Sobre las pavorosas cifras del déficit comercial,
leemos en La Política Online: “Esta
marca representó también una desmejora del 1.791 millones de dólares respecto
del saldo comercial de agosto de 2016 y la acumulación en lo que va del año de
un rojo comercial de 4.498 millones de dólares, el más elevado de la
historia argentina. Así, estos casi 4.500 millones de dólares de déficit
comercial acumulados entre enero y agosto superaron las marcas negativas de
dos de los cuatro peores años del ICA: 1993 y 1997.
De hecho, los datos del Indec señalan
que el déficit comercial está a un paso de alcanzar el saldo negativo de
1998 (4.944 millones de dólares), solo superado por el récord histórico de
desbalance comercial de 5.751 millones de dólares en 1994. Puntualmente,
entre enero y agosto de 1993 el déficit comercial acumulado había sido de 3.888
millones. Por lo que el rojo de comercio exterior argentino en lo que va del
año es el máximo histórico. Como adelantó LPO, el déficit comercial acumulado a
julio ya apuntaba a que 2017 terminaría siendo el más elevado de la historia..” (la negritas son
nuestras)
Como dan cuenta las cifras, el resultado negativo de
la balanza comercial es el resultado de
una caída de más del 9 % de las exportaciones (pese a las medidas dispuestas
por el gobierno para provocar un “shock exportador”, como la devaluación y la
eliminación de las retenciones), y de un aumento de más del 24 % de las
importaciones.
En éste último caso si bien se verifica un aumento
de las importaciones de bienes de capital (en especial las de automotores,
donde los importados componen hoy el 71 % de los patentamientos), no es menor
el de los bienes intermedios y los de consumo final; que compiten contra una
producción local jaqueada por la suba de los costos por los tarifazos, las
altas tasas de interés y la reducción del consumo interno como consecuencia del
menor ingreso disponible para el consumo de los sectores de ingresos fijos.
De allí que no sorprenda que muchas entidades
empresariales (incluso de las que comparten la política económica del gobierno)
le reclamen a Macri que tome medida de administración del comercio exterior
para frenar las importaciones; que amenazan tejido productivo y empleos en
distintas ramas de la industria manufacturera.
Sin embargo y pese a ello, en el Boletín Oficial de
hoy está publicada la Resolución 494 del Ministerio de la Producción (completa acá), por la que se dispone que “...la Dirección General de Aduanas...(efecúe) ...el control de las destinaciones de importación para
consumo de las mercaderías alcanzadas por las resoluciones ... por las cuales
se aplicaron los derechos antidumping, se realice conforme los criterios de
asignación que en materia de control de canales de selectividad establezca
dicho organismo, según el procedimiento de verificación previsto por la
Resolución N° 44 de fecha 29 de abril de 1998 de la Dirección
General de Aduanas...
”. (las negritas son nuestras)
Como lo dice la propia resolución, “...el canal rojo consiste en el control documental, la verificación
física y el análisis del valor con posterioridad al libramiento de la
mercadería.”,
dando cuenta además de que se le requirió al gobierno que aplicara esa forma de
verificación del ingreso de productos importados (canal rojo) “...en el marco de las resoluciones emitidas en los procesos de
investigación y aplicación de medidas antidumping, se requirió a la Dirección
General de Aduanas que el control de las destinaciones de importación para
consumo de las medidas alcanzadas... ”, cosa que Cabrera acaba de denegar.
En efecto, su norma dispone que en el caso de las
importaciones alcanzadas por medidas antidumping (por ejemplo aplicándoles
mayores derechos de importación) los controles aduaneros se realizarán “...conforme los criterios de asignación que en
materia de control de canales de selectividad establezca dicho organismo... ”, en base a una
resolución dictada en uno de los peores años de la historia del país en materia
de déficit comercial.
No se trata en consecuencia de errores no forzados,
sino de políticas deliberadas, con efectos buscados, de un modelo económico que
no cierra por ningún lado.
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