miércoles, 27 de septiembre de 2017

Y SIGUEN ABRIENDO LA TRANQUERA


Sobre las pavorosas cifras del déficit comercial, leemos en La Política Online: “Esta marca representó también una desmejora del 1.791 millones de dólares respecto del saldo comercial de agosto de 2016 y la acumulación en lo que va del año de un rojo comercial de 4.498 millones de dólares, el más elevado de la historia argentina. Así, estos casi 4.500 millones de dólares de déficit comercial acumulados entre enero y agosto superaron las marcas negativas de dos de los cuatro peores años del ICA: 1993 y 1997.
De hecho, los datos del Indec señalan que el déficit comercial está a un paso de alcanzar el saldo negativo de 1998 (4.944 millones de dólares), solo superado por el récord histórico de desbalance comercial de 5.751 millones de dólares en 1994. Puntualmente, entre enero y agosto de 1993 el déficit comercial acumulado había sido de 3.888 millones. Por lo que el rojo de comercio exterior argentino en lo que va del año es el máximo histórico. Como adelantó LPO, el déficit comercial acumulado a julio ya apuntaba a que 2017 terminaría siendo el más elevado de la historia..” (la negritas son nuestras)
Como dan cuenta las cifras, el resultado negativo de la balanza comercial es el resultado  de una caída de más del 9 % de las exportaciones (pese a las medidas dispuestas por el gobierno para provocar un “shock exportador”, como la devaluación y la eliminación de las retenciones), y de un aumento de más del 24 % de las importaciones.
En éste último caso si bien se verifica un aumento de las importaciones de bienes de capital (en especial las de automotores, donde los importados componen hoy el 71 % de los patentamientos), no es menor el de los bienes intermedios y los de consumo final; que compiten contra una producción local jaqueada por la suba de los costos por los tarifazos, las altas tasas de interés y la reducción del consumo interno como consecuencia del menor ingreso disponible para el consumo de los sectores de ingresos fijos.
De allí que no sorprenda que muchas entidades empresariales (incluso de las que comparten la política económica del gobierno) le reclamen a Macri que tome medida de administración del comercio exterior para frenar las importaciones; que amenazan tejido productivo y empleos en distintas ramas de la industria manufacturera. 
Sin embargo y pese a ello, en el Boletín Oficial de hoy está publicada la Resolución 494 del Ministerio de la Producción (completa acá), por la que se dispone que “...la Dirección General de Aduanas...(efecúe) ...el control de las destinaciones de importación para consumo de las mercaderías alcanzadas por las resoluciones ... por las cuales se aplicaron los derechos antidumping, se realice conforme los criterios de asignación que en materia de control de canales de selectividad establezca dicho organismo, según el procedimiento de verificación previsto por la Resolución N° 44 de fecha 29 de abril de 1998 de la Dirección General de Aduanas... ”. (las negritas son nuestras)
Como lo dice la propia resolución, “...el canal rojo consiste en el control documental, la verificación física y el análisis del valor con posterioridad al libramiento de la mercadería.”, dando cuenta además de que se le requirió al gobierno que aplicara esa forma de verificación del ingreso de productos importados (canal rojo) “...en el marco de las resoluciones emitidas en los procesos de investigación y aplicación de medidas antidumping, se requirió a la Dirección General de Aduanas que el control de las destinaciones de importación para consumo de las medidas alcanzadas... ”, cosa que Cabrera acaba de denegar.
En efecto, su norma dispone que en el caso de las importaciones alcanzadas por medidas antidumping (por ejemplo aplicándoles mayores derechos de importación) los controles aduaneros se realizarán “...conforme los criterios de asignación que en materia de control de canales de selectividad establezca dicho organismo... ”, en base a una resolución dictada en uno de los peores años de la historia del país en materia de déficit comercial.
No se trata en consecuencia de errores no forzados, sino de políticas deliberadas, con efectos buscados, de un modelo económico que no cierra por ningún lado.  

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