuencia de sus políticas económicas.
Por otro lado el proyecto tampoco
garantizará que haya una mayor competencia que provoque una baja en los precios
de los combustibles al público: de hecho y aun con aumentos, los de YPF siguen
siendo los más bajos del mercado, justamente como consecuencia de su
integración vertical (que el proyecto propone desmembrar) en toda la cadena de
producción, refinación y comercialización, desde el pozo hasta el surtidor.
Como se dijo, una operación de
carnicero en lugar de una regulación inteligente de la cadena de
comercialización, que opere sobre los márgenes de rentabilidad de sus
diferentes eslabones para no perjudicar en exceso a los estacioneros, ni a los
consumidores en los precios finales; pero tampoco a la petrolera manejada por
el Estado nuevamente desde el 2012.
Uno de los efectos positivos de
la expropiación dispuesta durante el gobierno de Cristina fue justamente que
YPF recuperar su cuota de abastecimiento al mercado interno (aun por debajo de
sus niveles históricos) y sus niveles de facturación por esa vía, para
financiar con recursos propios un plan de inversiones que permitiera aumentar
la producción.
Si el proyecto prospera y no
aparece nuevos jugadores en el mercado (algo poco posible, por el nivel de
inversión que se exigiría, pues YPF tampoco regalaría los activos de los que se
debería desprender, a menos que esa sea justamente la idea), las principales
beneficiadas serán sus principales competidoras; que podrían perfectamente
subir sus participaciones actuales en ese segmento del mercado, y aun así estar
dentro del nuevo tope que se impondría: Axion y Shell, agradecidas, ni
Aranguren se atrevió a tanto.
Lo curioso es que no hubo un
proyecto similar del bloque de Massa para regular otras situaciones de posición
dominante en el mercado como las de Techint, Aluar, Acindar, Arcor o Molinos
Río de La Plata: por el contrario, y en relación a estos últimos casos prefirió
salir a juntar firmas para conseguir que baje el precio de los alimentos.
De más está decir que tampoco
presentó ningún proyecto similar contra
los bancos que resisten desprenderse de Prisma (la empresa que maneja el
comercio electrónico en el país), o contra Telecom. o el Grupo Clarín por la
reciente fusión de la telefónica con Cablevisión para controlar el mercado de la
comunicación audiovisual, la telefonía fija y móvil y la prestación de
servicios de Internet.
Por algo será.
Le encargaron un mandado al cadete Massa (YPF tiene que desprenderse de activos) y enseguida mandó el proyecto. El empleado del mes de Macri.
ResponderEliminarA ver quienes son los energúmenos que votan el certificado de defunción de YPF.
El Colo.
Cada vez menos gas. Primer trimestre de 2017 con la peor caída desde 2013.
ResponderEliminarhttp://www.oetec.org/nota.php?id=2575&area=1