Alejandra Gils Carbó resiste el intento de Macri de
echarla de su cargo con una dignidad que ya quisiéramos ver en muchos
dirigentes políticos y sindicales, en estos tiempos de oprobio. Otra vez -y
van- una mujer dando el ejemplo, y marcando el camino.
Macri no ocultó jamás su
intención de desplazarla, aun desde antes de asumir como presidente; y desde
entonces nunca cejó en su empeño: intentó modificar la ley del Ministerio
Público y aplicarle retroactivamente la reforma (que no cuajó en el Congreso)
para privarla de sus fueros, de su inmunidad y acotar temporalmente su mandato,
llevándose puesta la autonomía funcional que a su cargo le reconoce la propia
Constitución Nacional.
La acusan (Macri, sus
funcionarios, los dirigentes del oficialismo y los medios adictos al régimen)
de militar para el kirchnerismo en tanto forma parte de “Justicia Legítima”, y
de favorecer a los dirigentes K que enfrentan causas por presuntos hechos de
corrupción. Las pruebas -en tiempos de “posverdad”- te las debo, como diría el
presidente.
Omiten que no se encuentra
vigente el nuevo Código Procesal Penal de la Nación aprobado por el Congreso en
el gobierno de Cristina (que pone el peso de las investigaciones exclusivamente
en manos de los fiscales del Ministerio Público), precisamente porque Macri
pospuso su aplicación por DNU, dejando subsistente el viejo Código donde los
jueces son los que instruyen las causas, excepto que opten por delegar la
instrucción en los fiscales.
Gils Carbó dictaminó en contra
del tarifazo del gas y de la aplicación del “2 x 1” a los genocidas procesados en
causas por delitos de lesa humanidad, y a favor de la libertad de Milagro Sala.
Desde que asumió sus funciones en
2012 creó unidades especiales de la Procuración para combatir la violencia
institucional, el narcotráfico, la trata de personas, la violencia de género,
el lavado de dinero, los delitos económicos y contra la seguridad social, y las
causas de lesa humanidad: todos dramas acuciantes de nuestra sociedad, que en
muchos casos debemos a los amigos y socios de Macri, o a sus apoyos sociales.
Pero por si todo eso fuera poco
para hacerla acreedora de la furia presidencial, el propio Macri acaba de
confesar desde Córdoba con todo desparpajo que es lo que más le molesta de Gils
Carbó: la acusa de promover denuncias contra él y sus funcionarios, por hechos
de corrupción; denuncia que para Macri “carecen de todo fundamento”.
Así de sencillo: al presidente y
sus funcionarios no se los puede investigar, porque él dice que todo lo que
dicen de él y de ellos es mentira, y hay que creerle, porque sí, y nada más.
Sanseacabó.
Es decir que despejando toda la
hojarasca de pucheritos republicanos indignados y discursos para el cacerolismo
bobo, lo que queda es el contrabandista de autopartes salvado de la cárcel en
los 90’
por la Corte de los milagros menemista, que pretende seguir usufructuando de
los beneficios de un Poder Judicial “amigo” para hacer sus negocios, sin
interferencias molestas.
Eso, y la enorme dignidad de
Alejandra Gils Carbó.
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