Leíamos en El Cronista el informe de ASAP (Asociación Argentina de Presupuesto y
Administración Financiera Pública) sobre la Cuenta de
Inversión del año pasado de la Administración Pública Nacional, información muy relevante ahora que se empezará a discutir el presupuesto 2018, porque permite medir la distancia entre lo que el gobierno dice que hará, y lo que efectivamente hace.
A continuación van algunos comentarios (las negritas son nuestras):
A continuación van algunos comentarios (las negritas son nuestras):
“En el primer año del
gobierno de Mauricio Macri, el tamaño del sector público nacional no financiero
alcanzó su máximo histórico, 29,2% del PBI, después de sobrepasar el máximo
alcanzado en 2015, de 28%, según calculó ASAP, en base a la Cuenta de Inversión
que recién se publicó hace dos semanas atrás.” (Es
decir que luego de haber dicho que heredaban del kirchnerismo un Estado
elefantiásico lejos de achicarlo lo agrandaron, o en realidad, aumentaron el
tamaño de su participación en la economía, que no es necesariamente lo mismo)
“El mayor peso del gasto
de la administración pública nacional estuvo ligado al Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social (37,37%), de la mano de las jubilaciones y prestaciones
sociales, y a los servicios de deuda pública (14,38%), que aumentaron 180,04%
respecto de 2015, en el año en que se negoció con los holdouts.” (O sea que el gasto en seguridad social siguió siendo el que más
pesa en las cuentas fiscales, y lo que se pudo “ahorrar” allí por el cierre de
la moratoria jubilatoria se fue en la “reparación histórica”, con efectos
distributivos bien diversos, claro está. Pero además lo que hizo la diferencia
es el explosivo crecimiento del endeudamiento, y el consecuente pago de los
servicios de la deuda)
“De hecho, y aunque
cayeron más del 30%, los servicios sociales concentraron el 56,12% del gasto, y
los servicios económicos (subsidios), 18,22%. En tanto, los intereses de la
deuda, 14,4%, después de casi triplicarse.” (Los
servicios sociales -comparados contra la inflación producida- tuvieron una
brusca caída en términos reales, otro tanto pasó con los subsidios como
consecuencia de los tarifazos, que no desaparecieron sino cambiaron de
destinatarios: de los usuarios a las petroleras y generadoras de electricidad)
“Como contrapartida, se
redujo el gasto en las empresas públicas al 2% del PBI (con Enarsa, 34,95% y
Aysa, 14,31% a la cabeza) y de las universidades, al 0,9% del PBI.” (La baja de los subsidios se tradujo en un aumento de las tarifas,
y menor inyección de fondos a empresas del Estado prestatarias de servicios
como AYSSA; y hubo menos fondos para las universidades nacionales, razón por la
cual atravesaron el año llenas de conflictos salariales y reclamos por podas al
presupuesto)
“Del lado de los
componentes que registraron una baja, se anotaron globalmente el gasto en
personal, seguridad social y gasto de capital.” (El
aumento de la participación del gasto público en el PBI no implica que no haya
habido ajuste, en el marco de una drástica variación de los precios relativos;
y ese ajuste lo pagaron en términos reales las jubilaciones, pensiones y
asignaciones familiares, los salarios de los trabajadores estatales y la
inversión pública en infraestructura, que cayeron)
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